¿Poder para las naciones no nucleares?
By Rodrigo Álvarez Valdés: ES |
Las definiciones de diccionario de "radical" incluyen "promover medidas extremas para retener… un estado político de los hechos". Esta definición describe bien el comportamiento de las naciones nucleares. Estos países dependen de su capacidad nuclear como eje de su posicionamiento estratégico y practican un radicalismo nuclear para asegurar su capacidad continua de depender de las armas nucleares. Los idealistas nucleares, por otro lado —los idealistas incluyen la mayoría, pero no todas las naciones no nucleares— ven el desarme como un imperativo urgente de seguridad y una prioridad moral. Los radicales y los idealistas se mantienen en conflicto y alcanzar los objetivos del Tratado de No Proliferación Nuclear parece ahora un sueño lejano.
Los dos bandos, a pesar de las tensiones que están desarrollando, han cooperado para diseñar mecanismos políticos y técnicos para controlar y manejar la tecnología nuclear. Esta arquitectura global ha logrado mucho en la no proliferación, la seguridad nuclear, e incluso en la reducción de arsenales nucleares, pero sigue muy lejos de conseguir el desarme. Peor aún, ha limitado seriamente el papel que los estados no nucleares pueden jugar en la "realpolitik nuclear" de las negociaciones hacia un desarme general. Las relaciones entre los estados nucleares y no nucleares han sido, y continuarán siendo, completamente asímétricas.
Los Estados no nucleares pueden haber perdido su mejor oportunidad de corregir esta asimetría en 1995. Ese fue el año en el que se planteó la extensión indefinida del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP); de hecho, la extensión fue el elemento más importante de las negociaciones que hubo en torno de la Conferencia de Examen del TNP de 1995. Los estados no nucleares tenían influencia, y podrían haberla usado para obligar a hacer mejoras en el Artículo VI del tratado, el cual exige a los estados que lleven a cabo negociaciones para el desarme de buena fe y cuanto antes. Pero el artículo VI se mantuvo inalterado,tan deficiente como siempre. Desde entonces, los países sin armas nucleares han tenido motivos para recordar 1995 con remordimiento.
Al no haber logrado sacar provecho de su influencia entonces, ¿podrán algún día los Estados no nucleares desempeñar un papel importante en el desarme? ¿Podrán empujar significativamente a los Estados nucleares hacia el desarme o incluso forzarlos a hacerlo?
Una cosa es segura: a los estados no nucleares parece habérseles agotado la paciencia para con los canales establecidos para el desarme. Un ejemplo de ellos es la demanda que interpusieron las Islas Marshall este año contra las naciones nucleares por su falta de desarme en la Corte Internacional de Justicia. El problema radica en que, aunque la Corte falle a favor de las Islas Marshall, no podrán hacer cumplir su veredicto. E incluso si se les impusiera algún tipo de sanción a los radicales nucleares, estos probablemente tratarían las sanciones como si fueran irrelevantes a su proceso de desarme.
Lo que se necesita no es acción legal sino política. Solo a través de la política pueden las naciones no nucleares esperar que se compense la asimetría que caracteriza sus relaciones con los países nucleares.
Una forma de atacar la asimetría podría ser el establecimiento de una zona global libre de armas nucleares. Grandes áreas del mundo, como África, Asia Central, América Latina y el Caribe, Mongolia, el Sudeste Asiático y el Pacífico Sur, ya están cubiertas por las zonas libres de armas nucleares. Si estas zonas se unieran y alentaran la creación de nuevas zonas en otras partes, el resultado sería un nuevo bloque político muy grande que, aunque no podría obligar a los estados nucleares a prescindir de sus armas, al menos podría entablar un diálogo con ellos sobre una base mucho más igualitaria. Asimismo, las naciones no nucleares podrían iniciar un proceso para enmendar el Artículo VI del TNP para hacerlo más duro y específico. El nuevo lenguaje podría requerir que "veinticinco años después de la fecha de la extensión indefinida del Tratado, se ha de convocar una conferencia para establecer un proceso claro para el desarme nuclear total en un cronograma definido."
Pero a la hora de la verdad, ¿qué probabilidades tienen los estados no nucleares de obtener el control del proceso de desarme? ¿Qué probabilidades hay de que obliguen a los estados nucleares a eliminar sus arsenales nucleares? En realidad, las probabilidades son bajas en ambos casos. Las naciones nucleares gozan de una asimetría de poder sobre otros países, y alterar su comportamiento será muy, muy difícil.