¿Qué camino debe tomar la seguridad nuclear luego de la cumbre de 2016?

En su discurso de Praga del año 2009, tantas veces citado, Barack Obama anunció "un nuevo esfuerzo internacional para asegurar todo el material nuclear vulnerable en todo el mundo en un plazo de cuatro años". El elemento más importante de este esfuerzo estuvo dado por una serie de Cumbres sobre Seguridad Nuclear que comenzaron en Washington en 2010 y que concluyen, nuevamente, en Washington en el 2016. Claramente la iniciativa no logró "asegurar todo el material nuclear vulnerable", mucho menos en el plazo de cuatro años. Sin embargo, esto no implica necesariamente que este esfuerzo haya fracasado, o que no deba seguir adelante. A continuación, expertos de Camerún, Turquía y Estados Unidos debaten sobre los logros alcanzados por las Cumbres sobre Seguridad Nuclear, qué es lo que todavía debe lograrse para garantizar la seguridad de los materiales nucleares en todo el mundo y si, tras la última cumbre programada, la comunidad internacional debería intentar continuar este proceso.

Round 1

¿Por qué las Cumbres sobre Seguridad Nuclear merecen continuar?

Las noticias de estos días están llenas de recordatorios de que los programas nucleares civiles pueden implicar graves riesgos para la seguridad. A raíz de los ataques terroristas en Bruselas, a los belgas les preocupa la seguridad de las instalaciones nucleares de su país. La Iniciativa relativa a la amenaza nuclear (Nuclear Threat Initiative) informa que "los centros nucleares no están preparados para las crecientes amenazas cibernéticas", subrayando el peligro de que estos puedan ser vulnerables a actos de sabotaje o robo cibernéticos. Además, el accidente de 2011 en la planta nuclear de Fukushima Daiichi, que volvió inhabitable una importante zona alrededor del lugar del accidente durante décadas, es un indicador de lo que podría ocurrir si actores malintencionados vulneraran la seguridad de un centro nuclear. Estos son solo algunos ejemplos que ilustran los innumerables desafíos que el mundo debe afrontar para garantizar la seguridad de los programas nucleares civiles.

Así que, en vista de tantos desafíos, ¿cómo deberían colaborar los países para abordar estas polifacéticas amenazas?

Una parte de la respuesta se encuentra en una de las reglas inmutables de los asuntos internacionales: si quieres hacer progresos, organiza una reunión. En diplomacia, las reuniones son eventos que obligan a tomar medidas; presionan a los gobiernos y burocracias a tomar decisiones sobre temas clave. El estándar de excelencia está dado, por supuesto, por las reuniones en las que participan los jefes de Estado. A su vez, si puedes lograr que los jefes de Estado se obliguen a asistir a más de una reunión sobre un determinado tema, habrás conseguido obtener casi el nivel más alto de compromiso político que puede ofrecer un país, aparte de los acuerdos legalmente vinculantes.

Por estas razones, las Cumbres sobre Seguridad Nuclear, que comenzaron en 2010 y se han celebrado desde entonces cada dos años con la participación de los jefes de Estado, han aumentado considerablemente la atención que Estados Unidos y otras naciones prestan a la prevención del terrorismo nuclear. La pregunta es, entonces, por qué el mundo debería abandonar ahora un proceso de cumbres que ha logrado tantos avances para la mejora de la seguridad nuclear.

Impulsar los progresos. El discurso de Praga del presidente Obama de 2009 se recuerda como una visión radical para trabajar en pos de un mundo sin armas nucleares. Sin embargo, quizás el resultado más tangible de su discurso surgió a raíz de su declaración en la que afirmó "tenemos que asegurarnos de que los terroristas nunca adquieran un arma nuclear. Esta es la amenaza más inmediata y extrema para la seguridad global….así que hoy anuncio un nuevo esfuerzo internacional para asegurar todo el material nuclear vulnerable en todo el mundo en un plazo de cuatro años". Este anuncio marcó el nacimiento de las Cumbres sobre Seguridad Nuclear.

Ha quedado de manifiesto que el plazo de cuatro años para asegurar todos los materiales nucleares vulnerables, que el presidente Obama se fijó como meta, no ha sido suficiente. No obstante, las cumbres han impulsado los progresos para asegurar los materiales nucleares en países de todo el mundo. Por ejemplo, en la cumbre de 2014, 12 naciones anunciaron conjuntamente que habían eliminado el uranio altamente enriquecido dentro de sus fronteras. Las cumbres también dieron lugar a varios esfuerzos para, por ejemplo, mejorar la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear, cuya finalidad es fortalecer los regímenes internacionales para proteger los materiales nucleares y evitar que los terroristas se apropien de ellos.

Sin embargo, aun sin tener en cuenta los resultados específicos de las cumbres, estas lograron uno de sus objetivos iniciales, al inducir a los Gobiernos a prestar atención a la seguridad nuclear, al más alto nivel. Han mantenido la presión sobre los Gobiernos para que tomen medidas. Sin un proceso de cumbres en el que centrar su atención, los líderes pocas veces participan directamente en el Tratado de No Proliferación Nuclear o procesos relacionados con el mismo, aun cuando este sea el marco que regula muchos de los esfuerzos del mundo para reforzar la seguridad nuclear. La consecuencia es que actividades aparentemente mundanas, aunque sumamente importantes, como garantizar la seguridad en plantas de energía nuclear, muchas veces no forman parte del orden del día en las reuniones de los líderes. El proceso de las cumbres cambia esta dinámica. Cada dos años, junta a los líderes en una sala para hablar única y exclusivamente sobre la seguridad nuclear.

Es más, las cumbres están diseñadas para que los líderes que quieran ser vistos como contribuyentes a la seguridad global tengan una oportunidad de gran repercusión mediática para asumir compromisos en pos de la seguridad de los materiales nucleares, y de hacerlo antes que los líderes de muchos de los países más grandes y más poderosos del mundo. El sistema de la cumbre también presiona a los países para que asuman compromisos concretos. Son pocos los jefes de Estado que asisten a las cumbres los que desean ser objeto de críticas por no tomar ninguna medida en estas oportunidades.

Ahora bien, la belleza del sistema de cumbres o, en cualquier caso, de parte del mismo, es que estas no son las Naciones Unidas o el Organismo Internacional de Energía Atómica. Por lo tanto, en las cumbres no es necesario el consenso, o contentarse con el menor denominador común, para tomar medidas. El proceso de las cumbres procura lograr compromisos nacionales a través de comunicados obtenidos sobre la base del consenso, pero también hace uso del innovador mecanismo de los "house gifts" ("regalos para llevar de visita"), a través de los que los países pueden asumir compromisos unilaterales para la seguridad nuclear y de "gift baskets" ("canastas de regalos"), mediante los que grupos de naciones más pequeños pueden asumir compromisos multilaterales. Esta flexibilidad ha contribuido de forma importante a la viabilidad de las cumbres.

