¿Ha llegado el momento de prohibir las armas químicas en Oriente Medio?

En 2012 se extinguió el impulso tendiente a establecer una zona libre de armas de destrucción masiva en Oriente Medio. En 2013 un ataque químico en las afueras de Damasco casi provocó la intervención de EE. UU. en la guerra civil siria y dio lugar en última instancia a la adhesión de Siria a la Convención sobre Armas Químicas. En este contexto, algunos han sugerido que ha llegado el momento de establecer una zona libre de armas químicas en la región. ¿Cómo podría contribuir una zona libre de armas químicas en Oriente Medio a la seguridad regional? ¿Podría también hacer revivir la iniciativa para librar a la región de todas las armas de destrucción masiva?

Round 1

Incentivos insuficientes para mejorar la seguridad

Ahora que Siria ha adherido a la Convención sobre Armas Químicas y el arsenal químico de Bashar al-Assad se está destruyendo, es el pueblo sirio el que se beneficiará, pues es este el que descaradamente ha sido objeto de ataques con armas químicas por parte de su propio liderazgo político. Del mismo modo, la población de todo Oriente Medio se beneficiaría si se estableciera una zona libre de armas químicas en la región. Las armas químicas son, sobre todo, una cuestión de derechos humanos.

Al considerar una zona libre de armas químicas, es fundamental no perder de vista el aspecto humano del tema. No hay ilustración más vívida que los acontecimientos del 21 de agosto de 2013, cuando el régimen sirio atacó con gas sarín a civiles en una zona densamente poblada de la región de Ghouta, cerca de Damasco. El ataque se llevó a cabo de forma de maximizar el sufrimiento. Los cohetes que transportaban el agente químico se dispararon en plena noche, cuando la población dormía. Cuando escucharon los cohetes, las personas buscaron refugio pero, de acuerdo al informe de la misión de la ONU que investigó el incidente, el ataque se lanzó en condiciones meteorológicas que "maximizarían el impacto potencial de las armas dado que…los gases pesados pueden permanecer cerca del suelo y penetrar en los niveles inferiores de los edificios y construcciones donde muchas personas buscaban refugio". Entre los fallecidos se encontraban mujeres y niños, familias enteras. Uno de los sobrevivientes declaró que perdió a 40 miembros de su familia. El ataque tenía como objetivo exterminar a los civiles.

Este incidente ilustra el horror de las armas químicas, y pocos rebatirían que el mundo estaría mejor si estas se eliminaran. Ahora bien, ¿una zona libre de armas químicas en Oriente Medio podría contribuir a la seguridad regional?

Sin lugar a dudas podría. Se eliminaría la posibilidad de una guerra química entre los estados y se reduciría el riesgo de que agentes no estatales pudieran capturar y utilizar armas químicas fabricadas por los estados. Es más, acuerdos recientes respaldados por Occidente en relación con las armas químicas de Siria y el programa nuclear de Irán han creado un impulso diplomático que podría aprovecharse para establecer una zona libre de armas químicas. A su vez, la adhesión de Siria a la Convención sobre Armas Químicas y el desmantelamiento en curso de su arsenal químico eliminan un obstáculo importante para la prohibición de las armas químicas en la región. Israel y Egipto son ahora los únicos países de Oriente Medio que no han ratificado la convención.

Sin embargo, parece poco probable que Israel ratifique la convención, declare y destruya las instalaciones químicas que pueda tener, sin tener garantías de que Egipto haga lo mismo. Por su parte, la posición pública de Egipto ha sido consecuente: no ratificará la convención ni eliminará sus armas químicas a menos que Israel adhiera al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Es poco probable que cambie la postura egipcia, a la luz de la agitación política que se vive en ese país. A su vez, es aún más improbable que Israel adhiera ahora al TNP de lo que era antes de que se llegara a un acuerdo entre Irán y los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania, que puede llevar a la aceptación internacional de algunos elementos del programa nuclear de Teherán.

Las potencias mundiales capaces de presionar a Egipto o Israel en estos temas -en particular Estados Unidos- tienen claramente otras prioridades. Estados Unidos preferiría usar su valiosa influencia para asegurar una transición democrática en Egipto o lograr avances en las negociaciones entre Israel y Palestina.

