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Las mujeres y la política de armas nucleares

En la guerra nuclear, las mujeres sufrirían, mínimo, igual que los hombres. Sin embargo, las mujeres suelen no ser representadas adecuadamente en sus sectores, tales como la política de alto nivel, la diplomacia y los asuntos militares, y la ciencia y tecnología, que respaldan la política nuclear. ¿Cómo podrían incidir más las mujeres en la política de armas nucleares? ¿Además, cómo podría su capacitación afectar los esfuerzos de desarme y no proliferación?

Round 1

La tradición: el enemigo del desarme

La guerra nuclear y el terrorismo nuclear amenazan a las mujeres de la misma manera que al hombre. Efectivamente, las mujeres tal vez son más susceptibles que los hombres a ciertos peligros nucleares, tales como el cáncer asociado a la radiación. Sin embargo, la influencia de la mujer en la política nuclear es estrepitosamente baja. Esto es verdad tanto a nivel nacional, como internacional y es cierto en los ámbitos políticos, de asuntos militares y en la ciencia y tecnología.

En los países donde las mujeres no tienen igualdad de oportunidades, donde se espera que sean sumisas ante los hombres en todo tema, no es sorprendente que las mujeres carezcan  de influencia política en cuestiones nucleares. En la India, las mujeres obtuvieron el sufragio total en 1950. Pero la representación de las mujeres en el Lok Sabha, en la cámara baja del parlamento, es de tan sólo el 11 por ciento, y la legislación que garantizaría para las mujeres el 22 por ciento de los escaños en el Lok Sabha y en legislaturas estatales ha estado estancada desde 1996. En Pakistán, las mujeres obtuvieron el voto con la independencia nacional en 1947, pero el derecho de voto de las mujeres aun se enfrenta a una dura oposición actualmente. En particular en áreas rurales, a menudo se considera "anti-islámico" que las mujeres voten.

No todas las sociedades son tan dominadas por los hombres, pero es difícil imaginarse un país donde las mujeres incidan en la política nuclear, o en la toma de decisiones estratégicas y militares, en proporción a sus cifras. ¿Por qué? Podría argumentarse con algo de validez que relativamente pocas mujeres tienen el conocimiento científico, la educación militar o la experiencia en política y diplomacia que son necesarias para participar en el diseño de políticas sobre armas nucleares. Es decir, podría argumentarse que las mujeres no tienen derecho a la representación en la toma de decisiones nucleares simplemente por ser mujeres.

Pero este razonamiento sólo sirve hasta cierto punto. En muchos países, la poca  influencia de las mujeres en el escenario político y de seguridad se basa tanto en los estereotipos de género, como en las cuestiones legítimas de la experiencia femenina. En los hogares tradicionales de muchas naciones, el hombre siempre ha sido considerado el jefe. Él ha definido los papeles sociales y económicos para otros miembros de la familia. Se ha proyectado como la fuerza, la razón, el juicio y la protección. Tales estereotipos se han trasmitido al entorno político moderno, donde un líder (hombre, por lo general) controla a sus seguidores y asigna un rol para ellos. Las mujeres, entre tanto, son consideradas como débiles, emocionales irracionales y con necesidad de protección, incapaces de tomar decisiones para ellas o por los demás.

Este tipo de diferenciación "natural" entre los sexos se ha infiltrado en todos los aspectos del diseño de políticas nucleares. Por ejemplo, las delegaciones indias y pakistaníes para la conferencia de Oslo en 2013 sobre el impacto humanitario de las detonaciones nucleares no incluyó a las mujeres. En general, si un hombre describe la muerte y la destrucción nuclear con un término clínico abstracto como "daños colaterales", sus palabras transmiten un mensaje fuerte, seguro y masculino. Si una mujer utiliza el término "asesinatos en masa" para describir el mismo suceso, sus palabras transmiten un mensaje femenino y emocional. Por lo tanto, las palabras de las mujeres tienen menos valor, aun si son más realistas.

Haciendo a un lado los estereotipos, ciertas investigaciones demuestran que las mujeres, efectivamente, son menos agresivas que los hombres. Un estudio de 2012 publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society concluyó que "los hombres están programados biológicamente para ser guerreros". En 2007, investigadores de Brown University y de otras universidades publicaron los resultados de sus investigaciones de la respuesta de los participantes en juegos simulados de guerra. Los resultados de la investigación indicaron que "los individuos con altos niveles de testosterona tienen más probabilidades de responder a ataques no provocados en contra de sus adversarios". Pero si, de hecho, es cierto que las mujeres aprecian la paz más que los hombres, —si les atrae menos el conflicto y son más compasivas y diplomáticas— la respuesta racional sería de acelerar el proceso de desarme al asegurar la participación de la mujer en el diseño de políticas nucleares.

Las mujeres ya han desempeñado papeles claves en el desarrollo de instrumentos internacionales tales como la Convención de Armas Biológicas y Toxínicas y la Convención de Armas Químicas. Las mujeres podrían desempeñar un rol, por lo menos, igual de crucial durante el desarme nuclear. Pero va ser difícil que lo hagan mientras que la diplomacia, el dialogo y el sentimiento de interdependencia entre naciones, de lo que depende el desarme, no sean valorizados como se debe por su asociación con la feminidad. Lo que a larga se necesita es que los conceptos tradicionales del poder y la fuerza retrocedan en el diseño de política. Por el contrario, el bien de la humanidad debería tomar el rol central. Conseguir la paz sostenible depende de poder resarcir las desigualdades de todo tipo, incluyendo aquellas entre mujeres y hombres.