Compromiso continuo. Todavía queda mucho trabajo por hacer para mejorar la seguridad nuclear. Este año el Índice de Seguridad Nuclear (Nuclear Security Index), elaborado por la Nuclear Threat Initiative, deja claro que todavía muchos materiales y centros nucleares en el mundo siguen siendo vulnerables. Entre las vulnerabilidades se incluye el riesgo de ataques y sabotajes cibernéticos. De hecho, el Índice de Seguridad Nuclear incluye un nuevo ranking de sabotaje que demuestra que "muchos países que están considerando la energía nuclear están luchando por implementar las medidas básicas necesarias para evitar un acto de sabotaje que podría dar lugar a escapes radiactivos similares en su magnitud al desastre de 2011 en Fukushima, Japón".

Aparentemente, en la cumbre de Washington que concluye el 1 de abril, se dará a conocer un documento consensuado sobre el futuro del proceso de las cumbres. En este se prevé incorporar el trabajo de las cumbres con más firmeza en cinco instituciones y asociaciones internacionales: las Naciones Unidas, el Organismo Internacional de Energía Atómica, Interpol, la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear y la Asociación Mundial contra la Proliferación de Armas y Materiales de Destrucción Masiva. Tiene sentido. Los acuerdos políticos alcanzados en las cumbres deben implementarse y la mejor forma de controlar su implementación es a través del trabajo cotidiano de las instituciones y asociaciones existentes.

Sin embargo, la seguridad nuclear aún debe afrontar enormes desafíos, de modo que el proceso de las cumbres debería continuar más allá de la presidencia de Obama. Si las naciones deben seguir asumiendo compromisos difíciles para evitar el terrorismo nuclear, si es necesario impulsar nuevas medidas a la vez que se garantiza la implementación de compromisos anteriores, la participación de los jefes de Estado cada dos años todavía cumple un papel crucial. Ningún jefe de Estado puede comprometerse a asistir a cumbres periódicas sobre cualquier tema importante. Sin embargo, a cualquiera de ellos le costaría mucho explicar por qué no puede dedicar un día, cada dos años, para reunirse con sus pares de todo el mundo e intentar prevenir el terrorismo nuclear.

Concluir las cumbres ahora sería como terminar una carrera cuando estás ganando, y la seguridad nuclear no es una carrera que quieras perder.

Regalos individuales, canastas de regalos y el regalo de la seguridad nuclear después de 2016

En noviembre de 2015, se robaron hasta 10 gramos del isótopo radiactivo iridio-192 de un centro de almacenamiento próximo a Basora, Iraq. Ese mismo mes, a tan solo poco más de dos semanas de los ataques terroristas de París, se encontró a un sospechoso vinculado a estos ataques con una grabación de vigilancia que mostraba a un funcionario nuclear belga de alto rango. Si bien finalmente se encontró el material radiactivo faltante en Iraq (abandonado fuera de una gasolinera en un pueblo situado a nueve millas de Basora), estos dos incidentes han exacerbado el temor de que grupos como el Estado Islámico puedan obtener materiales radiactivos y construir un dispositivo de dispersión radiológica (conocido comúnmente como "bomba sucia").

Estos incidentes también recalcan por qué el presidente Obama, en su discurso de Praga de 2009, afirmó que "la amenaza más inmediata y extrema para la seguridad global" era que los terroristas se hicieran con un arma nuclear. Esta preocupación lo llevó a iniciar el proceso de las Cumbres de Seguridad Nuclear, que comenzaron en Washington al año siguiente. No obstante, el 2016 marca tanto el último año completo de la presidencia de Obama como el final del proceso de las cumbres. La última cumbre que, como la primera, se celebra en Washington, ayudará a determinar el camino de la seguridad nuclear en el futuro.

Mucho depende de que se identifique un camino productivo. Las cumbres han arrojado algunos avances significativos en materia de seguridad nuclear, pero no se ha establecido ningún régimen global permanente para la misma. De igual forma, el proceso de las cumbres no ha podido establecer sólidos enfoques regionales para la seguridad nuclear. Tampoco se ha creado ningún sistema para ejercer control sobre los materiales nucleares militares, lo que supone un enorme fracaso, si tenemos en cuenta que solo una fracción de los materiales nucleares del mundo está en manos civiles. El resultado posible más significativo que podría tener la cuarta y última cumbre sería establecer un plan concreto para mantener el impulso que ya han conseguido las cumbres.

Aciertos y errores. El proceso de las cumbres no ha encontrado ninguna solución mágica para las amenazas a la seguridad nuclear. Sin embargo, ha obtenido algunos logros concretos. En primer lugar, las cumbres han llamado la atención de los jefes de Estado sobre la seguridad nuclear. Gracias a esto, desde que comenzaron las cumbres, doce países han eliminado los materiales nucleares de uso armamentista dentro de sus fronteras. Catorce países clausuraron reactores que utilizaban uranio altamente enriquecido o los convirtieron para que funcionaran con uranio poco enriquecido. Esto eliminó 24 reactores que usaban uranio altamente enriquecido. A su vez, en 27 países se han quitado o eliminado casi 3000 kilogramos de uranio altamente enriquecido y de plutonio.

Las cumbres también produjeron un número creciente de acuerdos multilaterales. En la cumbre de 2010, los debates se centraron en un programa dirigido por EE. UU. para los materiales fisibles y presentaron los llamados "house gifts", aludiendo a los regalos que se llevan a una casa cuando se va de visita (es decir, "compromisos voluntarios…por parte de países individuales…para mejorar la seguridad nuclear"). En 2012, en Seúl, los debates se ampliaron para abarcar una agenda global sobre seguridad nuclear e implementación de seguridad y se mejoró la cooperación regional en materia de seguridad nuclear a través de las denominadas "canastas de regalos" (es decir, compromisos de varios países que "van más allá de…los comunicados de la cumbre"). En 2014, en La Haya, 35 Estados se comprometieron a apoyar la Iniciativa para la implementación del fortalecimiento de la seguridad nuclear. La iniciativa, que posteriormente fue publicada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) como "circular informativa 869" se refiere al compromiso de estas naciones en relación con las recomendaciones sobre seguridad nuclear del organismo. Sin embargo, a pesar de estos logros, todavía quedan grandes desafíos que afrontar en la última cumbre y después de la misma.