En todo caso, el establecimiento de una zona libre de armas químicas no haría mucho para resolver varios de los problemas de seguridad importantes que aquejan a la región, en particular el conflicto sirio, el programa nuclear de Irán, y la cuestión israelo-palestina. El conflicto de Siria quedaría en su mayor parte fuera de las negociaciones porque Damasco ahora ratificó la Convención sobre Armas Químicas. Irán no desempeñaría el papel central porque ratificó la Convención y alega no tener un programa de armas químicas.

En una región donde los avances diplomáticos son tan difíciles de conseguir, resulta tentador considerar que la prohibición de armas químicas en la región es al parecer una opción viable y asequible, e incluso creer que el progreso en este frente es un escalón para avanzar en temas más importantes. No obstante, es difícil identificar los incentivos que puedan motivar a Israel y Egipto a renunciar oficialmente a las armas químicas. Es probable que ambos países consideren que este paso los expondría a vulnerabilidades inaceptables en materia de seguridad, y ninguno de los dos percibiría muchos beneficios en ello.

Un camino hacia la verdad

A veces las oportunidades surgen de las tragedias. Tras el ataque químico en agosto cerca de Damasco que mató a casi 1500 personas, las naciones de Oriente Medio tienen ahora la oportunidad de participar en un diálogo productivo sobre el establecimiento de una zona libre de armas químicas en la región.

Sin el horror del ataque de agosto y sin la respuesta de la administración de Obama al mismo, el régimen de Assad jamás habría considerado renunciar a su vasto y variado arsenal de armas químicas. Aunque el Congreso de Estados Unidos se mostró escéptico frente a la actuación militar en Siria, la amenaza de Obama de utilizar la fuerza puso en cuestión la supervivencia del régimen de Assad, y esto llevó a que Rusia, Irán y la misma Siria adoptaran medidas. En opinión de estos países, la renuncia de Siria a las armas químicas era mejor que la caída de Assad.

En Oriente Medio las oportunidades que surgen de las crisis no son nada nuevo. Tras la finalización de la Guerra del Golfo en 1991, Estados Unidos impulsó la creación de un mecanismo multilateral para el diálogo regional, para complementar las conversaciones bilaterales entre Israel y sus países vecinos Siria, Jordania y Palestina, que estaban en el centro del proceso de paz de Madrid. Parte de este mecanismo fue un grupo de trabajo dedicado al control armamentista y la seguridad regional.

El grupo de trabajo, que obligó a Israel y a los estados árabes participantes a pensar seriamente en establecer una visión común para la seguridad y el control armamentista en Oriente Medio, tuvo el potencial de generar una novedosa arquitectura de seguridad para la región. Se desarrollaron así ideas verdaderamente revolucionarias sobre la seguridad regional, particularmente en relación con las medidas tendientes a fomentar la confianza. Sin embargo, antes de que estas ideas pudieran implementarse, las conversaciones quedaron en suspenso. Un acontecimiento importante que debilitó al grupo de trabajo fue el esfuerzo decidido de Egipto -incluso a pesar de que un proceso regional de control armamentista estaba encaminado y que, además, estaba haciendo progresos significativos- de incluir la zona libre de armas de destrucción masiva en Oriente Medio en la agenda de la Conferencia de 1995 encargada del examen y la prórroga del Tratado de No Proliferación Nuclear.

La lógica subyacente para el establecimiento de una zona libre de armas de destrucción masiva en Oriente Medio es aumentar la seguridad y la estabilidad en la región y reducir el riesgo de una guerra destructiva. Si bien se trata de objetivos loables, los debates sobre las armas y el control armamentista no pueden abstraerse de los acontecimientos dentro de los estados y de las relaciones entre ellos. Los estados no son entidades idénticas -ni en sus aspiraciones e intereses ni en su comportamiento- y estas diferencias no pueden ignorarse cuando se aspira a lograr acuerdos interestatales sobre control armamentista. Las armas de destrucción masiva deben considerase en el contexto.

A Israel le preocupan principalmente dos cosas frente a cualquier esfuerzo tendiente a librar a la región de armas de destrucción masiva. En primer lugar, la política de Israel de ambigüedad nuclear y disuasión de bajo perfil es un seguro contra cualquier enemigo que amenace la existencia del estado. No se trata de amenazas teóricas, pues las entidades que rechazan la legitimidad de Israel como estado soberano profieren regularmente amenazas contra su existencia. No obstante, en el contexto del establecimiento de una zona libre de armas de destrucción masiva, los vecinos de Israel parecen empeñarse en abordar la cuestión nuclear por encima de todo. En segundo lugar, Oriente Medio sufre un déficit de confianza en relación con la disposición de los estados de cumplir con los tratados sobre no proliferación y desarme. Cuatro países de la región, Iraq, Irán, Libia y Siria, han asumido compromisos en relación con las armas de destrucción masiva solo para llevar a cabo actividades clandestinas tendientes a desarrollar las mismas capacidades que han rechazado.

