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By Sunday Jonah (ES), May 31, 2012
Algo en lo que todos los participantes de la Mesa Redonda están de acuerdo es en que ciertos elementos del régimen de la no proliferación requieren un fortalecimiento fundamental. Para lograr esto, los autores de la Mesa Redonda han propuesto una amplia gama de ideas tales como alterar la estructura y expandir los poderes del Organismo Internacional de Energía Atomica (OIEA); permitir que algunos países que están al margen del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) se adhieran al tratado como Estados con armamento nuclear; y establecer zonas libres de armas nucleares en el Medio Oriente y en Asia del Sur. A pesar de que todas estas propuestas pretenden sentar bases sólidas para la acción multilateral hacia el desarme y la no proliferación, éstas han provocado desacuerdos significativos entre los autores.
Naeem Ahmad Salik escribió en su segundo ensayo, refiriéndose a mi argumento de que la autoridad del OIEA debe ser ampliada y su misión redefinida, que “el régimen de la no proliferación no es la panacea para todos los problemas, y el papel de la agencia tampoco debe ser expandido, al punto que no pueda cumplir con sus obligaciones.” Pero el mismo Salik señaló en su primer ensayo que el TNP se ha visto afectado por estructuras de apoyo institucionales inadecuadas — por ejemplo, cuando el OIEA no tiene a su disposición medios de acción distintos a la remisión al Consejo de Seguridad de la ONU en caso de incumplimiento del tratado. Salik también instó en su primer ensayo a que se instaure un consorcio internacional bajo el auspicio del OIEA que garantizaría el acceso al combustible y a la tecnología nuclear a las naciones, a cambio de que regresen el combustible gastado y de que acepten el Protocolo Adicional del Acuerdo de Salvaguardias del TNP. Parece que Salik, en una medida mayor de lo que su segundo ensayo indica, concuerda conmigo en que se debe expandir la autoridad de la agencia. (Pero a la larga, por supuesto, cualquier expansión de la autoridad del OIEA dependería en la definición del alcance de tal expansión y en el establecimiento de una agenda integral para lograrlo).
Salik tampoco está de acuerdo con mi aseveración previa: “la amenaza de que los agentes no estatales adquieran armamento nuclear se ha vuelto más urgente desde el 11 de septiembre de 2001.” Salik cree que la amenaza del terrorismo nuclear no ha crecido desde el 11 de septiembre de 2001; al contrario, es la preocupación por la amenaza la que ha aumentado. No es que sus afirmaciones y las mías se contradigan precisamente, pero vale la pena tener en mente que el aumento en el enfoque mundial en la seguridad nuclear desde el 11 de septiembre de 2001, de ninguna manera ha eliminado el interés de los terroristas por obtener armamento nuclear. De hecho, Ayman al-Zawahiri, una personalidad de alto rango de Al Qaeda, hizo eco en su libro, Exoneración del año 2008, de una fatwa del año 2003 pronunciada por el clérigo saudí, Nasir al Fahd, que justificaba el uso del armamento nuclear. En todo caso, el terrorismo nuclear permanecerá como una amenaza legítima que merece la atención contínua a los niveles más altos.
En una nota relacionada, siento que mis colegas de la Mesa Redonda no le han prestado suficiente atención a la Cumbre de Seguridad Nacional del año 2010 en Washington, ni a su equivalente en Seúl en el año 2012. La seguridad nuclear debe ser tratada como un elemento importante del régimen de la no proliferación, y las reuniones cumbre han desempeñado un papel importante para colocar a la seguridad nuclear, y por extensión al TNP mismo, como prioridad en la agenda mundial. A estas alturas, podría ser adecuado asignarle a la seguridad nuclear la misma importancia que se le atribuye a los tres pilares existentes del tratado — la no proliferación, el desarme y la cooperación nuclear pacífica.
Otra iniciativa positiva para la seguridad nuclear sería involucrar más en los esfuerzos a favor de la no proliferación a las empresas privadas que proporcionan los materiales nucleares y operan las instalaciones nucleares. Lo más difícil de fabricar un arma nuclear es obtener los materiales nucleares cuya seguridad es, en parte, la responsabilidad de estas compañías. Se debe asegurar que las acciones de las empresas se realicen con estricto apego al TNP, con respecto a la seguridad, la consolidación y la contabilización de tales materiales, y este esfuerzo debe ser considerado como una parte clave del proyecto de la comunidad global de la no proliferación para conseguir la seguridad de todos los materiales nucleares.
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