El primer desafío es lograr una mayor aceptación y cumplimiento de los acuerdos de seguridad nuclear existentes. La Convención sobre la protección física de los materiales nucleares, firmada en 1980, es el único acuerdo internacional legalmente vinculante en relación con la protección física de los materiales nucleares. Una enmienda de 2005 amplió el alcance de la convención, en especial en relación con el robo de materiales nucleares o el sabotaje de centros nucleares. Sin embargo, la enmienda aún no tiene plena vigencia, dado que solo 94 Estados -de los 101 que se necesitan- la han ratificado. Entretanto, el Convenio internacional para la represión de los actos de terrorismo nuclear de 2005, que facilita los procesamientos y extradiciones relacionados con el terrorismo nuclear, ya está en vigor. Sin embargo, 77 de los 152 Estados que poseen menos de un kilogramo de materiales nucleares de uso armamentista no lo han ratificado. La iniciativa más reciente a la que pueden comprometerse los Estados es la circular informativa 869 del OIEA ya mencionada, que estará abierta a nuevos signatarios en la cumbre de 2016. Lograr una mayor adopción de estos instrumentos es fundamental para fortalecer los cimientos legales de un régimen global de seguridad nuclear, establecer un mecanismo de apoyo institucional para este régimen y facilitar su implementación.

Un segundo desafío es que las iniciativas en materia de seguridad nuclear se ven truncadas por la falta de enfoques regionales sobre este problema.Tanto las Cumbres de Seguridad Nuclear como las análogas Cumbres de la Industria Nuclear han abordado las normas de seguridad nuclear y los métodos para evaluar el cumplimiento de las mismas. No obstante, no se han centrado en la demanda creciente de energía nuclear en regiones, como Medio Oriente, marcadas por los conflictos y el extremismo violento. Esto representa un problema, dado que la mejor forma de abordar los entornos de riesgo es a nivel regional. Sin dudas, para responder a las infracciones en materia de seguridad nuclear y perseguir judicialmente el contrabando de materiales nucleares y otros materiales radiactivos, es necesario seguir las recomendaciones del OIEA, pero también son fundamentales los marcos legales y códigos penales nacionales, así como la cooperación transfronteriza. El proceso de las cumbres ha tenido solo un alcance regional limitado para los Estados que no han participado en ellas y la información que se ha compartido con estos ha sido también limitada. Es necesario establecer mecanismos regionales que responsabilicen a los gobiernos por su seguridad nuclear.

Una tercera necesidad constante es incluir a los materiales nucleares militares en el debate sobre seguridad nuclear. Los países que desean eliminar su material nuclear civil ya lo han hecho. Esto significa que podrán hacerse pocos avances hasta que se trate el problema de los materiales militares. Estos conforman el 83 por ciento del uranio altamente enriquecido y del plutonio del mundo, y siguen estando fuera de la vigilancia internacional. Los materiales militares, así como los materiales nucleares civiles, pueden ser vulnerables a los robos (en especial durante su transporte), sabotaje (tanto físico como cibernético) y al acceso accidental. Un enfoque inicial para afrontar este problema podría ser que los Estados, en intercambios militares, compartieran las mejores prácticas y otra información no sensible en relación con la seguridad de los materiales nucleares militares.

¿Incentivos reducidos? El Organismo Internacional de Energía Atómica planifica organizar reuniones de ministros sobre seguridad nuclear cada tres años. Sin embargo, la era posterior a las cumbres verá reducida la participación al nivel presidencial, y los Estados podrán percibir que se han reducido los incentivos para mejorar su seguridad nuclear. Rusia ya optó por no participar en la cumbre de 2016. Moscú sostiene que el OIEA debería cumplir el papel central en materia de seguridad nuclear y que ya no hay un programa político significativo para la seguridad nuclear por debatir. Rusia y Estados Unidos poseen casi el 90 por ciento de los materiales nucleares del mundo, de modo que la falta de diálogo sobre seguridad nuclear entre estos dos países es motivo de preocupación. Por desgracia, la confianza entre los dos países se ha visto menoscabada fruto de la crisis de Ucrania y el conflicto de Siria. En cualquier caso, a menos que en Washington surja un plan concreto para continuar el diálogo internacional de alto nivel sobre seguridad nuclear, los progresos logrados a través del proceso de las cumbres corren riesgo de detenerse.

 

Seguir avanzando en materia de seguridad nuclear sin las cumbres: un punto de vista africano

Algunos, como el Gobierno ruso, sostienen que las Cumbres sobre Seguridad Nuclear han agotado su capacidad para movilizar a la comunidad internacional para que ­asegure los materiales nucleares. Este argumento es incorrecto y peligroso. El terrorismo nuclear y radiológico sigue representando una amenaza y seguirá haciéndolo durante el futuro previsible. A su vez, a pesar de que las cumbres han hecho grandes progresos para cumplir sus objetivos, todavía quedan muchos asuntos pendientes.

Por ejemplo, en África, mi continente de origen, las medidas de seguridad no son adecuadas. En varias naciones, inclusive en algunas en las que operan terroristas, el Gobierno es poco uniforme y la regulación es débil. Entretanto, África es un continente en el que más de 20 naciones anunciaron su interés en establecer programas de energía nuclear. Sudáfrica, el único país del continente con energía nuclear en la actualidad, planifica expandir sus capacidades. Así que, en uno u otro formato establecido, el proceso de las cumbres debería continuar más allá del año 2016.

Muchas cosas de las que enorgullecerse. El logro más importante del proceso de las cumbres ha sido la reducción a nivel mundial del número de sitios en los que se encuentran materiales que podrían utilizarse para hacer bombas nucleares. Se trata de una reducción crucial dado que, si todos los reactores utilizados con fines de investigación y producción de isótopos se alimentaran de uranio poco enriquecido en lugar de uranio altamente enriquecido (HEU, por sus siglas en inglés), y los países proveedores aceptaran que se les devolviera todo el combustible HEU nuevo y gastado, los terroristas que intentaran llevar a cabo un ataque con una bomba nuclear rudimentaria, de tipo cañón, se enfrentarían a obstáculos mucho mayores.

África ha contribuido de forma importante a la eliminación de HEU de uso civil y la concentración del combustible gastado. En 2010, Sudáfrica terminó la conversión de su reactor SAFARI-1, que produce molibdeno-99, el radioisótopo para uso medicinal más importante del mundo, ­a uranio poco enriquecido. Fue el primer reactor del mundo que culminó la conversión y comenzó a producir molibdeno-99 a gran escala. Además, en 2011 se sacaron de un centro de investigación sudafricano 6,3 kilogramos de combustible HUE gastado de origen estadounidense.

Otro logro importante del proceso de las cumbres ha sido el apoyo dado a nivel nacional, bilateral y multilateral, a iniciativas de educación y capacitación para desarrollar recursos humanos y generar capacidades. Por ejemplo, el Organismo Internacional de Energía Atómica informó que en 2012 había "llevado a cabo más de 80 eventos de capacitación que cubrieron todos los aspectos de la seguridad nuclear y que contaron con la participación de más de 2000 personas." En 2015, Estados Unidos permitió a más de 40 expertos nucleares de países en desarrollo, incluyendo Egipto, Marruecos, Nigeria y Sudáfrica, asistir a la reunión anual del Instituto de Gestión de Materiales Nucleares (Institute of Nuclear Materials Management), donde aprendieron sobre el fomento de una cultura de seguridad nuclear en sus propios países. Las capacitaciones ofrecidas por este tipo de programas sonfundamentales para lograr sistemas de seguridad nuclear eficaces y sostenibles.

