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¿Cómo puede abordar China el desorden nuclear mundial?

By Rajesh Rajagopalan: ES, December 2, 2016

Como consecuencia natural de la creciente riqueza y poder chinos, Pekín cada vez adquiere más importancia en la gestión del orden nuclear global. Ahora bien, esta transición se da en un momento en que el propio orden nuclear se enfrenta a graves problemas. Durante dos décadas la Conferencia de Desarme no ha llevado a cabo ninguna negociación multilateral importante sobre el control de las armas nucleares. La amenaza de proliferación nuclear continúa aumentando. A su vez, el rol de las armas nucleares está adquiriendo más importancia en las estrategias de seguridad nacionales de algunas potencias poseedoras de armas nucleares.

China puede cumplir una importante función para el fortalecimiento del orden nuclear sonsacando a otras naciones, en particular a Corea del Norte y Pakistán, para que cooperen más. Sin embargo, para ello Pekín debería apartarse de su enfoque actual sobre el multilateralismo, que es defensivo y estrictamente nacionalista, para adoptar en su lugar un enfoque más amplio, con la finalidad de promover los intereses globales comunes al mismo tiempo que se garantizan los propios intereses nacionales de China.

Un descubrimiento. Los problemas que aquejan actualmente al orden nuclear no son todos culpa de China. Aun así, Pekín parece no comprender totalmente las consecuencias para su propia seguridad de un régimen de no proliferación debilitado. Todas las grandes potencias se benefician al asegurar la no difusión de las armas nucleares; la no proliferación responde a los propios intereses. Sin embargo, esta también redunda en beneficio del interés común. Fue este descubrimiento el que llevó a la Unión Soviética a apoyar activamente el establecimiento del régimen de no proliferación global y a colaborar con Estados Unidos para fortalecerlo. Hasta ahora parecería que los dirigentes chinos no han hecho este descubrimiento.

Es una obviedad que todos los Estados procuran promover sus propios intereses, y el multilateralismo es una forma de hacerlo. Las grandes potencias tienen mucha más capacidad que otras naciones para promover sus propios intereses, pero por lo general entienden que pueden cumplir sus objetivos con más eficacia a través de iniciativas multilaterales que alineen sus intereses individuales con el interés común. Aun cuando el «interés común» pueda acomodarse para favorecer a las grandes potencias, puede igualmente obtener un amplio apoyo si también se deja cierto espacio para las inquietudes de otras naciones. Esta es la razón por la que Estados Unidos tomó el camino multilateral, a través del Tratado de No Proliferación Nuclear, para prevenir la difusión de las armas nucleares. El tratado es abiertamente discriminatorio en la distribución de beneficios. Aun así, Washington pudo convencer a otros de que la amenaza de la proliferación nuclear indiscriminada era más importante que la naturaleza injusta del tratado. Es verdad que Estados Unidos eligió un largo camino para la consecución de sus objetivos, pero la adopción del multilateralismo fue probablemente lo más sencillo a largo plazo.

Este es el tipo de lógica que China deberá internalizar. El poder de China ha aumentado pero paradójicamente en Pekín todavía no se han dado suficiente cuenta de la importancia del liderazgo en materia normativa. China aún aborda el orden nuclear global con un nacionalismo estrecho y defensivo, es decir, China utiliza el poder para defender sus propios intereses, en lugar de contribuir a los intereses de todos los miembros de la comunidad internacional atendiendo a la vez también a sus propios intereses. Mientras las políticas chinas continúen ligadas a sus estrictos intereses privados, en el orden nuclear global se mirará con sospecha a Pekín y para China será difícil disfrutar de toda la magnitud de su poder.

Medidas concretas. China puede evitar este tipo de desenlace si desempeña un papel mucho más activo en tres áreas. En primer lugar, puede trabajar para fortalecer el inestable orden de no proliferación. En segundo lugar, puede promover acuerdos en la Conferencia sobre Desarme. En tercer lugar, puede unirse totalmente a la búsqueda de enfoques y planteamientos para hacer frente a los nuevos riesgos para la seguridad internacional, como los que implican las amenazas espaciales y cibernéticas.

Pekín podría empezar retirando su escudo protector de Corea del Norte, un país cuya terquedad supone una amenaza para el régimen de no proliferación así como para la seguridad a largo plazo de China. En su momento China cometió el error de ayudar a un proliferador, Pakistán, a adquirir armas nucleares. Esto llevó a India a volver a iniciar un programa de armas nucleares que había abandonado. A la larga, las consecuencias para China fueron negativas.

China está repitiendo este error al permitir a Corea del Norte burlarse de las iniciativas internacionales para la eliminación de su programa de armas nucleares. A pesar de que la ira -y cosas peores- de Pyongyang se han centrado en Corea del Sur y Japón, estos países hasta ahora no han respondido construyendo sus propios arsenales nucleares. Sin embargo, se han acercado a Estados Unidos, estrechando una alianza que irrita a Pekín. Si Estados Unidos se debilitara demasiado como para no poder cumplir sus compromisos para la seguridad en la región, Seúl y Tokio verían aumentados los incentivos para desarrollar formas alternativas para garantizar su seguridad, que posiblemente incluirían armas nucleares.

Probablemente ya es demasiado tarde para lograr que Corea del Norte vuelva a estar del lado de los no proliferadores, pero China todavía podría apaciguar los ánimos en la región prestando más apoyo a las iniciativas internacionales para moderar la conducta de Pyongyang. Si China reforzara el consenso internacional sobre Corea del Norte en lugar de proteger a Pyongyang, podría fortalecer tanto el régimen de no proliferación como su propia seguridad.

China también podría hacer más para promover los acuerdos y el consenso en la Conferencia sobre Desarme. En particular, podría intentar convencer a Pakistán de que permita que avancen las negociaciones. El punto muerto de la conferencia se debe principalmente a los desacuerdos en torno a si el Tratado de prohibición de la producción de material fisible debería regir solamente para la producción futura de material fisible o si también deberían rendirse cuentas sobre los arsenales existentes. Aparentemente China estaría a favor de la primera opción, pero en todo caso Pekín estaría bien posicionado para encontrar un término medio entre las partes enfrentadas, si decide hacerlo. Esto no solo permitiría seguir adelante con el Tratado de prohibición de la producción de material fisible, sino que también destrabaría el potencial más amplio de la conferencia moribunda.

Por último, China podría contribuir al avance del debate estancado sobre las amenazas emergentes, como las relacionadas con el espacio y la cibernética, en especial las primeras. China, como nueva potencia espacial, puede entender la ansiedad de los países en desarrollo preocupados por los acuerdos de control de armas que podrían dejarlos fuera del uso del espacio ultraterrestre y también por ser objeto de daños colaterales a medida que se acalore la competencia espacial. Los movimientos anteriores de China no se meditaron bien; la prueba de un misil antisatélite que llevó a cabo en 2007 fue desacertada por muchas razones. Aun así, el espacio es un terreno que pide a gritos el liderazgo internacional. China puede hacer una contribución importante.

El desorden actual del terreno nuclear ofrece a China la oportunidad de demostrar su liderazgo normativo multilateral a la vez que promueve su propia seguridad. Sin embargo, para aprovechar esta oportunidad Pekín deberá asimilar una sencilla verdad: China no puede volverse más segura provocando la inseguridad en otras naciones.

 


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