De manera más inmediata, ¿cómo podrían las mujeres incidir más en la toma de decisiones nucleares? Propongo dos tipos de acción, uno que debe ser llevado a cabo por los gobiernos y otro por las mujeres.

Los gobiernos deben de reconocer que las mujeres son importantes partes interesadas para la paz, la resolución de conflictos y el desarme nuclear. En específico, los gobiernos debe alentar a las mujeres a participar directamente a nivel internacional en los esfuerzos de no proliferación y desarme. Además, cuando los gobiernos realizan análisis de costo-beneficio para gastos militares, deben tomar en cuenta las dimensiones de género de los gastos. Por ejemplo, muchos consideran que las decisiones de Pakistán son irresponsables por invertir en la investigación, el desarrollo y las estrategias de despliegue para armas tácticas nucleares. (Viendo que Pakistán sufre de pobreza, salud pública mediocre, altas tazas de desempleo y bajos niveles de educación, tiene poco sentido que Islamabad haga  gastos gigantescos de defensa para armas nucleares "pequeñas"). Adicionalmente, los gobiernos deben integrar en sus deliberaciones de política nuclear los puntos de vista de organizaciones no gubernamentales, tales como la Campaña Internacional para la Abolición de Armas Nucleares, La Liga Internacional de Mujeres para la Paz y la Libertad, Reaching Critical Will y las Historias Hibakusha. Al hacerlo se introduciría a las deliberaciones nucleares el impacto humanitario que el conflicto nuclear tendría sobre las mujeres y otros sectores de la población.

Mientras tanto, si las mujeres obtienen una mayor influencia en la política nuclear, más mujeres estudiantes deben entrar al campo del planeamiento militar, de física, control de armas y seguridad. Las mujeres involucradas en investigaciones médicas deben estudiar temas sobre el efecto de la radiación en la salud humana, y luego realizar labores para propagar la concientización sobre los resultados. Las mujeres también deben ser más conscientes del género en la política y apoyar a las mujeres candidatas que comparten la misma visión en temas de desarme.

Debido a las complejidades geopolíticas, el desarme hoy en día parece un sueño distante. Pero conseguir este sueño será menos difícil si las mujeres inciden, como debe ser, en la política de armas nucleares.

El alma de la mujer en la política nuclear

Muchas feministas consideran el estado nuclear como un fenómeno de género. Los hombres, supuestamente, hacen una asociación de la tecnología nuclear con la potencia sexual, y, efectivamente, cuando la India detonó cinco aparatos nucleares en mayo de 1998, el político nacionalista hindú Bal Thackeray dijo: "tenemos que demostrar que no somos eunucos". Esta actitud nos recuerda una de las preguntas planteadas en 1986 por la especialista en temas de seguridad y género, Carol Cohn, que hizo la siguiente pregunta: "Si el desarme es la castración, ¿por qué iría a considerarlo un hombre de verdad?" Las feministas también señalan que los hombres asocian las armas nucleares con su papel designado de defensores de la población (femenina), y en el mundo de la política nuclear, los hombres consideran que su supuesta racionalidad es más adecuada que la supuesta sensibilidad de una mujer.

¿Qué sucedería si la diferenciación de género del estado nuclear fuera desarmada? Conforme a la teoría feminista, la lógica de la posesión de armas nucleares sería socavada. La idea de que el poder equivale la capacidad total de destrucción se vería deshecha. Aunque es cierto que por mucho tiempo la masculinidad ha sido sinónimo de agresión y protección, y la feminidad sinónimo de calma y preferencia por la estabilidad, —es decir, la masculinidad está vinculada a la fuerza y la feminidad a la debilidad—, la experiencia demuestra que las mujeres pueden ser igual de duras que los hombres. Las mujeres políticas y las diplomáticas, incluyendo a Margaret Thatcher, Madeleine Albright y Condoleezza Rice, han sido vinculadas a medidas de políticas estrictas y acciones militares bastante fuertes, dejando claro que no es verdad que las mujeres son sensibles y pacifistas en lo más mínimo.

Pero el género, como lo presentan las feministas tales como Cohn y su co autora Sara Ruddick, es un sistema simbólico (aparte de ser una característica individual). El género proporciona metáforas y valores que estructuran el pensamiento de las personas sobre la guerra y la seguridad, entre otros aspectos del mundo. Estas metáforas y valores  constituyen ideologías. Estas ideologías podrían describirse como femeninas o masculinas, pero una ideología "masculina" también puede ser adoptada por una mujer o vice versa. Las líderes como Thatcher, Albright y Rice, que llevaron a cabo sus carreras en un mundo construido por hombres, utilizando ideales masculinos, pudieron ser más "masculinas" que los propios hombres.

