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By Nilsu Goren: ES, May 30, 2016
Por la noche, en el horario de la costa este de Estados Unidos, leer las noticias matutinas turcas sobre Siria e Irak no me permite dormir. El insomnio es especialmente grave cuando mis pensamientos no solo se centran en la seguridad nuclear en Siria e Irak, sino en países de todo Oriente Medio.
Todos los participantes de esta mesa redonda están de acuerdo en que, a pesar de los logros de las Cumbres sobre Seguridad Nuclear, la amenaza de terrorismo nuclear no está disminuyendo necesariamente. En Oriente Medio el terrorismo nuclear parece ser un problema particularmente apremiante. Es verdad que la región carece de grandes cantidades de uranio altamente enriquecido y de plutonio. Sin embargo, su inestabilidad política y su tendencia hacia el extremismo violento son problemas que pueden hacer posible el terrorismo nuclear.
De acuerdo con el Índice de Seguridad Nuclear de 2016, publicado por la Iniciativa relativa a la amenaza nuclear (Nuclear Threat Initiative; NTI, por sus siglas en inglés), las naciones de Oriente Medio se posicionan muy mal en lo que refiere a la protección de sus materiales nucleares contra robos. De los 24 países que poseen al menos 1 kilogramo de materiales nucleares para uso armamentista, dos están en Oriente Medio: Israel e Irán. Según el índice, estos países están casi en los últimos puestos de la lista de protección contra robos. Israel está en el puesto n.° 20, e Irán en el 23.
De los 152 países que poseen menos de 1 kilogramo de materiales nucleares para uso armamentista, aproximadamente una docena están en Oriente Medio. En lo que respecta a su vulnerabilidad frente a robos, ocupan puestos muy diferentes: desde los Emiratos Árabes Unidos en el n.° 24, hasta Siria en el 151 (justo por encima de Somalia). Resulta evidente que los esfuerzos de la región para evitar los robos de material nuclear no son lo suficientemente importantes.
En relación con la vulnerabilidad frente al sabotaje nuclear, Oriente Medio está aún peor. De los 45 países que figuran en el índice de sabotaje de la NTI, cinco están en Oriente Medio. Israel, que tiene el puntaje más alto de los cinco, está en el puesto n.° 36. Irán está en el último lugar junto a Corea del Norte.
A su vez, como sostuvo mi colega Hubert Foy, el problema de los materiales nucleares no se limita a los materiales fisibles. Las fuentes radiológicas son también un problema acuciante. El clima de seguridad de Oriente Medio, por lo general laxo, junto a su inestabilidad política, aumentan las probabilidades de que en esta región, más que en otras, las fuentes radiológicas sean objeto de uso indebido.
Las fuentes radiológicas de uso civil se encuentran en todos lados, en particular en la medicina. Sería relativamente fácil acceder a ellas, por ejemplo en hospitales infantiles. Por suerte la mayoría de las fuentes radiactivas no son de fácil dispersión. Su período de semidesintegración es breve. Solo podrían contaminar zonas limitadas. Es más, quienes intentaran robar una fuente no protegida podrían morir a consecuencia de la exposición aguda a la radiación. Aun así, utilizar una fuente radiactiva en una “bomba sucia” podría causar pánico y terror en las poblaciones locales. Una bomba sucia convertiría a las zonas afectadas en lugares a los que no se podría ir durante varios años, lo que tendría profundas repercusiones económicas.
Otro motivo de preocupación sobre la seguridad nuclear en Oriente Medio es la expansión de la energía nuclear prevista en la región. Algunas naciones, apuntando al derecho limitado de Irán de enriquecer uranio, de conformidad con el Plan de Acción Integral Conjunto, también querrán enriquecer uranio a nivel doméstico. Sin dudas estos países tienen derecho a promover los usos pacíficos de la energía nuclear, inclusive el enriquecimiento del uranio. Sin embargo, para mitigar las inquietudes internacionales sobre su capacidad de enriquecimiento, estas naciones deben promulgar leyes firmes sobre seguridad nuclear. Deben establecer procedimientos para el almacenamiento temporal seguro de los materiales nucleares. A su vez, deben elaborar planes sobre la disposición final del combustible gastado y los desechos radiactivos.
El Organismo Internacional de Energía Atómica puede ayudar con todas estas tareas. Tiene la autoridad, los recursos y los conocimientos necesarios para ello. No obstante, sobre las autoridades regulatorias estatales recaerá también mucho trabajo. Un desafío fundamental para los reguladores será mantener la independencia de las autoridades políticas. Entretanto, un elemento clave para el éxito será identificar los enfoques en materia de seguridad nuclear adecuados en la región, a través de la estrecha cooperación entre los reguladores y la industria nuclear. Es aquí donde las Cumbres sobre Seguridad Nuclear pueden transmitir su legado. Las Cumbres de la Industria Nuclear, que se llevaron a cabo de forma paralela a las Cumbres sobre Seguridad Nuclear, ofrecen un valioso modelo para incluir a la industria en el diálogo con el objetivo de establecer buenas prácticas de seguridad nuclear en Oriente Medio.
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