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By Wu Chunsi: ES, June 4, 2015
¿Será cierto argumentar que las armas antisatélite aumentan el riesgo de una guerra nuclear? No lo es.
Ninguna nación lanzaría un ataque nuclear porque su adversario posee armas antisatélite. Por el contrario, lanzaría un ataque porque su adversario evidentemente tenía la intención de montar su propio ataque estratégico. Por supuesto, en las primeras etapas de un ataque nuclear las armas antisatélite podrían ser usadas para destruir los sistemas de comando, control, comunicación e inteligencia de la contraparte. Aún así, las armas antisatélite serían herramientas en un conflicto nuclear, y no el "motivo" del conflicto. (Lo mismo aplica para las armas nucleares en sí). Lo más que se puede decir sobre las armas antisatélite y el riesgo de una guerra nuclear es que, en una crisis, estas armas podrían complicar los cálculos de los estados con armamento nuclear, o, figurarían en la decisión de una nación de tomar una acción nuclear preventiva. Sin embargo, las armas antisatélite no serían el "motivo" de la acción preventiva.
Para los estados con armamento nuclear que aplican la política de no usar las armas primero, incluyendo a China, las armas antisatélite no podrían, por su definición, provocar un ataque nuclear. Si las armas antisatélite efectivamente fueran utilizadas en una crisis, pero todos los países afectados estuvieran comprometidos a la política de no usar las armas primero, el conflicto podría verse limitado dentro de una arena convencional, sin llegar a la intensificación de una guerra nuclear. Los riesgos nucleares solo aumentan si los estados que consideran utilizar las armas primero se ven involucrados. Por ende, lo que es muy peligroso en una crisis es la política que permita el uso de armas nucleares primero y no la existencia (o ausencia) de las armas antisatélite.
Además, las armas antisatélite no son un elemento clave en las decisiones de los países de adoptar las políticas que permiten el uso de las armas nucleares primero. Mi punto sería más claro si lo digo de esta forma: En un mundo sin armas antisatélite, ¿se esperaría que todos los estados con armas nucleares adoptarán la política de no usar armas primero? La respuesta probable es que no. El hecho que un estado con armamento nuclear tome acción preventiva en una crisis se determinaría por la voluntad política del país para usar las armas nucleares y su doctrina militar en su totalidad y no por sus armas antisatélite. Por ende, centrarse en las armas antisatélite es malinterpretar el problema fundamental que pone en peligro al mundo en esta era nuclear.
Alerta y con sospechas. En enero 2007, el Canciller de Relaciones Exteriores de China anunció que China había realizado un experimento en el espacio ultraterrestre, pero algunos funcionarios extranjeros y medios de comunicación rechazaron la explicación del evento chino y, por el contrario, describieron el experimento como una prueba antisatélite. Sin importar lo que dijera Pekín, esas caracterizaciones continuaron sin alteraciones. Al mismo tiempo, surgieron argumentos que las armas antisatélite podrían aumentar el riesgo de la guerra nuclear.
En 2010, China anunció que había realizado un prueba terrestre de intercepción de misiles en medio curso. Y de nuevo, algunos países se rehusaron a aceptar la explicación de China e intencionalmente opacaron la distinción entre la intercepción de misiles y la tecnología antisatélite. La idea equivocada surgida de la imaginación internacional sobre el supuesto programa de armas antisatélite de China empeoró.
Por ende, para China, es bastante natural permanecer en alerta y sentir recelo de los argumentos sobre armas antisatélite y el riesgo de la guerra nuclear. Efectivamente, China sospecha que tales argumentos tienen la única intención de estigmatizar y perturbar el programa espacial ultraterrestre de China.
Desde el punto de vista de China, el factor clave de las cuestiones espaciales es construir (o reconstruir) la confianza entre Occidente y el Este. Puede que China sea un principiante en el espacio ultraterrestre, pero también tiene derechos legítimos allí, algo que los países occidentales deberían reconocer. De lo contrario, obstruirían las relaciones entre China y otros recién llegados al espacio ultraterrestre. Y las interacciones entre los nuevos y viejos miembros del club del espacio ultraterrestre se verían dañadas por la tensión y la desconfianza. Para Estados Unidos y China, reconocer los intereses de cada uno en el espacio ultraterrestre es una base necesaria para la comunicación eficaz en cuanto al espacio y otras cuestiones estratégicas.
China está dispuesta a dialogar con Estados Unidos y ha demostrado una actitud positiva sobre el compromiso con Washington, pero Estados Unidos parece que no considera que el compromiso estratégico con China sea positivo. Tres aspectos de la actitud estadounidense ameritan la atención.
Primero, Estados Unidos tiene la costumbre de clasificar a los países, como aliados, enemigos y así sucesivamente. Claramente, China no cae en la categoría de aliados de EE.UU. En 2009, después de muchos años de esfuerzo, China pudo romper con las limitaciones que imponían las clasificaciones de Washington, y los dos países establecieron el Dialogo Estratégico y Económico de EE.UU- China: un mecanismo que permite que los funcionarios de alto rango de ambos lados debatan la importancia política, económica y estratégica. Por muchos años, el dialogo de alto nivel entre China y Estados Unidos fue denotado como "dialogo principal" porque Estados Unidos reserva el término "dialogo estratégico" para las interacciones con los aliados. Pero parece que la actitud de EE.UU. hacia el Dialogo Estratégico y Económico aun la influye "la clasificación de país" de China. Parece que Washington es más sensible a lo negativo que a lo positivo de la relación bilateral.
Segundo, el lado de EE.UU. restringe severamente los intercambios estratégicos con China en ámbitos tales como la relación militar-militar, la cooperación en el espacio ultraterrestre y las exportaciones de tecnología alta. Estas restricciones crean muchas críticas dentro de la sociedad china y no permiten que Pekín confíe en Estados Unidos.
Tercero, Estados Unidos sigue desarrollando y trabajando hacia el lanzamiento de sistemas de defensa de misiles estratégicos dentro de Estados Unidos y en los países en la periferia de China, aunque China ha expresado continuamente sus preocupaciones sobre las implicaciones del sistema estratégico para la disuasión nuclear de China. Tomando en cuenta los planes de defensa con misiles de Washington, los argumentos sobre la naturaleza desestabilizante del programa espacial de China son aun menos convincentes.
Si alguien quiere suavizar el riesgo de una guerra nuclear, las armas antisatélite no deberían ser el enfoque principal. El intercambio de opiniones de una gran cantidad de temas adicionales sería más productivo para reducir el recelo estratégico y mermar el riesgo nuclear. Desde el punto de vista de China, vincular la guerra nuclear con las armas antisatélite solo indica que los países occidentales quieren limitar el programa ultraterrestre de China. Sin embargo, no hace nada para reducir el riesgo nuclear. Puede que el intercambio en esta mesa redonda, en donde las partes de varios lados expliquen, clarifiquen y elaboren sus posturas sobre cuestiones estratégicas, ayude a deshacerse de malentendidos, interpretaciones equivocadas y cálculos erróneos.
Topics: Nuclear Weapons, Technology and Security
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