Los debates tendientes al establecimiento de una zona libre de armas químicas podrían ayudar a contrarrestar las preocupaciones de Israel. Para Israel celebrar un acuerdo sobre armas químicas representaría una importante concesión, pero intentar concertar este tipo de acuerdo también podría dejar en claro si otros estados solo tienen interés en sacar a Israel de su política de seguro contra el exterminio. El diálogo también permitiría a Israel considerar una propuesta de armas químicas que no implicara ningún vínculo directo entre Siria e Israel en el terreno químico, como sí lo haría la idea de la adhesión de Israel a la Convención sobre Armas Químicas.

A su vez, las conversaciones podrían generar confianza entre los estados de Oriente Medio en relación con toda una categoría de armas no convencionales. Podrían comenzar por tratar el déficit de confianza debilitante en la región. Además, como los debates se llevarían a cabo a nivel regional en vez de en el contexto de los tratados globales, darían a las naciones la experiencia de trabajar juntas, en particular en lo concerniente a la verificación de los compromisos. De hecho, las naciones podrían cooperar entre sí para crear una organización regional para la implementación de un acuerdo para una zona libre de armas químicas, siguiendo el ejemplo de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Estos debates sentarían también un precedente sobre la capacidad de los estados para tratar de manera constructiva asuntos de seguridad explícitos, a través del diálogo y la cooperación regionales.

Los debates sobre una zona libre de armas químicas solo deberían comenzar una vez que la destrucción de la capacidad siria de producción de armas nucleares se haya vuelto irreversible. Sin embargo, idealmente las armas químicas podrían forman parte de un diálogo regional más amplio (esto dependería de que Estados Unidos y quizás Rusia utilizaran la crisis siria como una plataforma para reanudar los esfuerzos regionales más amplios en materia de control armamentista). En definitiva, la noción de una zona libre de armas químicas debería integrarse dentro de un Foro de Diálogo sobre Seguridad Regional en Oriente Medio, sumamente necesario, que es algo por lo que mi colega Shimon Stein y yo ya hemos abogado. Este foro, cuyos miembros deberían ser admitidos sin exclusiones y que contaría con una agenda exhaustiva, permitiría a los estados intercambiar opiniones sobre un amplio espectro de temas sobre seguridad regional, de los más sencillos a los más difíciles. Si los debates sobre la prohibición de armas químicas de la región pudieran ayudar a crear este foro, significarían un paso importante en pos de una mayor seguridad en Oriente Medio.

Prohibir las armas químicas no es suficiente

Desde los años 50, Oriente Medio ha pasado por numerosos conflictos y ha estado constantemente entre las regiones más inestables del mundo. Esto ha dificultado mucho el establecimiento de un sistema de seguridad regional capaz de ofrecer estabilidad y consolidar las normas, valores e instituciones necesarios para la paz a largo plazo en la región. En ausencia de un sistema de seguridad regional que funcione, las naciones de Oriente Medio han respondido con frecuencia a los conflictos acumulando armamento, ya sea de armas convencionales, como nucleares, químicas y biológicas.

Ahora surgen reclamos para establecer una zona libre de armas químicas en la región. No sería sorprendente que las naciones occidentales comenzaran a ejercer una fuerte presión sobre los países de Oriente Medio para participar en dicha zona, una vez que haya concluido la destrucción del arsenal químico de Siria. Sin embargo, desde el punto de vista egipcio, lo importante es librar a la región de todas las armas de destrucción masiva, tanto nucleares, como químicas y biológicas. No se salvaguardarán los derechos e intereses de las personas de la región estableciendo una zona libre de armas químicas mientras Israel continúe estando en posesión de armas nucleares.