Todo esto ocasiona que sea bastante complicado hablar sobre cómo podrían ganar mayor influencia las mujeres en la política de armas nucleares, pero hay dos acercamientos que resaltan a los ojos. El primer acercamiento sería fomentar la representación de las mujeres en el cuerpo estatal y en las organizaciones internacionales con el afán de que las mujeres, mientras vayan adquiriendo influencia, alteren la política en sí, revolucionando la consciencia sociopolítica. Si el entorno alrededor de la política nuclear fuera más femenino, por ende, la política sería menos agresiva y el resultado final podría ser el desarme general. Claro, este razonamiento podría ser errado. Thatcher, Albright y Rice, ¿eran "masculinas" por naturaleza o se volvieron de ese modo para obtener éxito en la política, que suele ser un ámbito masculino? Si lo último fuese cierto, ¿cómo puede uno sentirse seguro que la política nuclear no cambiaría la naturaleza "femenina" de las mujeres que se adentran en el tema? ¿Cómo podría uno sentirse seguro que las mujeres cambiarían la política nuclear, en vez de lo opuesto?

El segundo acercamiento, el más complicado de los dos, pero tal vez el más fructífero a la larga, exige que las sociedades cambien radicalmente su actitud hacia la masculinidad. En el mundo de hoy en día, la masculinidad predomina. El negocio de los hombres verdaderos es la guerra, la agresión y el dominio. Entre las herramientas del dominio, las armas nucleares son, antes que nada, el mayor símbolo de masculinidad. Pero, si la guerra y la agresión perdieran su valor en la sociedad, empezando a nivel básico de la educación de infancia y en el entretenimiento (por ejemplo, si los juegos de computadora ya no glorificaran la guerra ), puede que con el paso del tiempo se establecieran sociedades menos androcéntricas.

De cierto modo, dicho proceso ya va en camino. Durante el siglo XX y XXI, el dinero empezó a reemplazar el armamento como el símbolo primordial de poder estatal. Esta transición hacia el poder blando es una transformación fundamental e indudablemente representa una evolución de un mundo tradicional enfocado hacia el hombre hacia un mundo con un matiz más femenino. Si esta transformación continua, las mujeres podrían adquirir una voz más fuerte en la política nuclear, no sólo por medio de su participación directa, pero también indirectamente, al ayudar a la sociedad a que desarrolle un carácter más "femenino". Una vez dijo Adlai Stevenson, "No hay mal en un átomo; sino en el alma del hombre". Por lo tanto, inserten el alma de la mujer en la política, haciéndola menos agresiva y orientándola más hacia la estabilidad y dejen que el átomo siga el camino.

Mujeres: desde formuladoras de opinión hasta diseñadoras de políticas

A menudo se insinúa que las mujeres aportan una perspectiva distinta a las cuestiones y procesos de toma de decisiones políticas, pero en realidad, la perspectiva aportada no tiene nada de "femenina".

Hace pocos años, Rose Gottemoeller, ahora subsecretaria de Estado para el control de armas y la seguridad internacional, utilizó con reverencia el término "mujeres de destrucción masiva" en una reunión informal con un grupo de mujeres pakistaníes que realizan estudios de seguridad. El grupo al que se refería era joven y energético. Estas mujeres conocían a fondo el tema y entendían la política a su alrededor. A pesar de lo que podría insinuar el término de Gottemoeller, ninguna de ellas realizó un trabajo con un matiz de género.

Si adelantamos a este año, cuando, en el congreso de mujeres líderes, yo le planteé a Sujatha Singh, la secretaria de asuntos exteriores de la India, la siguiente pregunta capciosa; ¿qué legado le dejará a su secretaria de asuntos exteriores, en especial, en el conflicto India-Pakistán? Singh respondió, de manera muy pragmática, que su legado no sería diferente del que dejaría algún homólogo.

En este mismo año, durante un evento de presentación del informe de seguridad regional donde colaboré, una activista social me preguntó de manera acertadamente: ¿por qué el informe no pudo demostrar una perspectiva de género? Tuve que concordar en que su punto de vista era legítimo.

Esta experiencia hizo que me diera cuenta que muchas mujeres, tal vez la mayoría, abordan temas como el desarme, el diseño de políticas y la ciencia y tecnología, con una perspectiva establecida, dominada por el hombre, en vez de desarrollar un punto de vista alternativo. Las mujeres en el mundo de la política no sólo deben de demostrar que son competentes, sino también deben sobrepasar los obstáculos de los estereotipos. Deben comprobar que son iguales que sus homólogos, o, por lo menos, deben de intentar verse sin género. Por consiguiente, las mujeres a menudo asumen un papel severo, duro y "masculino".

Los estudios de seguridad y diseño de políticas pertenecen a un mundo de competencia feroz. Las mujeres, de por sí, ya tienen una desventaja en ese entorno difícil por el hecho de que no son numerosas. Por lo tanto, siempre se encuentran batallando para ocupar un espacio, para que escuchen sus voces, y sean tomadas en serio, para ser lo suficientemente hombre y ser respetadas. Y aunque la participación de mujeres es escasa en círculos políticos, en especial en altos niveles, la situación podría ser más grave de lo que parece; es dudoso que las mujeres incidan al nivel que deberían aún con su baja representación.

