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By Mario E. Carranza: ES, November 10, 2016
En lugar de «demasiado Tío Sam», como expresó Rabia Akhtar en un subtítulo de su primer ensayo, el problema en Asia Meridional es «muy poco Tío Sam».
A Akhtar le preocupa la incapacidad de India y Pakistán de «madurar» y terminar con la dependencia de Estados Unidos para la gestión de las crisis nucleares. Comparto su preocupación, pero a menos que Washington obligue a Nueva Delhi e Islamabad a terminar con su carrera de armas nucleares y tomarse en serio el control armamentista, las dos naciones de Asia Meridional seguirán jugando con fuego nuclear. El bilateralismo puro, sin ninguna presión de Estados Unidos, es un callejón sin salida, como lo demuestra la incapacidad de los dos países para evitar la crisis actual en relación con el ataque en Uri.
Lo que India y Pakistán necesitan es más participación de EE. UU. (acompañada de un esfuerzo multilateral para reducir los peligros nucleares, tanto a nivel global como en Asia Meridional). El principal objetivo de Washington en la región debe ser la desnuclearización. El control de las armas nucleares sería un primer paso en esa dirección.
Akhtar sostiene que la influencia de EE. UU. sobre los rivales de Asia Meridional «no es tan fuerte como mis colegas de mesa redonda parecen creer». Sin embargo, Pakistán sigue dependiendo de la ayuda económica y militar de Estados Unidos. A su vez, este último podría usar su influencia sobre India, posible gracias a su acuerdo nuclear con este país, para alentar a India a abandonar la doctrina de arranque en frío de su ejército. Entretanto, Washington podría ejercer una fuerte presión sobre el ejército pakistaní para imponer la ilegalidad de todos los grupos terroristas jihadistas contrarios a India, que operan en el territorio de Pakistán. India podría reducir entonces su presión militar sobre Pakistán, permitiendo a los habitantes de ese país sentirse más seguros. Islamabad podría entonces aceptar, bajo la presión de Estados Unidos, no desplegar armas nucleares tácticas. Quizás los indios podrían así asumir un compromiso similar. Esto supondría una «iniciativa gradual y recíproca para la reducción de las tensiones» del tipo identificado por el economista y activista por la paz británico Kenneth Boulding. En consecuencia, el riesgo de un conflicto nuclear en Asia Meridional disminuiría de forma considerable.
India y Pakistán no están condenados a vivir en una situación similar a una Crisis de los Misiles cubana permanente. Hay luz al final del túnel, que proviene en parte de los entornos sociales y normativos internacionales que repercuten sobre las opciones nucleares de estos dos países. La presión normativa internacional con el liderazgo de Estados Unidos es la clave para resolver el problema nuclear del subcontinente. Sí, más tarde o más temprano los rivales de Asia Meridional tendrán que «madurar», pero lo que «madurar» realmente significa es la aceptación de las restricciones normativas sobre el comportamiento nuclear.
¿Sin evidencia? Akhtar, al poner en duda el argumento que sostuve en la Primera Ronda acerca de que las armas nucleares de Pakistán están aparentemente listas para usarse en cualquier momento, escribió en la Segunda Ronda que «no existe ninguna evidencia» de que mi afirmación sea correcta. Sin embargo, la mayoría de los analistas coinciden en que, desde 2001-2002 tanto India como Pakistán han desarrollado sus doctrinas nucleares con el objetivo de contar con armas nucleares listas para usar. Ya en 2001, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos creía que Pakistán «probablemente podría reunir algunas armas con relativa rapidez». El general Khalid Kidwai, ex jefe de la División de Planificación Estratégica de Pakistán, habría confirmado esta evaluación durante dos entrevistas con un grupo de expertos italianos, el Landau Network-Centro Volta, en 2002 y 2008. En la segunda entrevista, Kidwai habría declarado que las armas nucleares de Pakistán «estarán listas cuando sea necesario, a muy corto plazo…la distancia no es el problema, el problema es la sincronización. La separación se relaciona más con el tiempo que con el espacio». Según Sébastien Miraglia del Instituto Noruego de Estudios de Defensa, el sistema de mando y control de Pakistán es firme -es decir, se encuentra bajo el fuerte control centralizado de la Autoridad del Comando Nacional- solo en tiempos de paz, e incluye muy pocas protecciones contra el uso nuclear no autorizado durante crisis militares con India. Por otra parte, Vipin Narang del MIT informó que el misil nuclear Nasr de Pakistán con el tiempo terminará por desplegarse «encerrado en un contenedor» prácticamente listo para usarse, y que los procedimientos de control positivo del ejército pakistaní para desplegar rápidamente armas nucleares «pueden comprender la delegación previa de cierta autoridad a los usuarios finales en su cadena de mando, para mover y lanzar armas nucleares, en el escenario plausible de que se interrumpieran las comunicaciones en medio de una crisis».
En términos más generales, Akhtar sostiene que analizo la competencia nuclear indo-pakistaní a través de un «prisma de la Guerra Fría». Sin embargo, en mi último libro India-Pakistan Nuclear Diplomacy (Diplomacia nuclear indo-pakistaní) defendí la tesis propuesta por S. Paul Kapur de Stanford, de que Asia Meridional nuclear no es como Europa durante la Guerra Fría. Sin dudas India y Pakistán pueden aprender de la experiencia de Estados Unidos y la Unión Soviética para llegar a acuerdos de control de las armas nucleares, pero la Guerra Fría no es el único modelo disponible para el control de las armas nucleares en Asia Meridional. De hecho, en mi libro sostengo que India y Pakistán podrían aprender de la experiencia de Argentina y Brasil sobre la generación de confianza nuclear.
Topics: Nuclear Weapons
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