China imprudentemente pospone el desarme
By Gregory Kulacki: ES |
Las crecientes capacidades chinas en materia económica y militar pueden haber aumentado las expectativas en Estados Unidos. Sin embargo, el Partido Comunista de China tiene una visión más modesta sobre su capacidad para abordar los problemas geopolíticos, inclusive el problema del desarme nuclear.
Límites al crecimiento. El Gobierno chino es responsable del bienestar de casi un quinto de la humanidad. Según el Banco Mundial, China se encuentra en el lugar n.° 71 entre todas las naciones en el producto bruto interno por persona. Para los dirigentes niños, el enorme tamaño de su población limita considerablemente las capacidades económicas de la nación. Desearían que sus homólogos en Estados Unidos fueran más comprensivos.
Las limitaciones demográficas a las posibilidades económicas chinas a largo plazo llevaron al Partido Comunista de China a fijar los gastos militares en aproximadamente el 2 por ciento del PBI; porcentaje que ha mantenido desde 1988. Las tasas relativamente altas de crecimiento económico anual han permitido incrementos anuales correspondientes en gastos militares, pero a medida que la economía china madura y se retrasa su tasa de crecimiento, es probable que los gastos militares corran la misma suerte.
Una obligación, no un lujo. Los dirigentes chinos son conscientes de que su participación en las negociaciones internacionales sobre el control de armas nucleares no implica que deba lograrse un determinado nivel de desarrollo económico o militar. Entienden que es obligatoria conforme a las estipulaciones del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). La obligación más importante que asumió China al adherir al TNP en 1992, que comparte con las otras cuatro naciones (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido y Francia) a las que se permitió temporalmente conservar las armas nucleares, es «llevar a cabo las negociaciones de buena fe» para un «tratado sobre el desarme general y completo».
Se mire por donde se mire, China no está cumpliendo esta obligación. Ninguno de los Estados con armas nucleares lo está. La negociación exitosa del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares -que quedó abierto a la firma en 1996- es la última medida considerable en pos del desarme adoptada por los Estados poseedores de armas nucleares. China todavía se niega a ratificar el tratado. Los expertos chinos en control de armas dicen que su Gobierno está esperando a que Estados Unidos lo ratifique primero (EE. UU. lo firmó pero el Senado no lo ha confirmado), lo que sugiere que los dirigentes chinos tienen poco interés en cumplir un rol más activo al abordar el problema del desarme nuclear.
Es una pena. China tiene un arsenal nuclear relativamente pequeño que mantiene fuera de alerta. Sus dirigentes siguen comprometidos con la política de renuncia al primer uso que China anunció tras su primer ensayo nuclear. Estas políticas dan derecho a China a reivindicar un rol de liderazgo en el control internacional de las armas nucleares.
Liderar o perder. Es posible que los dirigentes chinos no se hayan dado cuenta de que su enfoque pasivo con respecto al desarme nuclear supone un problema diplomático creciente. Los analistas de defensa y responsables de la adopción de políticas en Washington, Tokio y otras capitales nacionales sospechan que China no quiere desempeñar un rol más activo en las conversaciones multilaterales para el desarme nuclear porque se está preparando para fortalecer su arsenal nuclear, poner a sus fuerzas nucleares en situación de alerta máxima, o modificar la política de renuncia al primer uso del país. El Gobierno chino se niega firmemente a hablar sobre el tamaño, la composición o las operaciones de sus fuerzas nucleares, alentando así las sospechas. Los analistas chinos de control de armas nucleares afirman que el silencio de China es una política constructiva porque la incertidumbre que genera permite a Pekín disuadir un ataque nuclear sin aumentar el tamaño o el nivel de alerta de sus fuerzas nucleares. Esto puede ser cierto. Sin embargo, sea lo que sea que beneficie a China a consecuencia de fomentar las dudas sobre sus capacidades nucleares, viene a costa de la creciente preocupación internacional sobre las intenciones de Pekín.
Aunque la obligación de China de participar en las iniciativas para el desarme de buena fe no se vincula a su nivel de desarrollo, existe una conexión entre las cada vez mayores capacidades económicas y militares chinas y la creciente preocupación internacional sobre las ambiciones de sus dirigentes. Las prolongadas disputas territoriales entre China y sus vecinos se están complicando a medida que Pekín se vale de una mayor presión económica y fuerza militar al insistir en sus reclamaciones de soberanía. Los Estados sin armas nucleares destinatarios de esta presión se sienten intimidados por las capacidades nucleares chinas y, lo que es más importante, la preocupación de los vecinos no nucleares de China es un factor importante en las deliberaciones de Washington sobre sus propias fuerzas nucleares. Los funcionarios de defensa estadounidenses se oponen a las propuestas de declaración de una política de renuncia al primer uso, suspensión del estado de alerta o reducción de las fuerzas nucleares de EE. UU., en parte debido a la preocupación de que estos cambios perjudiquen la credibilidad de las garantías de Washington para con sus aliados asiáticos. La falta de transparencia de China sobre el tamaño, la composición y las operaciones de sus fuerzas nucleares, sin importar qué tan bien intencionada sea, dificulta a los defensores del control de armas nucleares de Estados Unidos la superación de la oposición oficial.
Los tiempos han cambiado. Mao Zedong, Zhou Enlai, y los otros fundadores de la República Popular decidieron desarrollar armas nucleares en una época en la que creían que el mundo estaba inmerso en una lucha revolucionaria que podría desencadenar una guerra mundial. El Partido Comunista de China ya no cree que esta sea la situación internacional. El informe del 18.° Congreso del Partido en 2012 describe un mundo cada vez más multipolar, interdependiente y estable en el que China ya no podría seguir necesitando las armas nucleares.
En este mundo, las armas nucleares chinas son de alguna forma una carga. Mientras que los dirigentes en Pekín afirman que procuran lograr una distribución más equitativa de la autoridad e influencia nacionales en este nuevo mundo multipolar, muchos analistas y funcionarios estadounidenses interpretan que las iniciativas chinas para lograr este equilibrio son un malicioso intento para desplazar a Estados Unidos como líder global. Sostienen que la defensa de China de sus reclamaciones de soberanía es un presagio de sus ambiciones nacionales agresivas, y advierten que para China la posesión de armas nucleares es una condición sine qua non del liderazgo global.
Una recomendación. Si China realmente ve al mundo tal como se describió en el Congreso del Partido, Pekín podría adoptar varias medidas para consolidar el surgimiento de un mundo así. Una de ellas sería desempeñar un rol más activo en las negociaciones internacionales para el control de las armas nucleares. Otra, más drástica, sería la decisión unilateral de desarme.
La voluntad de efectuar el desarme debilitaría los argumentos de los escépticos que consideran a China un asesor en procura de la hegemonía regional o global. Daría un enorme impulso al prestigio internacional de China, volvería a equilibrar las relaciones internacionales y transformaría las percepciones internacionales sobre las reclamaciones chinas de soberanía. Una China no nuclear podría presionar con más eficacia a otros Estados con armas nucleares para que siguieran su ejemplo. A su vez, sin armas nucleares, finalmente recibiría de Washington la garantía de renuncia al primer uso que ha procurado en las conversaciones bilaterales sobre estabilidad estratégica.
Probablemente China tenga más para ganar al deshacerse de sus armas nucleares que al mantenerlas, modernizarlas o ponerlas en alerta. Puesto que los dirigentes chinos intentan volver a equilibrar las relaciones internacionales en lo que describen como una era nueva y cooperativa de interdependencia multilateral, la eliminación de las armas nucleares de China es una opción estratégica que merece ser considerada seriamente.