Áreas duras y blandas. Algunas áreas de investigación son consideradas como duras: el diseño de políticas nucleares, la proliferación de misiles, la carrera armamentista y ahora la guerra cibernética. Estos temas son generalmente dominados por hombres. Otros temas, tales como el género y la seguridad, los derechos de las mujeres, la reconstrucción posconflicto y el activismo son caracterizados como más blandos, más femeninos. Las mujeres no tienen mucha representación en los temas "duros"; cuando sí trabajan con estos temas, suelen realizar una labor sin genero, que refuerza ampliamente la narrativa dominante masculina. Las mujeres son más representadas cuando se trata de temas "blandos", pero los temas en sí son considerados menos importantes. Además, la investigación de las áreas "blandas" a menudo atrae elementos de antropología o sociología y de acercamientos interdisciplinarios, que por lo general, no son utilizados en los temas "duros".

En Pakistán y la India, las mujeres que aportan a los temas "duros" suelen ser, más que nada, más estrictas y suelen apoyar más a las narrativas establecidas de sus homólogos. Mientras tanto, salvo algunas excepciones, las mujeres que trabajan con temas nucleares se muestran renuentes  a trabajar con temas de desarme, de peligros de la liberación accidental nuclear y de desechos nucleares y sus efectos negativos en la población civil (mujeres y niños antes que nada). Algunas periodistas femeninas se dedican a estos temas, y algunos activistas también, pero las mujeres casi no aportan nada sobre estos temas bajo el contexto de publicaciones académicas y debates formales de política.

¿Por qué? Puede que los temas nucleares en Pakistán y la India estén completamente entrelazados a la narrativa de la construcción de la nación. Estos países han ido más allá de las etapas iniciales del desarrollo nuclear, pero el discurso de los temas nucleares, en efecto, es propiedad estatal y guiado por el mismo. Para cualquier formulador de opinión, hombre o mujer, ganar la credibilidad y la aceptabilidad depende de la creación de un nicho personal que refuerce el discurso nacionalista.

En Pakistán, el número de estudiantes mujeres que cursan estudios de seguridad y de defensa ha ido aumentando con el paso del tiempo. Y una gran minoría de estudiantes mujeres se están enfocando en los temas nucleares. Pero de nuevo, estos estudiantes no se centran en el tema de desarme, o, en general, en perspectivas alternativas sobre temas nucleares que podrían desafiar seriamente los puntos establecidos previamente. Tal vez sea debido a que los miembros de las facultades alejan a las mujeres jóvenes de estos enfoques. O, porque los jóvenes entrantes al mercado laboral creen que es más fácil entrar si siguen un camino establecido que si experimentan con valentía. (Como un punto aparte, si le preguntan a cualquier mujer joven en el ámbito de estudios de seguridad quiénes fueron sus mentores, pocas de ellas nombraran a otra mujer).

Problemas similares pertenecen en el ámbito técnico. En Pakistán, varias mujeres extraordinarias han obtenido formación académica de alto nivel y se han convertido en científicas o técnicas brillantes, realizando labores de alto calibre en la cima de organizaciones de investigación. Pero aún así, rara vez pueden llegar a la cima de los niveles más altos en la comunidad científica o adquirir una voz en la política nuclear y la toma de decisiones. Por lo tanto, algunas mujeres tal vez no influyan al grado que deberían aún con sus exiguas cifras.

Derrumbar el mito. La perspectiva de los temas de seguridad centrada en el Estado, dominada por hombres, que tiene el poder en Pakistán, ya no puede considerarse adecuada para resolver la serie de grandes retos de seguridad que está encarando el país. Por ejemplo, las preocupaciones de la seguridad alternativa, tales como las estrategias de rehabilitación posconflicto, deben incidir en la estrategia de toma de decisiones. Los desafíos de hoy en día sólo pueden ser resueltos, si se aplica un acercamiento interdisciplinario, uno que conecte los estudios de seguridad con estudios de género, sociología, antropología, historia, trabajo social y otras disciplinas.

Mientras tanto, si los estereotipos de género continúan en los estudios de seguridad, como sucede en Pakistán, las mujeres trabajando en ese ámbito no dejaran un gran legado feminista. Sí demostrarán opiniones duras, pero no participaran de manera significativa como diseñadoras de políticas. Para que las cosas cambien, más mujeres deben hacer un esfuerzo concertado para centrarse en los temas de seguridad de mujeres. Las mujeres deben cabildear para una mayor representación en todos los aspectos de política. Deben de buscar la participación de mujeres legisladoras, académicas, activistas y formuladoras de opiniones para crear una alternativa seria a la narrativa nuclear mayormente masculina: una narrativa con una gran probabilidad de llevar al desarme. Mientras las mujeres involucradas en la política sean sólo voces aisladas, nunca podrán derrumbar el mito que la política nuclear es un club sólo para hombres.

Round 2

Hacia la plataforma de la autoridad

Mi colega de la mesa redonda, Salma Malik, detalló en la segunda ronda que "las mujeres no contribuirán a su propia capacitación si intentan meterse dentro de una camisa de fuerza feminista; si intentan crear una comunidad exclusiva de expertos nucleares que piensan y realizan labores de manera diferente que los hombres". Afortunadamente, ponerse una camisa de fuerza no es necesario. Al contrario, las mujeres pueden capacitarse, mientras contribuyen significativamente en la toma de decisiones nucleares, aún satisfaciendo sus roles, tradicionales en muchas sociedades, como guardianes de la moral y la ética. Es decir, al resaltar la posibilidad inconcebible de una guerra nuclear, las mujeres podrían ayudar a que sus naciones eviten serios errores estratégicos, mientras adquieren progreso en la igualdad de género.

