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By Manpreet Sethi: ES, June 2, 2016
Muchos lectores que han comentado esta mesa redonda han expresado un punto de vista negativo sobre la energía nuclear y parecen estar a favor de su abolición. Sin embargo, los tres autores de la mesa redonda, aun cuando han subrayado los desafíos que supone la preparación para una catástrofe nuclear, o bien argumentan a favor de la energía nuclear o se niegan a argumentar en su contra. ¿A qué se debe esta diferencia de perspectiva entre los lectores legos y los llamados expertos nucleares?
Las actitudes de los lectores no son extrañas; muchas personas del público en general se oponen a la energía nuclear porque temen que un accidente supere los escenarios previstos durante el diseño del reactor y superen también la capacidad humana de manejar sus consecuencias. Entretanto, los tres autores de la mesa redonda conocen muy bien los desafíos -técnicos, legales, regulatorios, psicológicos, etc.- relacionados con la preparación y respuesta ante emergencias. No obstante, aun cuando los autores entienden la necesidad de mejorar las capacidades en materia de preparación y respuesta de todas las formas posibles, no ven la necesidad de eliminar la energía nuclear.
En su lugar, hacen hincapié en la importancia de aprender de las catástrofes anteriores, tal como hice yo en la Primera Ronda, o abogan por la armonización global de los procedimientos de emergencia, como Augustin Simo, o, como Sonja Schmid, sostienen que el personal de las centrales nucleares debería tener más libertad para improvisar y ejercer la creatividad durante una emergencia.
Sospecho que una de las causas de estas diferencias de perspectiva de legos y expertos radica simplemente en el conocimiento. Por supuesto, entre quienes se oponen a la energía nuclear hay muchos expertos bien informados. Sin embargo, también ocurre que muchos legos que se oponen a la energía nuclear están muy mal informados.
Parte de la culpa de esta situación corresponde al propio sector nuclear y, tomando prestada la frase de Simo, al “secretismo inherente a los centros nucleares”. La tendencia al secretismo puede llevar a que los operadores nucleares traten a la tecnología nuclear como algo ajeno a la capacidad de comprensión de las personas normales y corrientes. Por ejemplo, muchos integrantes del sector nuclear nunca han intentado explicar el fenómeno de la radiactividad (que se da en gran parte en la naturaleza, de forma inofensiva). Nunca se han molestado, en algunos casos por pereza o falta de interés, en describir las mejoras en los elementos de seguridad y capacitación de los operadores que minimizan los riesgos de catástrofes nucleares. La inquietud y desconfianza del público en relación con la energía nuclear son consecuencia de una comunicación inadecuada.
Existió un tiempo en el que los humanos temían al fuego, hasta que aprendieron cómo, con las precauciones adecuadas, podían sacarle partido de forma segura para lograr excelentes resultados. Así pues, los centros nucleares deben desprenderse de su tendencia al secretismo y de hecho alentar al público a aprender sobre los elementos de seguridad nuclear y la preparación para accidentes. De esta forma, es posible que el público supere su miedo a lo desconocido.
En una burbuja, no. Otro mecanismo que puede favorecer la confianza en la preparación para catástrofes es el sistema de regulación nuclear de una nación. A raíz de la catástrofe de Fukushima, se prestó gran atención a la captura del regulador -una situación que se da cuando el organismo regulador está dominado por la industria a la que se supone que debe regular- de modo que los países con reactores nucleares en funcionamiento procuraron que sus organizaciones y procesos regulatorios fueran lo más estrictos e independientes posibles. No hay duda de que la confianza en los órganos regulatorios es fundamental para que el funcionamiento de los reactores y los sistemas de respuesta ante emergencias sean adecuados. Sin embargo, ni la confianza en los reguladores ni los propios reguladores están encerrados en una burbuja. La confianza del público en la regulación es reflejo de las percepciones generales de una sociedad sobre la integridad, honestidad y la cultura de la seguridad públicas. Por ejemplo, en países con una cultura de la seguridad en el transporte poco rigurosa, es fácil que las actitudes de las personas en relación con las operaciones nucleares también sean negativas.
Ahora bien, hay un lado positivo, ya que la energía nuclear en cierta medida se regula a sí misma. La tecnología nuclear es bastante implacable, y un incidente nuclear local puede convertirse rápidamente en una sensación global. Esto obliga a la industria nuclear de todo el mundo a mantener un alto nivel, someterse a revisiones de pares y auditorías, e incluso intentar armonizar los procedimientos operativos.
Debemos admitir que nunca podrá existir una estrategia perfecta para la prevención y preparación ante catástrofes. Por consiguiente, en los países que opten por incluir a la energía nuclear en su gama de tecnologías de generación de electricidad, el enfoque adecuado es lograr que la prevención y preparación ante catástrofes sean lo más perfectas posible. A su vez, y lo que es crucial, las medidas en materia de preparación y respuesta deben comunicarse al público con transparencia.
La energía nuclear se enfrenta a desafíos que no desaparecerán solo porque el público se vuelva un aliado en las estrategias de preparación y respuesta. Sin embargo, darle participación debe formar parte de la solución.
Topics: Nuclear Energy
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