Fallos importantes. Debido a que Oriente Medio no cuenta con un sistema de seguridad regional, el manejo de las armas de destrucción masiva de la región se ha dado en parte mediante tratados y regímenes internacionales de control armamentista. Sin embargo, los regímenes establecidos por los tratados presentan dos problemas fundamentales. El primero es que el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) es en el fondo un tratado de control armamentista en vez de una convención sobre desarme. Las convenciones que cubren las armas químicas y biológicas exigen a las naciones la destrucción de sus arsenales químicos y biológicos poco después de pasar a ser parte en dichos acuerdos, pero el TNP no establece este tipo de exigencia para los estados con armas nucleares. De hecho, la distinción entre estados con y sin armas nucleares significa que el tratado es discriminatorio en primer lugar. El segundo problema importante que presenta el régimen del tratado es que Israel no es parte del TNP y, notablemente, tampoco es miembro de las convenciones que regulan las armas químicas y biológicas (Israel firmó pero no ratificó la Convención sobre Armas Químicas).

Debido a que el régimen del tratado hasta ahora no ha podido librar a Oriente Medio de las armas nucleares, se han hecho esfuerzos considerables en otra estrategia de desarme: el establecimiento de una zona libre de armas nucleares. Desde 1974 Egipto ha promovido sistemáticamente resoluciones de la Asamblea General de la ONU requiriendo que se establezca una zona así y, lo que es más importante aún, la Conferencia de Revisión del TNP, que prorrogó el tratado de manera indefinida, exigió que se estableciera esa zona. Esta exigencia se reiteró en la Conferencia de Revisión del TNP en 2010, y se establecieron las medidas prácticas necesarias para establecer la zona. No obstante, los esfuerzos promovidos por la ONU para organizar una conferencia sobre este tema a fines de 2012 se interrumpieron cuando el Departamento de Estado de los Estados Unidos anunció que no podría convocarse a este conferencia debido a las "condiciones actuales en Oriente Medio" y porque "los estados en la región no han llegado a un acuerdo sobre las condiciones aceptables". Entre 1967 y 2006 se establecieron cinco zonas libres de armas nucleares en el mundo, pero los intentos de establecer una zona para Oriente Medio han sido infructuosos (a pesar de que varios países de Oriente Medio son parte del Tratado de Pelindaba, que establece una zona libre de armas nucleares para África).

Entretanto son pocas las iniciativas para establecer zonas libres de armas biológicas o químicas en Oriente Medio. ¿Por qué? En el caso de las armas biológicas, los problemas técnicos, como la falta de un mecanismo de cumplimiento en la Convención sobre armas bacteriológicas y toxínicas, han evitado que este tema reciba demasiada atención. El mecanismo de cumplimiento sí existe para las armas nucleares y, de hecho, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas lleva a cabo su trabajo con mucha eficacia (inclusive en Siria).

Ahora que Damasco ha adherido a la Convención sobre Armas Químicas, Israel y Egipto son los únicos países de la región que aún no lo han hecho. La participación de estas dos naciones es decisiva para establecer una zona libre de armas químicas. Egipto ratificaría con gusto la Convención sobre Armas Químicas si esto significara librar a la región de todas las armas de destrucción masiva. Sin embargo, para los egipcios no tiene mucho sentido establecer una zona libre de armas químicas pero no de armas nucleares. Por consiguiente, el primer paso adelante es que Israel adhiera a todos los acuerdos globales más importantes sobre armas, especialmente al Tratado de No Proliferación Nuclear.

Round 2

Traigan al Consejo de Seguridad

Desde agosto del año pasado, cuando Bashar Al-Assad perpetró un horrible ataque contra su propio pueblo en Ghouta, ha aumentado la oposición popular a las armas químicas en todo Oriente Medio. Las personas de la región, que han visto imágenes de niños asesinados a causa de armas químicas, entienden ahora claramente la crueldad de las mismas.

El gobierno sirio ha aceptado renunciar a sus arsenales químicos. Aparentemente este es el momento adecuado para establecer una zona libre de armas químicas en la región. Sin embargo, existen graves obstáculos para ello, y Oriente Medio tiene un historial bastante deficiente en lo que al establecimiento de mecanismos de seguridad colectiva refiere. Creo que lo que se necesita es una iniciativa apoyada por la ONU para prohibir las armas químicas.

En la Primera Ronda abordé los beneficios del establecimiento de una zona libre de armas químicas: protegería a los civiles, contribuiría a la seguridad regional y aprovecharía el impulso diplomático generado a raíz de acuerdos recientes celebrados entre países occidentales con Siria e Irán. También indiqué los obstáculos, principalmente que resulta improbable que Israel y Egipto sientan que tienen incentivos suficientes para establecer una zona así.