Ahora bien, y como argumenté en la primera ronda, las mujeres no pueden esperar a que adquieran una mayor representación en la toma de decisiones nucleares simplemente en base del género o por demostrar cualidades tradicionales asociadas a su género. Si las mujeres favorecen al desarme, por ejemplo, deben de estar posicionadas para generar los cambios que desean que sean establecidos. Hasta cierto punto, esto significa adquirir experiencia en campos tales como la física, la tecnología nuclear y los estudios de no proliferación, y también significa hacer a un lado las inhibiciones que muchas mujeres sienten cuando deben mostrarse ambiciosas y seguras de sí mismas. Quiere decir que hay que deshacerse de cualquier tipo de sentimiento de carga que las mujeres experimentan por su sexo.

Permiso para casarse. Malik escribió en la segunda ronda que las mujeres pakistaníes han podido alcanzar grandes logros en las últimas décadas hacia la igualdad en asuntos nucleares, y lo mismo aplica en la India. En 1949, Chonira Belliappa Muthamma se convirtió en la primera mujer en unirse al Servicio Exterior de la India. Al principio, ella se enfrentó a barreras institucionales que son difíciles de imaginar hoy en día, incluyendo la estipulación que las mujeres trabajando en el servicio deben recibir permiso por escrito antes de casarse. Si el gobierno decide que sus responsabilidades de familia interfieren con su trabajo, pueden forzarla a salirse. Al final, Muthamma ascendió a los niveles más altos del servicio exterior, derrumbando barreras en el camino. Su tenacidad abrió el camino para las mujeres que entrarían al servicio posteriormente. Para marzo de 2014, casi un quinto de los funcionarios en el servicio exterior eran mujeres. Dieciséis embajadoras. Además en el 2010, cuando la Secretaria de Asuntos Exteriores de la India le señaló a la comunidad internacional el compromiso indio hacia el desarme, así como también hacia los acuerdos prohibiendo ser el primero en utilizar las armas nucleares y utilizar las armas nucleares en contra de los estados sin armas nucleares. Fue Nirupama Rao, una mujer, quien planteó la perspectiva de la nación.

Una mujer como Rao debe demostrar una gran capacidad para llegar a su puesto. Pero a veces parece que las mujeres que llegan a esos altos niveles, lejos de ser llamadas "débiles" o ignoradas por su género, reciben más atención que sus homólogos, tanto a nivel nacional como a nivel internacional. Podría argumentarse que las mujeres reciben respeto sólo si hablan desde plataformas autoritarias, y las mujeres sin ese tipo de influencia suelen ser ignoradas más de lo debido, pero ¿no es por esto exactamente que las mujeres deben buscar una mayor representación en puestos de autoridad?

El equilibrio entre el masculino y el femenino

En un seminario que recientemente presenté sobre la situación política actual en Ucrania, un estudiante y una estudiante sostuvieron un debate acalorado. El alumno señaló que Ucrania debería responder al ataque a Crimea y otros lugares de Rusia adhiriéndose a la OTAN. La alumna argumentó que la agresión de Moscú podría haberse evitado desde un principio, si Ucrania tuviese armas nucleares.

En cierto modo, esto representa una inversión de género que no es común en Ucrania. Efectivamente, podría argumentarse que el estilo "femenino" domina la política y la toma de decisiones ucranias, aún cuando, de hecho, la mayoría de los diseñadores de política son hombres. El analista político ruso, Andrei Okara, ha argumentado que Ucrania carece "del culto patriarcal," que caracteriza a la mayoría de las sociedades, y que debido a la gran influencia matriarcal del pueblo cumano (o polovtsiano), que poblaron el este de Ucrania y debido a los escitas, que poblaron la parte sureña del país, el folclor y las tradiciones ucranias suelen glorificar a las mujeres más que a los hombres. Como resultado, la policía, perseguida por Ucrania desde la independencia, suele ser pasiva y reactiva. Hay poca evidencia de las cualidades que tradicionalmente son "masculinas," tales como la firmeza, un sentido claro de identidad y la capacidad de defender sus propios intereses.

Algo bueno ha salido de todo esto, después de la ruptura de la Unión Soviética, bajo la presión de las mayores potencias, Ucrania se deshizo rápidamente de las armas nucleares que le fueron heredadas. Pero al mismo tiempo, Ucrania ha demostrado bastante debilidad nacional, no ha podido generar una postura política clara y depende altamente de actores políticos. Por lo tanto, Rusia se las ha ingeniado casi sin problemas para anexar a Crimea, generar un ambiente de violencia en el este de Ucrania y ha hecho que el país sea un origen de inestabilidad en Europa.