Por último, durante el proceso de las cumbres, muchos Estados adhirieron a convenciones sobre terrorismo nuclear. Desde que comenzaron las cumbres, diez Estados africanos, entre muchas otras naciones, ratificaron la enmienda del año 2005 de la Convención sobre la protección física de los materiales nucleares. Varios países africanos también han adherido al Convenio internacional para la represión de los actos de terrorismo nuclear. Al adherir a estas convenciones, los Estados africanos demuestran un compromiso regional para fortalecer el régimen global de seguridad nuclear.

Queda mucho por hacer. A pesar de estos éxitos notables, las cumbres no han podido cumplir varios objetivos. Uno de ellos es eliminar progresivamente el uranio altamente enriquecido como combustible de reactores de investigación, cuando esto sea viable desde el punto de vista técnico y económico. En África, siete países alojan un total de ocho reactores de investigación en funcionamiento. Dos de estos ocho, uno en Ghana y otro en Nigeria, funcionan con uranio altamente enriquecido. En estos dos centros se está llevando a cabo la conversión. Una vez que esta haya concluido, África habrá eliminado el uranio altamente enriquecido en las aplicaciones nucleares de uso civil y el mundo estará a un paso más cerca de librarse del terrorismo nuclear.

Otro desafío que permanece, en particular en algunos países en desarrollo, es que a veces la amenaza del terrorismo nuclear se rodea de autocomplacencia. La mayoría de los países en desarrollo no dan prioridad al terrorismo nuclear en sus programas de seguridad nacional. Solo pueden dedicar a la seguridad nuclear recursos humanos y financieros limitados. De hecho, muchos líderes políticos africanos creen que no existe la probabilidad de que en sus territorios ocurra algún incidente de terrorismo nuclear. En el sistema global de seguridad nuclear, este tipo de naciones son eslabones débiles que pueden ser aprovechados por terroristas. El incidente de 2007, en el que intrusos ingresaron al centro de investigación nuclear Pelindaba, en Sudáfrica, es un ejemplo de la forma en que la autocompacencia progresiva puede menoscabar la seguridad, aun en Estados nucleares avanzados con décadas de experiencia. Para que el sistema de seguridad nuclear global se pueda considerar adecuado, será necesario reducir la autocomplacencia.

Por último, simplemente no se ha logrado acabar con la amenaza del terrorismo nuclear, que no es una invención de Hollywood, sino algo peligroso y real. Como se sostuvo en un informe de 2014 publicado por el Proyecto para el Manejo del Átomo, los terroristas tienen "el motivo, los medios y la oportunidad para cometer un crimen terrible". Mientras el mundo continúe albergando a terroristas embarcados en la destrucción a gran escala y los materiales necesarios para hacer armas nucleares, la amenaza del terrorismo nuclear seguirá existiendo.

No hay tiempo para parar. Al acercarse el proceso de las cumbres a su fin, ¿cómo pueden concluirse las tareas pendientes? El enfoque más convincente podría ser el de transferir el proceso de las cumbres a instituciones de seguridad como el Organismo Internacional de Energía Atómica e Interpol.Cada organismo podría encargarse de determinados temas de seguridad nuclear, dependiendo de sus capacidades y recurriendo a su personal y marco existente. Este tipo de enfoque permitiría implicar a todos los países miembros de la ONU, inclusive a aquellos que no participaron en las cumbres, en el fortalecimiento de la seguridad nuclear.

Otra forma de continuar el proceso sería mediante la creación o ampliación de determinadas iniciativas para la capacitación y normativa en materia de seguridad nuclear. Para la seguridad nuclear las personas son un elemento clave, de modo que es necesario desarrollar las habilidades, conocimientos y capacidades dondequiera que trabajen las personas implicadas en la seguridad nuclear. Una forma de procurar este objetivo, en la cumbre de 2016, sería acordar que la Academia WINS, una iniciativa de capacitación y certificación del Instituto Mundial para la Seguridad Nuclear, funcionara plenamente. En cualquier caso, cuando todas las naciones tengan acceso a programas de capacitación comunes y a las mejores prácticas, y compartan una cultura de la seguridad nuclear común, los países y organizaciones tendrán el personal y las herramientas para identificar y solucionar las vulnerabilidades en sus arquitecturas de seguridad nuclear.

Finalmente, el proceso de las cumbres podría continuar en cierto sentido, si los países de la cumbre de 2016 acordaran formas de fomentar el intercambio exhaustivo de información, tanto a nivel regional como internacional. De esta forma, los líderes políticos del mundo en desarrollo adquirirían conciencia de los verdaderos peligros relacionados con el terrorismo y los materiales nucleares, y sería más probable que promovieran fuertes medidas en materia de seguridad nuclear en sus países.

Una segunda ola de víctimas mortales. Por fortuna nunca ha ocurrido un incidente de terrorismo nuclear. Sin embargo, es fundamental asegurar los materiales nucleares vulnerables, entre otras razones porque, en una economía globalizada, un ataque en cualquier ciudad, en las palabras del ex Secretario General de la ONU, Kofi Annan, "empujaría a decenas de millones de personas a la pobreza extrema", creando una "segunda ola de víctimas mortales en todo el mundo en desarrollo". Dada la grave amenaza que supone el terrorismo nuclear, continuar el proceso de las cumbres en formatos establecidos adecuados es una inversión que se amortizaría una y otra vez.

 

Round 2

La cumbre de 2016 ya se terminó, ¿ahora qué?

Para quienes siguen la política turca, la Cumbre sobre Seguridad Nuclear de 2016 se destacó por un espectáculo público en la Institución Brookings de Washington, donde los guardas de seguridad del presidente Recep Tayyip Erdogan intentaron impedir que algunos periodistas cubrieran un discurso del presidente. Entretanto, afuera del edificio, los guardas de Erdogan acabaron peleando a golpes de puño con manifestantes que lo llamaban terrorista.

Para los no conocedores de la política turca, la cumbre ofreció muchas reuniones en materia de seguridad nuclear, además de la oportunidad de reflexionar sobre los logros alcanzados por el proceso de las cumbres y lo que todavía queda por hacer.

Los participantes de este mesa redonda coinciden en líneas generales en que todavía es necesario mejorar la seguridad de los materiales nucleares, pero no están de acuerdo en cómo la comunidad internacional debe procurar mantener los progresos, ahora que las cumbres han finalizado. En particular, ¿cuánta atención de los jefes de Estado es necesaria de ahora en adelante? ¿La comunidad internacional seguirá interesándose por la seguridad nuclear, si los jefes de Estado ya no posan para una fotografía grupal cada dos años? Mi colega de mesa redonda Michael H. Fuchs tiene sus dudas. Sin embargo, yo sostengo que a la comunidad internacional le va a importar, sobre todo gracias a la capacidad del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para coordinar los esfuerzos globales para la seguridad nuclear y convocar reuniones de nivel ministerial.