Emily Landau no está de acuerdo conmigo sobre este último punto, y escribe que "siempre y cuando las negociaciones para la prohibición de armas químicas se lleven a cabo en el contexto de un proceso de seguridad regional, resultaría bastante inconcebible que Israel no participara". No obstante, aun cuando tuviera razón, su posición todavía requiere un proceso de seguridad regional de un tipo que nunca ha existido antes.

No soy optimista en cuanto a que los países de la región inicien este proceso por su cuenta. Sin embargo, si el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas organizara una conferencia internacional sobre la prohibición de armas químicas en Oriente Medio, las naciones que están en duda se sentirían bastante presionadas para participar. Si Naciones Unidas promoviera una iniciativa de alto perfil para prohibir una clase horrible de armas de la región, a ninguna nación -ni siquiera a Egipto o Israel- le gustaría que la vieran como un obstáculo. Hay que admitir que una iniciativa internacional similar para prohibir todas las armas de destrucción masiva de la región terminó en fracaso (o al menos parece estar estancada por ahora). No obstante, prohibir las armas químicas es, al menos en teoría, mucho más simple que prohibir todas las armas de destrucción masiva. Las circunstancias políticas en Oriente Medio están cambiando de forma rápida e impredecible y, si alguna iniciativa internacional para eliminar las armas químicas tiene alguna posibilidad de éxito, la comunidad internacional tiene la responsabilidad de intentarlo.

Durante décadas Oriente Medio ha venido soportando demasiadas guerras y sufrimiento. Ahora, tras la primavera árabe, está pasando por una crisis de inestabilidad. Egipto no parece estar mucho más cerca de resolver sus tensiones políticas que en los primeros días de su revolución. En Siria arrasa una guerra civil que podría extenderse a países como El Líbano e Iraq. No puede descartarse un colapso total en la región. De tener éxito, una iniciativa internacional para prohibir las armas químicas podría no solo eliminar armas de una brutalidad terrible, sino también contribuir a crear un mecanismo de estabilidad en una turbulenta región del mundo.

¿Dónde comenzar?: Oportunidades que beneficien a todos

Oriente Medio necesita desesperadamente establecer un diálogo de seguridad regional. Sin embargo, este solo será posible si las partes trabajan para identificar los problemas comunes de seguridad y las soluciones razonables a los mismos, que deben beneficiar a todos. Hay que admitir que un proceso de este tipo puede requerir que los países de la región abandonen posiciones políticas arraigadas. Esto, no obstante, no es imposible, como lo demostró el grupo de trabajo sobre Control Armamentista y Seguridad Regional, el foro de seguridad para Oriente Medio que obtuvo algunos resultados prometedores a principio de los años noventa.

Lamentablemente, mi colega Mostafa Elwi Saif no ha escrito hasta ahora nada en esta Mesa Redonda que fomente el establecimiento de un diálogo regional o la búsqueda de soluciones que beneficien a todos. Aparentemente solo ve obstáculos y una dinámica negativa. Su ensayo de la Segunda Ronda se dedicó casi completamente a la supuesta intransigencia nuclear de Israel y al rechazo rotundo de los problemas de seguridad de este país.

Saif hizo también varias afirmaciones que, a pesar de que preferiría no entrar en viejos debates, no puedo evitar responder. En su intento de representar a Israel como el agresor en lugar de la nación amenazada en Oriente Medio, Saif omitió mencionar que en 1948 los países árabes rechazaron un plan de partición de las Naciones Unidas y se enfocaron luego en destruir a Israel; que los estados árabes adoptaron un enfoque de rechazo tras la guerra de 1967, jurando que no habría paz ni negociaciones con Israel, y que tampoco lo reconocerían; que el programa nuclear de Irán, junto con la retórica que niega a Israel un lugar en Oriente Medio, es algo que preocupa mucho a Israel; que el propósito explícito de los grupos militantes Hamas y Hezbollah es la destrucción de Israel, y que los misiles y cohetes de estos grupos tienen como blanco deliberado a la población civil israelí. Además, entre los ejemplos que menciona de la "agresión israelí", Saif incluye a la guerra de junio de 1967 y al conflicto entre Israel y Gaza de 2012, afirmaciones que considero extrañas.

En términos más generales, Saif afirma que la capacidad de disuasión nuclear de Israel no ha sido eficaz debido a que "los países árabes e incluso los movimientos políticos no estatales durante décadas han seguido usando el poder militar para defender sus intereses estratégicos". No obstante, la capacidad de disuasión nuclear de Israel tiene como única finalidad defenderse de las amenazas contra su existencia. La participación de Israel en tantos conflictos convencionales prueba en verdad su notable control y sólido historial de responsabilidad en el terreno nuclear. Este control también ayuda a explicar la postura arraigada de otros estados si aceptan a regañadientes el statu quo nuclear.