¿Alguien podría argumentar razonablemente que las mujeres, en términos generales, son más propensas que los hombres a preferir el desarme nuclear, y que las mujeres, si ejercieran una mayor influencia política, promoverían la paz y contribuirían a la seguridad? Por supuesto que sí. ¿Se podría argumentar con certeza que el estilo político masculino hace que los estados sean más agresivos, como lo demuestran claramente las acciones rusas del presente? La respuesta, probablemente, es que sí. Pero la excesiva búsqueda de, o el estilo "masculino" o el "femenino,” puede causar problemas; debilidades, por un lado, y agresión excesiva por el otro. Los dos acercamientos son peligrosos para la seguridad internacional. Una prescripción razonable para cualquier estado es de combinar dos estilos de manera equilibrada, para practicar la paz y buscar el desarme, mientras se intenta vigorosamente defender la seguridad y los intereses del estado.

Rechazando la camisa de fuerza feminista

La famosa fotografía que tomaron en la Conferencia Solvay sobre Electrones y Fotones en 1927 muestra a 29 científicos pioneros cuyo trabajo sentó las bases posteriormente para el Proyecto Manhattan. Marie Curie es una de las personas que aparece en la foto. Los otros veintiocho son hombres.

En la actualidad, en Pakistán, yo estimaría que la representación de la mujer en la comunidad nuclear, —las científicas, las mujeres con profesiones técnicas y las mujeres analistas de seguridad—, sería de un 20 a 25 por ciento. Estas cifras son más bajas de lo que deberían ser, pero representan el progreso en la igualdad de género desde 1927 y son bastante comparables a la proporción de género en Occidente.

Como Polina Sinovets y yo habíamos mencionado en la primera ronda, las diseñadoras de política pueden ser agresivas, feroces y propensas al uso de armas como sus homólogos. Un ejemplo: supuestamente Barack Obama decidió lanzar ataques aéreos contra el régimen de Gadafi en Libia porque lo convencieron Hillary Clinton, Samantha Power y Susan Rice. Por lo tanto, ¿en realidad habrá alguna razón para pensar que el acercamiento basado en el género para el desarme podría llevar más rápido a la abolición del armamento nuclear?

Aunque la respuesta sea no, aunque la preparación de las mujeres cambie poco la política nuclear, seguirá siendo importante capacitar a las mujeres porque se beneficiarán ellas mismas y porque establecerán una sociedad más equitativa. Sin embargo, las mujeres no contribuirán a su propia capacitación si intentan meterse dentro de una camisa de fuerza feminista; si intentan crear una comunidad exclusiva de expertos nucleares que piensan y realizan labores de manera diferente que los hombres. Al contrario, la búsqueda de igualdad puede llegar a mayores avances si las mujeres trabajaran simplemente para aumentar su representación, credibilidad y visibilidad.

No obstante, las mujeres no pueden alcanzar estas metas solas. En muchos países, los gobiernos deben aprobar y hacer cumplir la legislación que requiere la igualdad de oportunidades y el entorno favorable para las mujeres en sus trabajos. La cuotas o las distribuciones especiales a veces pueden ser obligatorias para asegurar que las mujeres calificadas tengan las oportunidades que se merecen. Con el paso del tiempo, estas medidas aumentarían el número de diseñadoras de políticas y expertas y robustecerían la credibilidad de la mujer. Aún así, las mujeres seguirían topándose con el techo de cristal, que de alguna manera, tendrían que romper. Hacerlo sería difícil, pero para las mujeres, nada nunca ha sido fácil.

En resumen, Reshmi Kazi argumentó en la primera ronda que cuando "los gobiernos realizan análisis de costo-beneficio para gastos militares, deben de tomar en cuenta las dimensiones de género de estos gastos". Pero los problemas en la sociedad, como la pobreza y la salud, nunca han incidido en la toma de decisiones sobre armamento en el país. ¿Nueva Delhi prescindirá de su arsenal nuclear por preocupación de los tugurios de Mumbai, por el gueto musulmán de Delhi o por las aldeas de las viudas de Cachemira? Dudoso que sea así. Las naciones no tomarán sus decisiones estratégicas por razones éticas o morales hasta que el mundo sea distinto; un mundo donde tanto los hombres como las mujeres demuestren sensatez y razón. En dicho mundo, la prioridad sería la seguridad humana, el desarrollo sostenible y el pacifismo y no los estereotipos de género.

Round 3

Madres, esposas, responsables de la toma de decisiones

Anandiben Patel, primera ministra del estado indio de Gujarat, recientemente anunció que su gobierno renovaría sus esfuerzos para aumentar la representación de las mujeres en las fuerzas policiales estatales a un 33 por ciento. Puede que este anuncio dé la impresión que no tiene mucho que ver —aunque Gujarat alcance su meta de darle empleo a casi 20.000 mujeres policías, en vez de la baja cantidad de casi 2.500 en la actualidad—, con el tema de esta mesa redonda sobre cómo aumentar la influencia de las mujeres en el diseño de políticas nucleares. Sin embargo, esta iniciativa es relevante debido a la declaración de Patel: "Cuando una madre se ha preparado para servir a la sociedad, al estado y al país, tenemos que proporcionarle una capacitación especial y un espacio único".