¡Acción! Ahora bien, el OIEA no es la única institución que llevará adelante el proceso de las cumbres. De hecho, los organizadores de la cumbre de 2016 deben haber leído el artículo de Hubert Foy de la Primera Ronda, en el que propuso que el OIEA e Interpol continuaran el trabajo de las cumbres. En Washington, los organizadores anunciaron planes de acción para estas dos instituciones, pero también para las Naciones Unidas, la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear y la Asociación Mundial contra la Proliferación de Armas y Materiales de Destrucción Masiva.

Como Fuchs ya observó, estos planes de acción establecen metas claras para cada organismo. Es más, dividen el trabajo a realizar en materia de seguridad nuclear en función del ámbito de competencia de cada uno de ellos. Por ejemplo, Interpol, a través de su Unidad de Prevención del Terrorismo Radiológico y Nuclear, dirigirá determinadas tareas relacionadas con el terrorismo radiológico y nuclear. La Asociación Global, entre otras cuestiones, ayudará a implementar las "canastas de regalos", es decir, los mecanismos a través de los que muchos participantes de las cumbres se comprometieron a adoptar medidas específicas en materia de seguridad nuclear.

Sin embargo, nuevamente, ¿quiénes exactamente se reunirán para debatir sobre la seguridad nuclear ahora que concluyeron las cumbres? y ¿dónde se llevarán a cabo las reuniones?

El comunicado de la cumbre de 2016 anunció que el escenario principal de las futuras reuniones entre los participantes de las cumbres serán las Conferencias internacionales sobre seguridad nuclear del OIEA. A su vez, a pesar de que Fuchs sostuvo en las dos rondas que las reuniones sin jefes de Estado pueden no ser adecuadas para mantener el impulso de la seguridad nuclear, el OIEA y sus conferencias son de hecho los vehículos correctos, tanto para mantener los progresos de las cumbres como para hacer el seguimiento de los compromisos que los Estados ya han asumido.

La conferencia de 2016 reunirá a los organismos clave en materia de seguridad nuclear, e incluirá reuniones ministeriales con el fin de lograr una declaración de compromisos políticos. También comprenderá un segmento científico y tecnológico centrado en los aspectos técnicos, legales y regulatorios de la seguridad nuclear. Este enfoque dual es una forma inteligente de separar las discusiones políticas de alto nivel, con la participación de ministros y otros importantes funcionarios gubernamentales, de las evaluaciones y planes de trabajo detallados que los expertos técnicos y legales deben abordar debidamente.

Las cumbres fueron diseñadas para llamar la atención al nivel más alto sobre la seguridad nuclear. Sin embargo, el proceso llegó al final de su ciclo. Más cumbres solo cansarían. Ahora es el momento de implementar los compromisos de las cumbres, inclusive las canastas de regalos.

Ahora bien, la seguridad nuclear es un ámbito que padece de la proliferación de iniciativas y reuniones. Por consiguiente, la división del trabajo entre las instituciones según sus áreas de especialización, como se estableció en los planes de acción, es clave para asegurar que los compromisos se conviertan en progresos reales.

Los Estados participantes de las cumbres acordaron políticamente que el terrorismo nuclear es una preocupación urgente. No obstante, serán las instituciones las que controlarán si los Estados cumplen con sus compromisos. La implementación de las canastas de regalos en el día a día será mucho más importante que el lenguaje negociado de los comunicados de consenso.

 

¿Cumbres paralelas para la seguridad nuclear?

La cuarta y última Cumbre sobre Seguridad Nuclear llegó y se fue sin atraer una enorme atención pública, con excepción de los habitantes de Washington D.C., que notaron algunas congestiones importantes de tráfico. Sin embargo, al igual que sus predecesoras, la cumbre de 2016 consiguió avances importantes para la seguridad nuclear. Se prometió apoyo adicional para las capacitaciones en materia de seguridad nuclear. Se formularon declaraciones conjuntas sobre la seguridad del transporte nuclear, la ciberseguridad, la minimización del uranio altamente enriquecido de uso civil y otras cuestiones varias. Esto significa que los avances son constantes. No es apasionante, pero sí sumamente necesario.

Ahora que el proceso de las cumbres ha concluido formalmente, es momento de pensar cómo los países pueden continuar el trabajo de las mismas, aparte de celebrar reuniones cada dos años con los jefes de Estado. De hecho, como escribí en la Primera Ronda, yo preferiría continuar con las Cumbres sobre Seguridad Nuclear en su formato actual. Sin embargo, ni mis colegas de mesa redonda ni la comunidad de seguridad nuclear más amplia parecen querer apoyar esta idea. Ahora bien, casi todos sostienen que el proceso de las cumbres ha sido productivo y que merece continuar, de una u otra forma.

En efecto, los participantes de la cumbre de 2016 ya aceptaron continuar el trabajo de las cumbres a través de varios mecanismos globales que se ocupan de cuestiones relacionadas. En particular, los países acordaron "planes de acción" que llevarán adelante las Naciones Unidas, el Organismo Internacional de Energía Atómica, la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear, Interpol y la Asociación Mundial contra la Proliferación de Armas y Materiales de Destrucción Masiva. Estos planes de acción son guías fundamentales, detalladas, para los próximos años. Si se implementan, pueden ayudar a mantener los avances que lograron las cumbres. Entretanto, los sherpas ("funcionarios designados oficialmente que representaron a sus Gobiernos en la preparación de las Cumbres sobre Seguridad Nuclear") mantendrán conversaciones sobre otros caminos a seguir tras el proceso de las cumbres.

No obstante, es probable que estos procesos no sean suficientes para garantizar que los Estados implementen las decisiones adoptadas durante los últimos seis años o que asuman nuevos compromisos. Si los Gobiernos deben tomar decisiones difíciles, todavía son necesarios los eventos que los presionen a tomar medidas. Existen dos posibles caminos para lograr este objetivo.

El primero es una variación del formato existente de cumbres bienales con los jefes de Estado. Las cumbres podrían celebrarse cada dos años, de forma paralela a la Asamblea General de la ONU. Todos los setiembres de cada año, los líderes nacionales ya se reúnen en Nueva York para la asamblea anual de las Naciones Unidas. Todos los años, muchos de ellos participan en cumbres y eventos especiales paralelos que ponen en el candelero temas a los que debe prestarse especial atención. Este formato proporcionaría una gran ventaja: los líderes ya estarían reunidos en Nueva York y solo tendrían que dedicar unas horas adicionales a la seguridad nuclear. La desventaja sería que la mayoría de las reuniones paralelas a la Asamblea General de las Naciones Unidas quedan perdidas en un torbellino de otras reuniones. Por consiguiente, es posible que los medios de comunicación y las burocracias pertinentes no presten la atención adecuada a las cumbres sobre seguridad nuclear celebradas bajo este formato.