Entretanto, Radwan Ziadeh incluye en el debate un amplio espectro de temas regionales, lo que permite explorar oportunidades que beneficien a todos. El horror de la guerra civil siria, el uso que hace el régimen sirio de las armas químicas, las amenazas relacionadas con actores no estatales, y el programa nuclear de Irán; abordar estas cuestiones prepara el terreno para un debate más productivo sobre la base del reconocimiento de que existen múltiples problemas de seguridad en la región y que no todo se reduce a Israel. Es más, Ziadeh da un paso importante para entender las inquietudes de Israel en el terreno nuclear, al observar que la aceptación internacional de elementos del programa nuclear iraní reducirá las posibilidades de que Israel adhiera al Tratado de No Proliferación Nuclear.

No obstante, discrepo con Ziadeh en un punto fundamental. Él considera que el establecimiento de una zona libre de armas químicas en Oriente Medio es aparentemente una opción viable y asequible pero que, como Israel y Egipto no tienen incentivos para participar, en realidad no lo es tanto después de todo. No comparto su pesimismo, al menos en el caso de Israel. Siempre y cuando las negociaciones para la prohibición de armas químicas se lleven a cabo en el contexto de un proceso de seguridad regional, resultaría bastante inconcebible que Israel no participara.

Es sumamente necesario avanzar en los temas de seguridad regional. Si se hiciera un progreso inicial en las cuestiones de seguridad en las que puedan identificarse intereses comunes, podrían generarse las condiciones para abordar cuestiones de seguridad adicionales, que son más difíciles de afrontar debido a las posturas de los actores regionales que no aportan nada. Sin embargo, el primer paso deben darlo las partes implicadas, dentro de un contexto regional, para comenzar a celebrar reuniones y mantener conversaciones. Nada sucederá hasta que eso suceda.

Las armas nucleares no tienen sentido

La primera ronda dejó claro que el principal obstáculo para la prohibición de las armas químicas en Oriente Medio es que aparentemente Israel no está dispuesto a renunciar a su arsenal nuclear bajo ninguna circunstancia, mientras que Egipto se opone a participar en una zona libre de armas químicas hasta que Israel renuncie a sus armas nucleares.

¿Por qué Israel se opone tan firmemente a tratar el tema del desarme nuclear? Se debe a que, como lo expone Emily Landau en su primer ensayo, para Israel "su política de ambigüedad nuclear y disuasión de bajo perfil es un seguro contra cualquier enemigo que amenace la existencia del estado". Esta afirmación, en apariencia lógica, falla de hecho en tres puntos.

En primer lugar, no se puede decir que Israel enfrenta una amenaza a su existencia cuando en los muchos conflictos árabe-israelíes que se han suscitado desde la Segunda Guerra Mundial, Israel casi siempre ha sido el agresor. La crisis de Suez de 1956, la guerra de junio de 1967, la ocupación israelí del Líbano que comenzó en 1982, y el conflicto entre Israel y Gaza de 2012; todos fueron iniciados por Israel. Los países árabes fueron los causantes solo en 1973, cuando Egipto y Siria atacaron a las fuerzas israelís en la península del Sinaí y los Altos del Golán para recuperar el territorio que Israel había ocupado en 1967.

En segundo lugar, las armas nucleares de Israel no han cumplido ninguna función de disuasión en el pasado. A pesar del arsenal nuclear de Israel, los países árabes e incluso los movimientos políticos no estatales han seguido usando durante décadas el poder militar para defender sus intereses estratégicos. Esto quita mucha fuerza al argumento de que Israel utiliza las armas nucleares para disuadir los ataques.

La tercera cuestión es que los países con armas nucleares simplemente no las utilizan. La única excepción a esta regla han sido los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki efectuados por Estados Unidos en un momento en que ese país era el único estado del mundo con armas nucleares y, por lo tanto, no sufría ninguna amenaza de represalia nuclear. Desde 1945 las otras ocho naciones con arsenales nucleares han ido a la guerra en muchas ocasiones, sin haber utilizado las armas nucleares en ninguna oportunidad. La Unión Soviética en Afganistán, el Reino Unido en la crisis del Canal de Suez, India en la guerra de Kargil en 1999, y Estados Unidos en sus muchos conflictos, todas estas naciones (entre otras) se han negado a utilizar armas nucleares.