Este punto es crucial. Para alcanzar un equilibrio de género en asuntos políticos y administrativos de una nación, se deben valorar las diferentes tareas que las mujeres realizan. En muchas sociedades, las mujeres tienen mayores responsabilidades familiares que los hombres. Estas responsabilidades y las expectativas morales que las rodean, suelen restringir la libertad de las mujeres  Pero tales limitaciones no son una excusa para la discriminación institucional. Las mujeres, que satisfacen los papeles tradicionales como madres, esposas, hijas y demás, no deben ser vistas como incapaces y tampoco deben ser excluidas de los cargos públicos importantes (cargos que varían desde hacer cumplir la ley, hasta la toma de decisiones crítica sobre las armas nucleares).

Las instituciones deben tener fe en las mujeres calificadas, sin importar la situación  familiar. En la India, las instituciones harían bien en recordar que las mujeres tales como Sujatha Singh y Chokila Iyer (dos secretarias de asuntos exteriores) y la primera ministra, Indira Gandhi, no permitieron que sus responsabilidades de familia las limitaran para servir al gobierno indio.

Si las instituciones gubernamentales no aseguran la representación adecuada para las mujeres, ellas fallarán en sus mandatos para mejorar el desarrollo, la estabilidad, la seguridad y los derechos humanos. Y los diseñadores de políticas tendrán dificultades para conseguir la paz sostenible si se excluyen a las mujeres de los procesos de toma de decisiones. Yo argumenté en la primera ronda que las mujeres tal vez están "más a favor de la paz que los hombres, [son] menos propensas al conflicto, [son] más compasivas y diplomáticas". Por ende, su participación en la toma de decisiones nucleares tiene que ser promovida, y esto a menudo querrá decir que tendrán que permitir que las mujeres trabajen, aun teniendo una familia.

Del mismo modo, cabe señalar que para alcanzar la igualdad de género, se podría depender menos del número verdadero de mujeres trabajando en instituciones que de proporcionar las oportunidades de las mujeres visionarias y pragmáticas para que ocupen una posición con poder verdadero. Una vez que las mujeres ocupan cargos institucionales importantes, a menudo se garantiza un mejor entorno laboral para las demás mujeres. En la segunda ronda, analicé la apertura que Chonira Belliappa Muthamma creó para las generaciones de mujeres después de ella en el Servicio Exterior indio. Mujeres, tales como Muthamma, rompen con el techo de cristal, mientras realizan labores contundentes en la formulación de políticas.

A menudo, las mujeres trabajan el doble que los hombres para alcanzar puestos de influencia. Ya que se encuentran en estos cargos, a menudo deben de esforzarse más que sus homólogos para permanecer en el puesto. Al depender y demostrar la perseverancia que requiere su género, las mujeres podrían llegar a alterar el discurso sobre las armas nucleares para que al fin se logre el desarme global.

La disuasión: coexistiendo con el desarme

En su tercer ensayo de la mesa redonda, mi colega, Salma Malik, expresó su fe en que, "mientras más mujeres vayan adquiriendo influencia en la política de armas nucleares, el mundo aprenderá a "olvidar" por completo a las armas nucleares". Para Malik, "olvidar" el armamento nuclear significa conseguir el desarme completo. Sin embargo, "olvidar" el armamento nuclear sería lo incorrecto.

Cuando tenía siete años, mi maestra habló en clase sobre las armas nucleares. Ella dijo que Estados Unidos había construido una bomba nuclear sumamente eficaz y que planeaba utilizarla al día siguiente en contra de la Unión Soviética y, por ende, en contra de mis compañeros y yo. "Pero, no se preocupen", dijo la maestra. "La Unión Soviética tiene el mismo tipo de arma y la utilizará al mismo tiempo que los estadounidenses. Por lo tanto, el mundo entero será destruido".

Así que mi primer encuentro con el concepto de armas nucleares me hizo pensar que el mundo terminaría al día siguiente. Aún hoy en día, pensar en armas nucleares provoca el mismo miedo que sentí en ese entonces. Tal vez mi maestra no debería de haber amedrentado tanto a un grupo de niños fáciles de impresionar; no obstante, creo que la respuesta correcta a las armas nucleares es el temor arraigado.

También opino que las armas nucleares, —en la medida en que evitan la guerra por inspirar un terror profundo—, son una gran contribución para la humanidad.

En 1988, Margaret Thatcher y Gennady Gerasimov, portavoz para el ministerio soviético de relaciones internacionales, tuvieron un encuentro televisivo donde compartieron sus opiniones acerca de las armas nucleares. Gerasimov le dijo, en referente al escepticismo de Thatcher sobre el desarme en Europa: "Tú no crees en un mundo libre de armas nucleares. Por lo tanto, mi deber es convertirte a nuestra fe". Thatcher, hablando unas horas después en otro programa, respondió: "Yo quiero una Europa libre de guerra. En mi opinión, una Europa libre de armas nucleares, no llevaría a una Europa libre de guerra. … Las armas nucleares han mantenido la paz en Europa occidental por 40 años".