Un enfoque alternativo sería que, en lugar de los jefes de Estado, los ministros de asuntos exteriores y energía celebraran reuniones bienales sobre seguridad nuclear. Estos ministros tienen autoridad para tomar decisiones en muchos asuntos fundamentales de la política exterior y los programas nucleares civiles, de modo que su presencia garantizaría que las decisiones adoptadas en las reuniones contaran con el apoyo de los organismos nacionales pertinentes. Los ministros también son lo suficientemente importantes como para atraer la atención pública.

Es improbable que cualquier formato nuevo sea tan eficaz como el de las cumbres, aplicado desde 2010 hasta 2016. Sin embargo, las reuniones paralelas entre jefes de Estado, o las reuniones especializadas entre los ministros competentes, tendrían buenas posibilidades de dar a los países los incentivos que necesitan para continuar haciendo progresos en el terreno de la seguridad nuclear.

 

Terrorismo radiológico: la amenaza que no se ha abordado

Toda la atención se centra en los materiales fisibles. Bueno, casi toda, tanto en las Cumbres sobre Seguridad Nuclear como aquí, en esta mesa redonda. Es comprensible. Las sustancias que los terroristas pueden usar para crear bombas nucleares merecen nuestra máxima atención, cada vez que se debate sobre seguridad nuclear. Sin embargo, las fuentes radiactivas, materiales producidos porque emiten radiaciones de uso en la agricultura, industria, construcción, medicina, minería, investigación y transporte, son ya de por sí bastante peligrosas. Llegan a millones. Decenas de miles de estas fuentes radiactivas selladas, pequeñas cápsulas de material radiactivo muy concentrado en forma sólida, son sumamente preocupantes. Pueden ser objeto de robos y comercialización en los mercados negros. Lo que es peor, podrían usarlos yihadistas para hacer un dispositivo de dispersión radiológica, conocido también como bomba sucia.

Hasta ahora gran parte de las amenazas que presentan las fuentes radiactivas no se han abordado. Es cierto que las fuentes radiactivas se incorporaron al temario de las Cumbres sobre Seguridad Nuclear en 2012, cuando el comunicado de Seúl hizo énfasis sobre la importancia de asegurar que las fuentes radiactivas no persiguieran fines maliciosos. Ahora bien, cuatro años y dos cumbres después, las fuentes radiactivas siguen representando una amenaza muy grave. Como mencionó mi colega Nilsu Goren en la Primera Ronda, solo el año pasado se robaron hasta 10 gramos de iridio-192 de un centro de almacenamiento en Iraq. Finalmente, el material se pudo recuperar, pero se trató de un incidente alarmante. En consonancia con ello, una carta firmada por 35 ganadores del premio Nobel antes de la última cumbre, instó a los líderes mundiales a "dedicar los recursos necesarios para hacer más avances importantes…para evitar el terrorismo nuclear y radiológico".

Hacer el seguimiento y dar cuentas sobre las fuentes radiactivas no es fácil. Como se señaló, las fuentes están muy dispersas y se usan en una gran variedad de aplicaciones. Muchas veces se trafican a través de las fronteras de la mano de contrabandistas o personas que poseen información privilegiada y buscan obtener beneficios con el comercio ilegal. Esto significa que muchas fuentes radiactivas quedan fuera del control reglamentario y son muy vulnerables a los abusos. Entre 2013 y 2014, unos 133 Estados miembros notificaron al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) al menos 276 incidentes de tráfico ilícito u otras actividades no autorizadas relacionadas con fuentes radiactivas. Como los Gobiernos y el sector privado no pueden hacer el seguimiento del material radiactivo, desde el fabricante hasta el usuario y, en última instancia, su eliminación segura, las probabilidades de que algún día terroristas detonen una bomba sucia son inadmisiblemente altas.

Ahora bien, hay posibilidades de afianzar las protección otorgada a las fuentes radiactivas, por ejemplo, logrando la adhesión e implementación universales del Código de Conducta sobre Seguridad Tecnológica y Física de las Fuentes Radiactivas del OIEA. El código procurar lograr "la elaboración y armonización de políticas, leyes y reglamentaciones sobre la seguridad tecnológica y física de las fuentes radiactivas". Lamentablemente, hasta febrero, solo 130 de los 168 Estados miembros del OIEA se habían comprometido políticamente con el código, y solo 103 habían comunicado al Organismo que procurarían actuar en consonancia con las Directrices sobre la importación y exportación de fuentes radiactivas relacionadas.

Muchos Estados tampoco han establecido marcos legales y regulatorios sólidos y exhaustivos para la seguridad radiológica. En Ghana, donde trabajo, el año pasado el presidente John Mahama firmó la Ley de regulación nuclear de 2015, que dio lugar a que Ghana pasara a ser el tercer país de África Subsahariana con una autoridad regulatoria nuclear independiente. Las débiles estructuras legales de muchos países, junto con la falta de adhesión universal al Código de Conducta, suponen que una gran cantidad de fuentes radiológicas existen fuera de los mecanismos de seguridad nacionales e internacionales.

Otra posibilidad para mejorar la seguridad radiológica es establecer capacitaciones y oportunidades educativas regulares para el personal implicado en la gestión y eliminación de las fuentes radiactivas. Los procedimientos de seguridad eficaces dependen del comportamiento de las personas que de hecho trabajan con dispositivos radiológicos. Deben desarrollarse nuevos programas educativos y de capacitación, diseñados específicamente para la seguridad de las fuentes radiológicas, a través del OIEA, la Red Internacional de Educación en Seguridad Nuclear u otros organismos. Todos estos esfuerzos deben procurar cultivar una fuerte cultura de la seguridad.

Finalmente, el sector privado podría ofrecer una primera línea de defensa más fuerte contra los materiales radiactivos que caigan en manos terroristas. Las mejores prácticas en materia radiológica deben considerarse un asunto de responsabilidad empresarial e introducirse en todas las industrias. Las organizaciones como el OIEA y el Instituto Mundial para la Seguridad Nuclear podrían facilitar los intercambios internacionales, permitiendo a las empresas compartir las mejores prácticas. También podrían facilitar las modernizaciones de los equipos que las empresas utilizan para la protección física, la contabilización y la detección del contrabando nuclear.

Este tipo de iniciativas no son glamorosas, pero pueden marcar la diferencia entre un día normal en alguna capital del planeta y el día en que una bomba sucia obligue repentinamente al mundo a considerar la seguridad radiológica a la luz de una nueva y desagradable dimensión.

 

Round 3

Oriente Medio: culpable de mi insomnio debido a la seguridad nuclear

Por la noche, en el horario de la costa este de Estados Unidos, leer las noticias matutinas turcas sobre Siria e Irak no me permite dormir. El insomnio es especialmente grave cuando mis pensamientos no solo se centran en la seguridad nuclear en Siria e Irak, sino en países de todo Oriente Medio.

