Un largo camino hacia Tokio

By Akira Kawasaki: ES, September 16, 2015

En la Segunda Ronda, Mustafa Kibaroglu sostuvo que el vasto arsenal de plutonio de Japón perjudica el mensaje de los Hibakusha. Suvrat Raju se centró en que Washington ha estado continuamente preparado para usar armas nucleares; un tema que afecta directamente a Japón debido al paraguas nuclear que Washington extiende sobre Tokio. Los ensayos de mis dos colegas, aunque de forma diferente, arrojan luz sobre la doble moral inherente a las políticas nucleares de Japón.

En ese país, tanto los responsables políticos como las personas normales y corrientes tienen dificultades para reconocer las profundas contradicciones nucleares del país. Los primeros ministros japoneses han sostenido durante años que la abolición de las armas nucleares está entre las prioridades más urgentes del país, y Tokio ha presentado regularmente resoluciones a estos efectos a las Naciones Unidas. En consecuencia, entre el público japonés existe la percepción generalizada de que Tokio desempeña un papel destacado en el desarme. Sin embargo, esta percepción no es del todo exacta.

Décadas después del fin de la Guerra Fría, Japón sigue estando ligado al concepto de disuasión nuclear que imperaba en la misma. En 2012, cuando Suiza y otras 15 naciones emitieron una declaración sobre las consecuencias humanitarias de las armas nucleares, en un principio Japón se negó a firmar porque la misma llamaba a ilegalizar las armas nucleares. Cuando, finalmente, Tokio dio marcha atrás, solo lo hizo debido a las críticas de la opinión pública, y subrayó que no apoyaría la prohibición de las armas nucleares en el cercano plazo. Japón tampoco se ha adherido a la "promesa humanitaria", una iniciativa creciente que llama a "llenar el vacío legal" para eliminar y prohibir las armas nucleares.

En ocasiones, Tokio se ha resistido incluso a medidas parciales en pos del desarme. Cuando Washington estaba llevando a cabo la "Revisión de la Postura Nuclear", que concluyó en 2010, se evaluó iniciar una estrategia de "propósito único". Esta estrategia habría determinado que el único propósito de las armas nucleares es el de disuadir un ataque nuclear contra Estados Unidos o sus aliados. Tras un debate interno, el gobierno japonés se opuso al cambio por miedo a que rompiera el paraguas nuclear.

Más tarde, en 2013, en la Universidad de Nagasaki, el Ministro de Asuntos Exteriores, Fumio Kishida, presentó sus "ideas sobre la política general japonesa sobre el desarme nuclear y la no proliferación". Informó orgullosamente que Japón instaría a los países con armas nucleares a limitar el uso de las mismas a las "circunstancias extremas en función del derecho de autodefensa, individual o colectivo". Los sobrevivientes de Nagasaki que estaban presentes se horrorizaron, preguntándose cómo Japón podía consentir el uso de armas nucleares, incluso para la propia defensa.

Los comentarios de Kishida causaron escándalo en Nagasaki y en Hiroshima. Sin embargo, se prestó poca atención a la dependencia oficial de Japón en la disuasión nuclear de EE. UU., o a la solicitud del gobierno japonés, en las primeras etapas de las conversaciones a seis bandas sobre Corea del Norte, para que Washington no aplicara la desnuclearización del norte, excluyendo el uso de las armas nucleares contra Pionyang. ¿Cómo puede una nación guiar al mundo en pos del desarme cuando concibe la posibilidad de que Washington lance un ataque nuclear en su nombre?

Así como las políticas japonesas sobre el desarme están plagadas de contradicciones, lo mismo sucede con la no proliferación. En Japón existe la opinión generalizada de que las plantas de energía nuclear del país solo tienen fines pacíficos y no tienen relación alguna con las armas. Los académicos, respaldados por el gobierno y la industria, afirman con autoridad que el plutonio de Japón no puede usarse para las armas porque es solo para uso en reactores. El público japonés por lo general no entiende que el plutonio acarrea un serio riesgo de proliferación, sin importar qué forma toma.

Kibaroglu sugiere que Japón aborde su problema de plutonio utilizando combustible de óxido mixto de plutonio y uranio en los reactores de energía. Sin embargo, yo creo que concentrar el arsenal de plutonio y almacenarlo siguiendo controles estrictos, sería un enfoque mucho más seguro. También sería más realista, teniendo en cuenta que, tras Fukushima, disminuyó la dependencia de Japón en la energía nuclear. A su vez, en lo que al combustible usado producido por los reactores nucleares refiere, el almacenamiento en seco en las propias centrales sería mucho más preferible al reprocesamiento, tanto en términos de seguridad como de no proliferación. En cualquier caso, el comienzo de todas las operaciones en la planta de reprocesamiento de Rokkasho (que actualmente se prevé para 2016) enviaría una señal terrible en relación con la proliferación de armas globales.

Los sobrevivientes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki luchan muchas veces por comunicar su mensaje a los capitales extranjeros, como Washington, Moscú y Pionyang. Hiroshima y Nagasaki están tan solo a un viaje en tren de Tokio, pero a veces parece que la distancia que separa a los Hibakusha de la capital de su propia nación es mucho más grande.

 


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