Han pasado más de 25 años desde ese encuentro, pero aún opino, como lo dijo Thatcher en ese entonces, que las armas nucleares impiden que la humanidad se destruya en una guerra mundial. Ahora bien, la disuasión nuclear es una cosa muy delicada, y está destinada al colapso, con consecuencias mortíferas, si la responsabilidad del mantenimiento es únicamente de los hombres que Carol Cohn describe en "Sexo y muerte en un mundo racional de intelectuales de defensa". Efectivamente, el acercamiento a la disuasión debe considerar, como lo dijo Cohn, la "repercusión emocional" de la guerra nuclear. Debe tomar en cuenta el acercamiento "femenino" de la mujer, como el de Rebecca Johnson del Acronym Institute, que continuamente le recuerda al mundo de las consecuencias fatales que conllevarían las detonaciones nucleares. Ella habla de la guerra nuclear en términos humanos; por ejemplo, reportando que si se lanzaran en Moscú las ojivas nucleares de tan sólo uno de los submarinos ingleses, Trident, 5,4 millones de personas morirían en cuestión de unos meses. Johnson se asegura de que las armas nucleares provoquen terror en el público; el mismo terror que yo sentí cuando niña. Ahora bien, ¿en cuanto a "los hombres blancos con corbata hablando sobre el tamaño de los misiles" que describe Cohn? También deben de sentir ese gran terror y hacerse responsables por ello.

El propósito de la disuasión nuclear es de prevenir las grandes guerras. Se puede satisfacer esta función de manera indefinida, si a la disuasión se le da un acercamiento con sensibilidad femenina en cuanto a los costos de una guerra nuclear, y también si, al mismo tiempo, el arsenal nuclear se reduce significativamente. Jamás se deberá olvidar el miedo.

La batalla de los sexos, el estado y las armas nucleares

Cuando quise incitar una reacción de nuestras colegas en mi primer ensayo de esta mesa redonda, me asombró un tipo de respuesta: que las armas nucleares son un bien nacional no negociable y, por ende, no debe verse desde un punto de vista de género. Si las personas son patrióticas, parece que el razonamiento es que la opinión sobre los temas domésticos debe ser la misma sin importar si son hombres o mujeres. Además, la insinuación pareciera ser que si hay pocas ganas de guerra, o si prefieren una circunscripción de paz en vez de una maquinaria de guerra, se pone en tela de juicio el fervor patriótico.

Puede que este punto de vista predomine, en particular, en el sur de Asia, donde las armas nucleares simbolizan el orgullo nacional y son como una especie de poción mágica que podría curar todos los males que acosan a la nación. Pero el patriotismo ha demostrado características de género en muchos lugares y ocasiones. El politólogo brasileño, José Eisenberg, analizó la relación entre las entidades de género y de políticas, desde Aristóteles hasta la actualidad. Señala que, conforme a las teorías actuales de la democracia en el siglo veinte, "[L]a lealtad a la república se presenta como una relación paternal, que comprende deberes cívicos y la lealtad a la soberanía;… la lealtad a la nación se concibe como una relación materna, que comprende el derecho de cosechar los frutos de las riquezas y la cultura del estado-nación. Desde este punto de vista, es fácil ver por qué algunos patriotas (hombres) consideran que su apoyo a las armas nucleares es el ejercicio virtuoso de sus deberes y entienden el escepticismo sobre las armas nucleares como un impulso que no merece mucho respeto.

Mientras tanto, la erudita sobre género y seguridad, Carol Cohn, en su famoso ensayo "El sexo y la muerte en el mundo racional de los intelectuales de defensa", describió su experiencia entre "hombres blancos en corbatas hablando del tamaño de misiles" que usan "un  lenguaje limpio" para hablar de bombas nucleares "limpias", mientras evitan pensar en la muerte de los civiles y lo que Cohn llama "las repercusiones emocionales" de la guerra nuclear. Los intelectuales que Cohn describe ciertamente se consideran patriotas y nunca se les ocurrió que deberían debatir sobre las armas nucleares y la guerra con un idioma sexista (y a menudo cómico).

Claro, el idioma y las imágenes sexistas no son exclusivos del ámbito nuclear. Probablemente han sido un elemento de guerra desde el principio de la misma. Aún así, no hay manera de evitar el hecho que las imágenes sexistas y patriarcales y un sentimiento de patriotismo basado en el género, a menudo, convierten el desarme y la no proliferación en algo "blando", feminizado o completamente castrado. Esto no sólo obstaculiza el desarme, sino también dificulta bastante el establecimiento de un acercamiento creíble feminista hacia los estudios estratégicos y el diseño de políticas de mano dura.

Todo este tema es bastante deprimente, pero me gustaría cerrar con una nota optimista al recordar el incidente de la Guerra de Yom Kipur de 1973. El Ministro de la Defensa israelí, Moshe Dayan, creyendo que su nación se estaba enfrentando a una amenaza existencial, promovió una manifestación para la capacidad nuclear de Israel, pero, según el experto en no proliferación, Avner Cohen, la Primera Ministra, Golda Meir, (conocida como la "Dama de Hierro", mucho antes que el término fuera asociado a Margaret Thatcher) le dijo a Dayan que "se olvidara de esa idea". Obviamente su noción del patriotismo no incluía la detonación nuclear que podría afectar grave y directamente al Medio Oriente. Tal vez, mientras las mujeres vayan adquiriendo influencia en la política nuclear de armas, el mundo aprenderá a "olvidar" por completo las armas nucleares.



Topics: Nuclear Weapons

 

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