Algunos podrían sostener que Israel es una excepción y que, como la única potencia nuclear de su región, se encuentra en una situación similar a Estados Unidos en 1945 y no debe temer una represalia nuclear. Sin embargo, esta opinión no toma en cuenta una característica importante de la seguridad de Oriente Medio. Si bien es probable que Israel cuente con el ejército convencional más fuerte de la región, no es en absoluto la nación más poderosa de la misma. En términos demográficos es mucho más pequeña que varios países árabes. Carece también de los recursos financieros de los principales estados productores de petróleo. Por consiguiente, aun cuando Israel utilizara armas nucleares, no ocuparía un papel preeminente en la región, sino solamente provocaría la oposición.

La conclusión que puede extraerse de lo anterior es que las armas nucleares no tienen ningún sentido en Oriente Medio, ni para Israel ni para ningún otro país. Israel solo podría recurrir a las armas nucleares como último recurso, de una forma en que ningún otro estado las ha utilizado antes. El arsenal nuclear de Israel no debe ser un obstáculo para la eliminación de todas las armas de destrucción masiva de la región.

Round 3

Deslegitimar a los radicales

Muchas veces a lo largo de las décadas, las autoridades y analistas occidentales han declarado el surgimiento de un "nuevo Oriente Medio". En general, tales declaraciones han resultado ser prematuras, pero en la actualidad las personas de la región efectivamente están construyendo algo nuevo. No está claro si la transformación terminará beneficiando a las personas de Oriente Medio, pero nadie puede poner en duda que las consecuencias a largo plazo serán profundas.

En esta mesa redonda, Emily Landau y yo hemos argumentado que la creación de una zona libre de armas químicas en Oriente Medio sería hacer una contribución positiva a la seguridad regional. Mostafa Elwi Saif ha argumentado que prohibir las armas químicas no tiene sentido sin prohibir también las armas nucleares. No es sorprendente que exista desacuerdo en una cuestión como esta. Lo que es difícil de rebatir, creo, es que la seguridad regional seguirá siendo problemática hasta que los gobiernos acepten normas internacionales, tales como la norma que prohíbe el uso de armas químicas, e incluso, de manera más general, se liberalice la gobernabilidad de la región. Solo cuando las naciones demuestren mayor respeto por un gobierno representativo, el estado de derecho y la integridad de la vida humana se podrán afrontar los retos de seguridad permanentes de Oriente Medio.

Siria, mi propia nación, demuestra las consecuencias del fracaso en la persecución de dichos ideales. Allí, una guerra civil ya brutal se ha complicado por las acciones de actores foráneos no estatales, tales como el grupo militante chiíta Hezbolá y la organización radical sunní conocida como el Estado islámico de Irak y Siria (que estaba afiliado a Al Qaeda hasta que ese grupo lo rechazó a principios de febrero). Estas organizaciones, si bien son rivales en el sentido sectario, tienen mucho en común. Adhieren a las versiones extremistas, arbitrarias del Islam. Abrazan ideologías centradas en el odio y el deseo de eliminar a aquellos que no comparten sus puntos de vista. Rechazan todas las nociones de integridad humana y el derecho de otras personas a convivir pacíficamente. Dan muestras de un nivel extraordinario de salvajismo. Y ningún grupo ha mostrado ningún escrúpulo respecto a cruzar las fronteras internacionales para matar a los sirios. Pero si no fuera por los regímenes brutales, represivos, como el de Bashar Al-Assad – regímenes que no muestran ningún respeto por el estado de derecho ni por la humanidad básica – no existirían facciones como estas.

Como el Oriente Medio empieza una nueva etapa de su historia, uno de sus mayores retos en materia de seguridad es despojar de su legitimidad a los movimientos radicales. Para lograrlo se requiere adoptar el liberalismo; la aceptación de la democratización, la cesión de poderes y el respeto por los valores humanos básicos.

