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By Hira Bahadur Thapa (ES), August 23, 2012
La energía nuclear ha suscitado un nuevo interés en los últimos años, en parte por su capacidad de generar electricidad produciendo emisiones insignificantes de gases de efecto invernadero. Sin embargo, para muchos de los países en desarrollo, poder establecer y mantener un sector de energía nuclear supone una plétora de retos, sobre todo para “los países menos desarrollados” tales como Nepal, mi propio país. Aunque Nepal se volvió miembro del Organismo Internacional de Energía Atómica en el 2008, no parece ser un candidato adecuado para desarrollar un sector de energía nuclear debido a los recursos limitados de capital y humanos del país.
Pero debido a la amenaza global del cambio climático, hasta las naciones sin reactores de energía propios podrían beneficiarse de la expansión mundial de la energía nuclear. Si el cambio climático sigue avanzando, Nepal deberá enfrentarse a amenazas a su fuente de agua debido al derretimiento del glaciar del Himalaya y al sector agricultor por los cambios potenciales en los patrones climáticos. Por lo tanto, Nepal tiene buenos motivos para aceptar que se desarrolle aún más la energía nuclear en otros países.
Pero aunque la expansión nuclear produjera beneficios relacionados con el cambio climático para un país como Nepal, introduciría asimismo nuevos riesgos. Por ejemplo, un accidente como el que ocurrió el año pasado en la Planta Nuclear Fukushima Daiichi — o, peor aún, un incidente similar al desastre de Chernobyl en el año 1986 — podría tener terribles consecuencias dentro de Nepal. Casualmente, Nepal está rodeado por dos países en desarrollo que se encuentran entre los candidatos principales del mundo para la expansión nuclear — China y la India. Como ya destacó Wang Haibin en su primer ensayo de la Mesa Redonda, muchas personas en el mundo en desarrollo ven con escepticismo la capacidad de sus gobiernos para supervisar la energía nuclear. Tal escepticismo no debe limitarse sólo al gobierno de uno.
Para Nepal, sin embargo, los riesgos intrínsecos de la expansión nuclear también implican la dimensión de seguridad. El sur de Asia, una región peligrosa por la enemistad entre la India y Pakistán, cuenta con una historia de eventos terroristas, como el ataque coordinado en contra de Mumbai en el año 2008. A Pakistán le han acusado a menudo de prestarle ayuda a los grupos terroristas. En tal ambiente, todas las instalaciones nucleares deben ser consideradas como posibles blancos por terroristas y, por lo tanto, un aumento en el número de instalaciones elevaría el riesgo de un ataque.
Otro problema que causa que algunos nepalíes sean aprensivos es el acuerdo de cooperación nuclear entre EE.UU. y la India. Pakistán, naturalmente, reaccionó al tratado de manera muy negativa, pero el acuerdo también es preocupante debido a lo que sugiere sobre las actitudes estadounidenses e indias hacia China. Según Shyam Saran, ex secretario de Relaciones Exteriores de la India, el acuerdo “refleja una cierta convergencia estratégica entre los Estados Unidos y la India…Tenemos preocupaciones y actitudes similares en lo referente al avance de China”. Y cualquier indicio de tensión entre la India y China debe preocuparle a Nepal.
Los recursos de Nepal son limitados — tecnológica, científica y financieramente. El país no puede costear un sector nuclear propio. No obstante, se beneficiaría en términos medioambientales de la expansión nuclear en otro lugar, a pesar de los riesgos arriba mencionados. A lo mejor un día, los riesgos vinculados a la energía nuclear podrán reducirse por medio del desarrollo y la comercialización de los reactores de fusión, una tecnología que podría revolucionar el sector nuclear en todo el mundo. Hasta entonces, sin embargo, las potencias regionales deben asegurarse de que la energía nuclear reduzca los riesgos en vez de agravarlos.
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