El sistema de defensa contra misiles depende de quien lo mire

By Liviu Horovitz: ES, October 7, 2014

Afortunadamente, sólo existe evidencia empírica limitada sobre la eficacia de las armas nucleares como instrumentos de política exterior. Esto quiere decir que la evaluación de la política nuclear está fundamentada principalmente en la teoría y, claro, la propia perspectiva sobre el sistema de defensa contra misiles está sumamente influenciada por las presunciones teóricas.

Pero la opinión sobre el sistema de defensa contra misiles también depende de la lealtad personal. Soy nativo de Rumania, un aliado de segundo nivel de EE.UU. en Europa, por lo tanto, seré más propenso a apoyar las perspectivas que se alinean con los intereses de Rumania y las naciones similares. Juzgaré los métodos teóricos para la defensa contra misiles a la luz de sus implicaciones en mi propio país. Creo que podremos entender mucho mejor el debate sobre las armas nucleares (y la defensa contra misiles) dentro del marco que enfatiza el desarme, la estabilidad y la supremacía nacional. ¿Cuál encaja mejor con su propia lealtad?

Aquellos en pro del desarme. Los defensores del desarme vienen en por lo menos dos categorías; aquellos que niegan la capacidad de las armas nucleares de disuadir y limitar y aquellos que la aceptan. Las personas en el primer bando descartan la idea de que las armas nucleares pueden permitir que las mentes calculadas prevalezcan. Por el contrario, creen que las armas nucleares están destinadas a causar cálculos erróneos y guerras. Aunque el sistema de defensa contra misiles podría potencialmente ser utilizado para forzar el cumplimiento en un mundo desnuclearizado, las personas en el primer bando creen que la defensa contra misiles sólo desviaría los esfuerzos para la abolición y haría que el mundo, de por sí inestable, fuese mucho más peligroso.

El segundo bando acepta la idea de que las armas nucleares realizan una función limitante, pero cree que este beneficio es sobrepasado por los riesgos asociados como el uso accidental o los peligros de la seguridad nuclear. Muchos de los que tienen esta opinión, aunque alguna vez tuvieron esperanzas de una reforma de la arquitectura actual de la seguridad global para permitir el desarme, han abandonado esta ambición. Ahora esperan que los estados dotados de armas nucleares reconozcan los riesgos intrínsecos de la posesión de armas y que procedan hacia la abolición de las mismas. En dicho escenario, los gobiernos concienzudos podrían cooperar para establecer un sistema global de defensa contra misiles que haría obsoletos los misiles nucleares. Por lo tanto, se podría convencer que los reductos nucleares sean desarmados.

A primera vista, el argumento de aquellos a favor del desarme es atractivo. Cualquier uso de armas nucleares seguramente tendría consecuencias catastróficas para el mundo entero. Pero como la mayor parte del planeta depende de una manera u otra de las armas nucleares para la seguridad —y sin serias discusiones futuras para la reforma de la arquitectura actual de la seguridad global— la abolición sigue siendo un castillo en el aire, sin importar cuán deseable sea como objetivo. Por ende, los sistemas de defensa contra misiles deben ser evaluados dentro de un sistema internacional competitivo que actualmente existe, no dentro de un mundo hipotético de gobiernos progresistas. Hay pocas razones para creer que cualquier estado renunciaría a sus ventajas en el sistema de tecnología de defensa contra misiles, por el que trabajaron arduamente, u obedecer un sistema verdaderamente cooperativo.

Aquellos que buscan la estabilidad. Mientras tanto, el acercamiento teórico de los que quieren la estabilidad es caracterizado por la valoración del status quo y su perpetuidad. Los estabilizadores detestan el conflicto interestatal. Sostienen que en un mundo dotado de armas nucleares, es más importante que nunca que todas las naciones utilicen la fuerza militar sólo para asegurarse de la seguridad física contra agresiones extranjeras. Los estabilizadores tienen como objetivo evitar dilemas de seguridad y, por ende, buscan evitar guerras. Algunos estabilizadores recibirían la abolición de armas nucleares con los brazos abiertos, pero consideran que el futuro del desarme es sombrío; esperan que un proceso de paso a paso dé el resultado deseado. Otros estabilizadores aceptan la noción de que las armas nucleares generalmente estabilizan, y están dispuestos a vivir con los riesgos inherentes de las armas. Sin embargo, todos los estabilizadores no aprueban los desafíos del orden actual internacional.