Incluso en Oriente Medio puede haber esperanza si hay diálogo

El ataque con armas químicas cerca de Damasco en agosto del año pasado fue un punto bajo en la guerra civil siria. Sin embargo, las armas químicas han sido responsables solo de una pequeña parte de las víctimas del conflicto. En la guerra, también en las guerras civiles, pueden consumarse actos de una terrible violencia a través de diversos medios. En Siria, las "bombas-barril" rudimentarias lanzadas desde helicópteros han causado miles de muertes. Un informe reciente elaborado por un grupo de ex fiscales encargados de la investigación de crímenes de guerra presenta pruebas claras de que miles de detenidos han sido asesinados y muchos han sido torturados por el régimen de Assad. A su vez, un nuevo informe de las Naciones Unidas aborda las torturas, mutilaciones y abusos sexuales de niños sirios. El colapso en la seguridad siria ha sido catastrófico, pero este no se debe a las armas químicas. Si quiere mejorarse la seguridad en Siria, debe prestarse atención a las causas subyacentes de la hostilidad y el conflicto. Esto vale tanto para Siria como para todo Oriente Medio, tanto dentro como entre los estados.

De todas maneras, las armas químicas pueden ser una manera de iniciar un diálogo sumamente necesario sobre un amplio espectro de temas de seguridad en Oriente Medio. La comunidad internacional clasifica a las armas químicas como armas de destrucción masiva. Se trata de objetos condenados de forma casi universal. Este amplio acuerdo internacional, así como su potencial para utilizarlo para iniciar el diálogo regional, son parte de los fundamentos para comenzar a hablar sobre una zona libre de armas químicas en Oriente Medio.

Este debate solo podrá comenzar luego de que Siria haya cumplido totalmente su nuevo compromiso de eliminar sus armas químicas, pero por desgracia parece que Siria está dando largas al asunto. Algunos informes indican que, antes de que un cargamento de armas químicas abandonara Siria el 10 de febrero, Damasco había transportado fuera del país menos del 5 por ciento de las armas químicas que había acordado sacar antes de fines de 2013. Hay que admitir que el régimen de Assad enfrenta desafíos para recopilar y transportar sus materiales químicos peligrosos, y sus iniciativas se ven obstaculizadas tanto por la guerra civil como por el clima invernal. Sin embargo, la misión conjunta que supervisa la destrucción de las armas químicas en Siria afirmó que el país tiene el equipo y los materiales necesarios para hacerlo. Estados Unidos se ha quejado de la demora de Siria, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas también ha expresado su preocupación, y el Consejo de Seguridad de la ONU ha exhortado a Siria a acelerar el proceso. Entretanto, el director de inteligencia nacional de Estados Unidos, James Clapper, advirtió a fines de enero que Siria puede tener la capacidad de producir agentes biológicos letales y liberarlos a través de sistemas de armas convencionales existentes. Aun así, si Siria cumple finalmente el plazo previsto para eliminar todas sus armas químicas, en junio, será posible avanzar hacia el establecimiento de una zona libre de armas químicas.

Convergencia. Radwan Ziadeh, en su ensayo de la Segunda Ronda, sostuvo que probablemente los países de la región no podrán iniciar por su cuenta un proceso para establecer una zona libre de armas químicas. Comparto su opinión. Sin embargo, mientras Ziadeh sugiere que la Organización de las Naciones Unidas debe tomar la iniciativa para establecer dicha zona, yo sostengo que Estados Unidos, Rusia y quizás los países de la Unión Europea deberían encabezar esta iniciativa. Estos países tienen una gran influencia en la región, tanto de forma individual como colectiva, y creo que tendrían más posibilidades que las Naciones Unidas de incorporar a los aliados regionales.

Ziadeh y yo estamos de acuerdo en que, dado que las negociaciones sobre las armas químicas parecen apuntar a un interés común entre los países de la región, pueden ser un punto de partida útil para las negociaciones sobre cuestiones de seguridad regional más amplias. A su vez, los debates sobre las armas químicas pueden ayudar a establecer un mecanismo duradero para alcanzar la seguridad y la estabilidad en la región. Entonces, esta mesa redonda ha revelado que existen puntos de convergencia, quizás inesperados. Ha hecho énfasis en que el diálogo, cualquiera sea su formato, es importante y puede ser fructífero. Me quedo con la esperanza de que es posible avanzar hacia la solución de los problemas de la región.

En Oriente Medio, las posturas de los países sobre los temas de seguridad regional están muy arraigadas. Sin embargo, aferrarse a estos puntos de vista tradicionales no ha solucionado los problemas de la región. De alguna forma Oriente Medio deberá romper con su dinámica de seguridad actual. A pesar de todos los obstáculos que se interponen, el establecimiento de una zona libre de armas químicas y los debates tendientes a ello pueden resultar ser un primer paso.


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