Todos los participantes de esta mesa redonda están de acuerdo en que, a pesar de los logros de las Cumbres sobre Seguridad Nuclear, la amenaza de terrorismo nuclear no está disminuyendo necesariamente. En Oriente Medio el terrorismo nuclear parece ser un problema particularmente apremiante. Es verdad que la región carece de grandes cantidades de uranio altamente enriquecido y de plutonio. Sin embargo, su inestabilidad política y su tendencia hacia el extremismo violento son problemas que pueden hacer posible el terrorismo nuclear.

De acuerdo con el Índice de Seguridad Nuclear de 2016, publicado por la Iniciativa relativa a la amenaza nuclear (Nuclear Threat Initiative; NTI, por sus siglas en inglés), las naciones de Oriente Medio se posicionan muy mal en lo que refiere a la protección de sus materiales nucleares contra robos. De los 24 países que poseen al menos 1 kilogramo de materiales nucleares para uso armamentista, dos están en Oriente Medio: Israel e Irán. Según el índice, estos países están casi en los últimos puestos de la lista de protección contra robos. Israel está en el puesto n.° 20, e Irán en el 23.

De los 152 países que poseen menos de 1 kilogramo de materiales nucleares para uso armamentista, aproximadamente una docena están en Oriente Medio. En lo que respecta a su vulnerabilidad frente a robos, ocupan puestos muy diferentes: desde los Emiratos Árabes Unidos en el n.° 24, hasta Siria en el 151 (justo por encima de Somalia). Resulta evidente que los esfuerzos de la región para evitar los robos de material nuclear no son lo suficientemente importantes.

En relación con la vulnerabilidad frente al sabotaje nuclear, Oriente Medio está aún peor. De los 45 países que figuran en el índice de sabotaje de la NTI, cinco están en Oriente Medio. Israel, que tiene el puntaje más alto de los cinco, está en el puesto n.° 36. Irán está en el último lugar junto a Corea del Norte.

A su vez, como sostuvo mi colega Hubert Foy, el problema de los materiales nucleares no se limita a los materiales fisibles. Las fuentes radiológicas son también un problema acuciante. El clima de seguridad de Oriente Medio, por lo general laxo, junto a su inestabilidad política, aumentan las probabilidades de que en esta región, más que en otras, las fuentes radiológicas sean objeto de uso indebido.

Las fuentes radiológicas de uso civil se encuentran en todos lados, en particular en la medicina. Sería relativamente fácil acceder a ellas, por ejemplo en hospitales infantiles. Por suerte la mayoría de las fuentes radiactivas no son de fácil dispersión. Su período de semidesintegración es breve. Solo podrían contaminar zonas limitadas. Es más, quienes intentaran robar una fuente no protegida podrían morir a consecuencia de la exposición aguda a la radiación. Aun así, utilizar una fuente radiactiva en una “bomba sucia” podría causar pánico y terror en las poblaciones locales. Una bomba sucia convertiría a las zonas afectadas en lugares a los que no se podría ir durante varios años, lo que tendría profundas repercusiones económicas.

Otro motivo de preocupación sobre la seguridad nuclear en Oriente Medio es la expansión de la energía nuclear prevista en la región. Algunas naciones, apuntando al derecho limitado de Irán de enriquecer uranio, de conformidad con el Plan de Acción Integral Conjunto, también querrán enriquecer uranio a nivel doméstico. Sin dudas estos países tienen derecho a promover los usos pacíficos de la energía nuclear, inclusive el enriquecimiento del uranio. Sin embargo, para mitigar las inquietudes internacionales sobre su capacidad de enriquecimiento, estas naciones deben promulgar leyes firmes sobre seguridad nuclear. Deben establecer procedimientos para el almacenamiento temporal seguro de los materiales nucleares. A su vez, deben elaborar planes sobre la disposición final del combustible gastado y los desechos radiactivos.

El Organismo Internacional de Energía Atómica puede ayudar con todas estas tareas. Tiene la autoridad, los recursos y los conocimientos necesarios para ello. No obstante, sobre las autoridades regulatorias estatales recaerá también mucho trabajo. Un desafío fundamental para los reguladores será mantener la independencia de las autoridades políticas. Entretanto, un elemento clave para el éxito será identificar los enfoques en materia de seguridad nuclear adecuados en la región, a través de la estrecha cooperación entre los reguladores y la industria nuclear. Es aquí donde las Cumbres sobre Seguridad Nuclear pueden transmitir su legado. Las Cumbres de la Industria Nuclear, que se llevaron a cabo de forma paralela a las Cumbres sobre Seguridad Nuclear, ofrecen un valioso modelo para incluir a la industria en el diálogo con el objetivo de establecer buenas prácticas de seguridad nuclear en Oriente Medio.

 

Las cumbres terminan; no así los problemas relacionados con la no proliferación

A fines de marzo, cuando los representantes en la Cumbre sobre Seguridad Nuclear estaban reunidos en Washington, Donald Trump revelaba al New York Times sus actitudes desdeñosas e irresponsables sobre la proliferación nuclear. La semana pasada Trump se convirtió en el presunto candidato a la presidencia de los republicanos. Así que, quizás ahora más que nunca, es importante convencer a la opinión pública y a los gobiernos de lo indispensable que resultan las acciones concretas en materia de no proliferación.

Mis colegas de mesa redonda Hubert Foy y Nilsu Goren no están de acuerdo conmigo en que las Cumbres sobre Seguridad Nuclear deberían continuar con los jefes de Estado, pero todos estamos de acuerdo en que las cumbres, como eventos que obligaron a tomar medidas, llamaron la atención sobre importantes cuestiones relacionadas con la no proliferación. Tanto si las cumbres continúan como si no,  seguirá siendo un desafío permanente lograr que la atención se centre en la no proliferación y el desarme.

Cuando asuma una nueva administración de EE. UU.  el año próximo, sin importar la identidad del presidente, tendrá que enfrentarse a varios temas de política nuclear con consecuencias que tendrán una fuerte repercusión durante mucho tiempo. Estos comprenden:

  • Determinar si existe una forma viable de negociar más reducciones en los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia. Las relaciones entre Moscú y Washington están en su punto más crítico desde el fin de la Guerra Fría, de modo que las posibilidades de que existan negociaciones serias de seguimiento del acuerdo Nuevo Start son pocas. Ahora bien, si existe un ámbito en el que Rusia y Estados Unidos deberían intentar avanzar, a pesar de sus tensas relaciones, es justamente este.
  • Establecer un plan para modernizar las fuerzas nucleares de Estados Unidos. Como han analizado mis colegas Larry Korb y Adam Mount, hoy día Washington se enfrenta a decisiones que determinarán la composición de las fuerzas nucleares estadounidenses durante décadas. Si Estados Unidos se compromete de verdad a reducir los arsenales manteniendo a su vez una fuerza disuasiva creíble, en los próximos años deberán tomarse decisiones difíciles, como si debe o no reducirse el tamaño de la fuerza de misiles balísticos intercontinentales (lo que, de hecho, parecería ser acertado).
  • Mantener el histórico acuerdo con Irán. El Plan de Acción Integral Conjunto demuestra que, con diplomacia, es posible lograr que un país deje de adquirir armas nucleares. El éxito y la credibilidad continua en el acuerdo serán fundamentales para mantener el régimen de no proliferación y fomentar que los países cumplan con sus obligaciones en materia de no proliferación. Aun así, abundan las críticas del acuerdo, como lo demuestran los periódicos casi todos los días, de modo que es fundamental asegurarse de que el acuerdo tenga éxito y de que todas las partes lo acaten.
  • Por último, enfrentarse a Corea del Norte. A medida que se expanden las capacidades nucleares de Pyongyang, especialmente en relación con la miniaturización y los misiles, los encargados de la adopción de políticas de Estados Unidos que se esfuerzan por asegurar la estabilidad regional se enfrentan a importantes problemas. El mundo está tratando a Corea del Norte con más rigor; China respaldó en marzo una dura resolución del Consejo de Seguridad de la ONU dirigida a Pyongyang. Aun así, el Norte parece todavía decidido a avanzar por el camino nuclear.

Ninguno de estos desafíos es nuevo. Sin embargo, para enfrentarlos es necesario prestarles atención y comprometerse de manera continua, a alto nivel, de forma muy similar al compromiso asumido y la atención prestada durante las Cumbres sobre Seguridad Nuclear.

La Casa Blanca anunció que el presidente Obama visitará Hiroshima durante un próximo viaje a Japón. Quizás el presidente aproveche esta oportunidad para perfilar una forma práctica de abordar los problemas nucleares que tenemos por delante, una especie de discurso de Praga 2.0 que presente un mapa de ruta más detallado para lograr su visión nuclear.  Las decisiones que falta adoptar son difíciles, y para abordarlas será necesario pensar con audacia pero también de forma pragmática.

 

Seguridad nuclear: Desde las cumbres a los mecanismos

La idea detrás de las Cumbres sobre Seguridad Nuclear era evitar que grupos terroristas, como el Estado Islámico, accedieran a armas nucleares, materiales fisibles y plantas nucleares. Sin embargo, el tema de la seguridad nuclear no se "acaba" nunca, no mientras siga habiendo materiales fisibles y radiológicos; así que, incluso ahora, habiendo ya concluido el proceso de las cumbres, la amenaza del terrorismo nuclear no está menguando necesariamente. Lo cierto es que el riesgo de terrorismo nuclear no puede eliminarse. Sin embargo, si los Estados asumen el máximo compromiso posible para proteger los materiales nucleares, la seguridad nuclear puede mejorarse continuamente. La cumbre de Washington de 2016 allanó el camino hacia la mejora continua, al establecer un conjunto de mecanismos sobre seguridad nuclear a los que todos los Estados pueden adherir e implementar, aun sin cumbres.

Uno de estos mecanismos es el Grupo de contacto para la seguridad nuclear, creado a través de una declaración conjunta por 40 de los 52 Gobiernos representados en Washington. La concepción del grupo es la de una comunidad integrada centrada en la sincronización de esfuerzos para la implementación del programa de las cumbres, y se reunirá todos los años de forma paralela a la Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Michael H. Fuchs, mi colega de mesa redonda, sostuvo que las reuniones de seguridad nuclear en las que no participen los jefes de Estado pueden ser inadecuadas para mantener el impulso de la seguridad nuclear. Sin embargo, reconoce que si en las cumbres bienales participaran los ministros de asuntos exteriores y energía, probablemente obtendrían el apoyo de los organismos nacionales pertinentes y atraerían una importante atención pública. Sin ir más lejos, el Grupo de contacto para la seguridad nuclear estará integrado por "funcionarios de alto rango debidamente autorizados e informados", como Fuchs imagina que debería ser. Resulta significativo que los miembros del grupo pueden recomendar a los líderes nacionales que se organicen otras Cumbres sobre Seguridad Nuclear. A su vez, lo que es importante para países como el mío, Camerún, que no han formado parte del proceso de las cumbres, el grupo de contacto estará abierto a países que no estuvieron presentes en las cumbres y que deseen participar en el programa de las mismas.

Otro importante mecanismo se refiere a las mejores prácticas para compartir la información sobre seguridad nuclear. Este mecanismo, establecido en Washington a través de una declaración conjunta de 17 países, incluye un formulario de notificación nacional consolidado que permite a los Estados informar sobre seguridad nuclear de forma homogénea. Ahora bien, el formulario también puede tomar en cuenta circunstancias nacionales diversas. Por ejemplo, distintas naciones se han comprometido con distintos instrumentos internacionales. Al utilizar el formulario como plantilla, los Estados podrán cumplir más fácilmente sus requisitos de notificación, con lo cual sus actividades sobre seguridad nuclear serán más sostenibles. Al mejorar la transparencia, el mecanismo generará confianza a nivel internacional sobre la eficacia de los regímenes de seguridad nuclear de las naciones.

Por último, la cumbre de 2016 dio lugar a cinco planes de acción con el objetivo de transferir segmentos del programa de las cumbres a las instituciones de seguridad nuclear existentes. Para los Estados que integran estas instituciones, estos planes de acción representan mecanismos para desempeñar un papel más destacado en la mejora de la seguridad nuclear. Por ejemplo, el plan establecido para las Naciones Unidas llama a aumentar los esfuerzos para implementar totalmente la Resolución 1540 del Consejo de Seguridad (que obliga a los Estados a no apoyar las ambiciones de actores no estatales que pretenden acceder a armas de destrucción masiva). Este tipo de iniciativas permiten a los Estados que no participaron en el proceso de las cumbres involucrarse ahora.

No hay dudas de que los foros para la acción colectiva en materia de seguridad nuclear no se limitan a las instituciones implicadas en los planes de acción. También abarcan a la industria nuclear, sociedades profesionales y comunidades de expertos no gubernamentales. Todos ellos son piezas muy importantes en la arquitectura de la seguridad nuclear, y pueden generar nuevas ideas a la vez que ayudan a los profesionales a desarrollar sus habilidades y establecer conexiones globales.

En la era posterior a las cumbres, existe el peligro de que no se luche con la energía suficiente por la visión del presidente Obama para disminuir la amenaza de terrorismo nuclear. La seguridad nuclear podría deteriorarse peligrosamente. No obstante, estas consecuencias pueden evitarse, si las naciones se obligan a implementar los compromisos asumidos durante el proceso de las cumbres y si los mecanismos que surjan de la cumbre de 2016 se utilizan como se merecen. Los mecanismos están diseñados para perpetuar algunos de los atributos más importantes del proceso de las cumbres: la capacidad de atraer la atención constante y personal de los líderes nacionales, un formato capaz de suscitar compromisos de los países participantes y un enfoque centrado en resultados tangibles y significativos.

 


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