Según los estabilizadores, el sistema de defensa contra misiles es tanto inútil como arriesgado. Inútil porque las capacidades altamente convencionales y nucleares de los estados dominantes pueden disuadir a aquellos a favor de la proliferación de emprender una aventura. Aunque las potencias nucleares emergentes podrían protegerse contra una invasión, no pueden someter a los demás; ellos saben que lanzar un ataque nuclear garantizaría una acción punitiva devastadora. El sistema de defensa contra misiles es arriesgado, entretanto, porque puede desestabilizar las relaciones entre las mayores potencias. Si una potencia nuclear teme que la mayoría de sus misiles serían destruidos en un primer ataque y que los restantes serían interceptados por la defensa contra misiles, construiría un arsenal más grande y desarrollaría sus propias capacidades de defensa.

Los argumentos de los estabilizadoresparecen bastante razonables desde la perspectiva de los aliados de segundo nivel en Europa. Estos países se han beneficiado del paraguas inatacable de seguridad estadounidense. La paz y la previsibilidad que redundan, han permitido el crecimiento económico y la prosperidad relativa. El espíritu aventurero de las nuevas potencias nucleares lejos de las costas europeas parece un problema gestionable para las nacionales tales como Rumania. El conflicto entre las grandes potencias les parece amenazadores. Ciertamente, parte de la tensión entre Estados Unidos y Rusia atañe en el sistema de defensa contra misiles. Pero esta última podría ser tan sólo un síntoma de un desacuerdo mayor entre dos naciones. Si ese es el caso, la prohibición de la defensa contra misiles no conseguiría mucho. En otro ámbito, las tensiones estadounidenses-rusas simplemente explotarían.

Intereses supremos. Los supremacistas, por otro lado, se concentran en la promoción del bienestar de sus naciones con todos los medios posibles. Consideran que se necesita resguardar al mundo para alcanzar sus intereses. La estabilidad tiene valor si el status quo es favorable, pero si no lo es, se pueden cambiar las circunstancias mediante el ejercicio del poder. Aunque las caja de herramientas del poder contiene varias herramientas, poder amenazar a los demás es esencial. Jugar con el poderío militar en un entorno nuclear obviamente es peligroso, y siempre hay una posibilidad de una escalada sin control. Sin embargo, los supremacistas se sienten cómodos dejando que sea fortuito.

Por ende, para los supremacistas, el sistema de defensa contra misiles es útil. Para estar seguros, a veces los estados más fuertes pueden disuadir a los estados nucleares débiles de comportarse temerariamente. Pero, si las preferencias de los estados dominantes chocan con los intereses fundamentales de los estados más débiles, el resultado es un desequilibrio de los riesgos que podrían prevenir que los poderosos doblaran el brazo del más débil. Un sistema razonable contra misiles con buen funcionamiento podría servir de antídoto a este problema. Debilitaría la capacidad del estado más débil de atacar al más fuerte, —así como la capacidad del estado más fuerte de infligir un castigo masivo—,  y robustecería la mano coercitiva de los poderosos. Aunque la defensa contra misiles podría afectar otras grandes potencias, también podría forzarlos a desviar sus pocos recursos hacia las salvaguardas para la disuasión nuclear. Esto debilitaría su poder en otras áreas.

Parece que los argumentos de los supremacistas parecen no ameritan el apoyo (salvo tal vez para los ciudadanos de los países supremacistas). De todas forma, desde una perspectiva rumana, el orden internacional actual dominado por EE.UU es muy positivo. Sin embargo, parece una apuesta arriesgada suponer que el orden internacional actual —tan favorable para mis intereses— puede mantenerse por una eternidad sin llegar a conflictos. Un nuevo orden global económico ya está en camino, y las potencias emergentes pronto exigirán tomar sus lugares en el planeta. ¿Cuál es la mejor manera de asegurar que cualquier transformación que se aleja del orden actual sea paulatina y no interrumpa? ¿Depender de la agilidad militar permitiría tal transformación, o sólo llevaría a la guerra y a la destrucción? Esto es el meollo de la cuestión.

Los despliegues actuales de defensa contra misiles de Estados Unidos son limitados y sin base alguna. Sin embargo responden bien a los intereses de los aliados de EE.UU. Representan un cable detonante estadounidense, uno que le da garantías a la élite de varios países que Washington está defendiendo su seguridad. Es difícil decir si el despliegue completo de las defensas perjudicaría o lastimaría más los intereses de los aliados de EE.UU. Ciertamente, si se considera el malo desempeño de la defensa contra misiles de EE.UU en varios ensayos recientes, esas defensas plenas tal vez no se vuelvan una realidad.



Topics: Nuclear Weapons

 

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