El caso en contra del desarme nuclear completo
By Sinan Ulgen: ES |
El desarme nuclear completo es una quimera peligrosa. Debido a tres razones fundamentales, intentar alcanzar este objetivo encomiable, en teoría, probablemente provocaría que el mundo sea más peligroso.
Primero, como método para mantener la seguridad, es difícil identificar una alternativa creíble a la disuasión nuclear. En pocas palabras, la disuasión nuclear sí ha funcionado. Aún en el momento más álgido de la polarización ideológica de la Guerra Fría, el mundo nunca antes había sido testigo del tipo de guerras a gran escala que, por la ausencia de la disuasión nuclear, se llevaron a cabo en la primera mitad del siglo XX. Los diseñadores de política reconocen ampliamente la capacidad destructiva de las armas nucleares y han podido entender las complejidades intrínsecas de un mundo nuclear. El concepto de destrucción mutua asegurada ha proporcionado, y sigue proporcionando, una base sólida para poder limitar el alcance y la escala de las confrontaciones entre los estados dotados con armamento nuclear.
Sin la disuasión nuclear, el mundo inmediatamente se volvería más peligroso. Si los bienes militares se limitaran a las armas convencionales, las naciones tendrían menos inhibiciones para con el conflicto armado. Esto sería verdad aun entre las mayores potencias. Reduciendo los desincentivos para el conflicto, la reanudación de la carrera armamentista convencional probablemente sería imparable. Entre otras cosas, esto afectaría significativamente los presupuestos nacionales. Hoy en día, por lo menos para los estados con armas nucleares, la existencia de la disuasión nuclear permite las reducciones drásticas de los gastos de defensa durante épocas de austeridad. Del mismo modo, los países que caen bajo la disuasión nuclear que proviene de otra nación, podrían gastar menos en capacidades militares convencionales de lo que gastarían en otra situación; se beneficiarían del dividendo nuclear. En suma, aunque parezca una paradoja, las armas nucleares son una fuerza de estabilidad. Es difícil imaginar cómo llegar a niveles similares de estabilidad por otro modo que no sea el de las armas nucleares.
En segundo lugar, ¿cómo se podría gestionar un mundo sin armas nucleares? Si el mundo fuera esencialmente un gran "cártel pacífico", efectivamente, este cártel sería bastante frágil. La teoría económica indica que los miembros de un cártel suelen exhibir comportamientos anti cártel, mientras las recompensas para hacerlo aumentan y los castigos se reducen. Una lógica similar también aplicaría en referente a las armas nucleares. En un mundo sin armamento nuclear, romper con los compromisos de un cártel al desarrollar la disuasión nuclear parecería presentar enormes beneficios de seguridad. Y en cuanto a las penalidades, nada menos leve que sanciones por un ataque militar, que tenga como propósito destruir el país en cuestión, cambiaría el cálculo del régimen rebelde que tiene la intención de adquirir armas nucleares. En otras palabras, para asegurarse que el mundo permanezca libre de armas nucleares, se requerirá la creación de un régimen universal fiel a ese propósito, respaldado por el uso creíble e inequívoco de la fuerza. El mundo jamás ha visto el surgimiento de dicha institución y probablemente nunca lo verá.
El tercer factor empujando en contra del desarme total es la dificultad de efectuar una transición hacia un mundo libre de lo nuclear. Los Estados han desarrollado elementos de disuasión nuclear por varias razones, pero la más importante, ya sea para las mayores potencias, o para las potencias medias tales como la India, Pakistán e Israel, ha sido la percepción de una amenaza. Hasta que las amenazas que han llevado a las potencias a adquirir armas nucleares sean erradicadas permanentemente, será difícil imaginarlos concordando para llevar a cabo el desarme completo. Por ejemplo, los sistemas de seguridad y políticos de Pakistán jamás llegarán a un acuerdo para el desarme total hasta que Pakistán se sienta seguro frente a la India: su vecino más poderoso y su rival geopolítico. Se podría argumentar de la misma manera en cuanto a Israel. El mundo tendrá que volverse mucho más adepto para resolver de manera pacífica, o por lo menos gestionar los conflictos regionales, ya sea por medio de una infraestructura universal de seguridad o por la multiplicidad de las arquitecturas regionales, para que estas potencias medias, en particular, consideren seguro el desarme total.
Eliminar las armas nucleares, aunque sea un objetivo noble, es una proposición difícil. Sin embargo, no quiere decir que los esfuerzos del desarme deben ser abandonados. Por el contrario, los estados con armas nucleares (Estados Unidos y Rusia en los primeros lugares) deben de inclinarse hacia la reducción de sus arsenales, sino el consenso subyacente de todo el régimen de no proliferación será disputado abiertamente con más frecuencia. Sin embargo, existe un límite en cuanto a lo que el desarme nuclear podría conseguir sin introducir nuevos riesgos de seguridad.
La disuasión nuclear ha servido muy bien al mundo por muchas décadas. Seguiría haciéndolo aun si los arsenales fueran más pequeños. La estabilidad podría permanecer si la cantidad de arsenales se redujera cerca de, pero no hasta llegar a cero. En efecto, ese debería ser el objetivo de la comunidad global nuclear.