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By Kayhan Barzegar (ES), February 7, 2013
En la primera ronda de ensayos, los tres autores de esta Mesa Redonda coincidieron en dos afirmaciones, aunque a través de caminos diferentes: primero, que una línea fina separa las actividades nucleares pacíficas de la proliferación nuclear y que es fundamental que los miembros del Grupo de Suministradores Nucleares encuentren un equilibrio entre ambas; y, segundo, que el GSN debería hacer un esfuerzo mayor para promover la cooperación en el marco de la energía nuclear, para ayudar a hacer frente a la demanda creciente de energía de las naciones en desarrollo, al servicio del desarrollo sostenible.
Raymund Jose G. Quilop advierte un floreciente "renacimiento nuclear" en el Sudeste Asiático. En el Medio Oriente está sucediendo algo similar, con la esperanza de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) de que su primer reactor comience a operar en el año 2017 y los ambiciosos planes de Arabia Saudita para tener su propio sector nuclear. Los EAU firmaron un acuerdo de cooperación nuclear muy anunciado con Estados Unidos, y Arabia Saudita firmó acuerdos de cooperación nuclear con países entre los que se cuentan Francia, Argentina, China y Corea del Sur.
Sin embargo, en el terreno nuclear la política puede interferir con las transferencias tecnológicas, como lo demuestra el programa nuclear de Irán. Desde que comenzó el conflicto en relación con el programa en 2002, las diferencias entre el punto de vista de Irán y los de destacados miembros occidentales del GSN (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Alemania) han llevado a que la disputa trascienda la esfera de las prerrogativas nacionales y la necesidad de mayores suministros de energía. En su lugar, este punto muerto se ha relacionado con cuestiones más amplias de seguridad regional e internacional.
No hubo confusión. Al comentar el conflicto, mi colega Rajiv Nayan afirmó que en mi primer ensayo confundí las funciones del GSN y del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). No existe tal confusión. El GSN se creó para complementar el tratado pero, al llevar a cabo sus actividades, ha pasado a ser un instrumento para implementar un régimen discriminatorio de no proliferación. Al hacerlo, ha debilitado uno de los pilares del tratado: la idea de que deben promoverse los usos pacíficos de la energía nuclear. Este es en realidad el pilar que más interesa a los países en desarrollo.
Por supuesto, el GSN se instauró como un intento de un número de signatarios del TNP de evitar la desviación de materiales que podrían utilizarse para fabricar un arma nuclear, pero no deben olvidarse dos cuestiones fundamentales con respecto a la relación del grupo con el régimen del tratado. En primer lugar, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que es el encargado de aplicar las salvaguardias nucleares y que supervisa si un país cumple o no las disposiciones del tratado. En segundo lugar, la primera obligación legal de los miembros del GSN es para con el tratado en sí mismo, y el tratado impide las transferencias nucleares que permitirían la adquisición de armas nucleares a estados que no cuentan con ellas. Aparentemente esta obligación se habría contravenido a raíz de la excepción que el GSN concedió a la India en 2008. Entretanto, el GSN se niega a realizar negocios con Irán, un signatario del tratado, y de ese modo no actúa en consonancia con el espíritu del TNP, el mismo tratado que tiene como fin complementar.
Nayan escribe también que "los antecedentes de Irán en relación con la proliferación son variados, lo que explica sus dificultades actuales". Aquí repite las afirmaciones de algunos estados con armas nucleares, pasando por alto que los problemas de Irán con Occidente se relacionan más con la política que con las transferencias de la tecnología nuclear de por sí. Este callejón sin salida en relación con el programa nuclear de Irán debe considerarse en el contexto más amplio de las políticas del Medio Oriente, y especialmente del monopolio nuclear de Israel en la región.
Nadie puede negar que Irán ha sido desde hace mucho tiempo un entusiasta defensor del tratado, ni tampoco que las actividades nucleares de Irán se desarrollan bajo la supervisión del OIEA. Una vez más, la disputa sobre el programa nuclear de Irán tiene más que ver con la postura del país en cuestiones estratégicas y de seguridad, que con sus antecedentes de proliferación. Teherán ha tenido oportunidades para retirarse del tratado en el pasado, pero ha decidido permanecer en él, en aras de la transparencia y de actuar en el marco del sistema de salvaguardias internacionales. De hecho, de conformidad con el Artículo X, Irán podría haberse retirado legítimamente del tratado después de que India y Pakistán hicieran ensayos con dispositivos nucleares en 1998.
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