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By Selim Can Sazak (ES), December 5, 2012
A menudo se ha argumentado que el Tratado sobre no proliferación nuclear (TNP) ha fracasado, está fracasando o está destinado al fracaso. Detrás de tales actitudes pesimistas se encuentra la idea de que el tratado es una negación de la historia y un reto a la psicología humana — que la proliferación universal es el resultado inevitable de la creciente sofisticación de armamento que demuestra el ser humano y de la devoción fetichista de las personas por los objetos de poder. Aunque con frecuencia el tratado se ha pronunciado muerto en medio de la crisis de proliferación, en realidad nunca ha muerto, desde Osirak a Irán. Por el contrario, ha perdurado — y ha cobrado más fuerza.
En los años 60, China y Francia realizaron sus primeras pruebas de armamento nuclear. Tan sólo unos cuantos años antes de 1970, el año en el cual entró en vigor el tratado, Israel se convirtió en una nación con armamento nuclear. Sin embargo, desde entonces la proliferación ha disminuido drásticamente. Sólo cuatro países más han adquirido armamento nuclear y uno de ellos, Sudáfrica, ha renunciado al mismo desde ese entonces y se adhirió al tratado como un Estado sin armamento nuclear.
A lo largo de los años, muchos Estados podrían haber decidido adquirir armamento nuclear pero muchos decidieron abstenerse. Los estudios que comparan la toma de decisiones en países con potencial de adquisición de armas nucleares, antes y después de acceder al tratado, demuestran que las actividades de proliferación disminuyen una vez que se ratifica el tratado. Sin embargo, el mayor logro del TNP ha sido el establecimiento de la no proliferación como una norma permanente de las relaciones internacionales.
Desde luego, el panorama actual del desarme y la no proliferación no está exento de problemas. Por ejemplo, Irak, Libia y Corea del Norte han intentando burlar el régimen del tratado y otros países podrían intentarlo en el futuro. Las amenazas como el terrorismo nuclear seguirán en pie y siempre se correrá el riesgo de que un país con armamento nuclear, como Pakistán, podría convertirse en un Estado fallido.
La evolución de un régimen. Asimismo, se aduce que el tratado en sí está plagado de defectos y lagunas jurídicas. Con frecuencia se presentan como evidencia de su diseño defectuoso la ausencia de una cláusula de ejecución, el abuso potencial de las tecnologías de ciclo de combustible de doble uso y el posible uso indebido de sus derechos de desistimiento.
Aún así, el tratado ha tenido tremendo éxito a pesar de sus vulnerabilidades y ha evolucionado de manera que responde a las amenazas variables. El Protocolo Adicional del TNP y los regímenes complementarios como el Grupo de Suministradores Nucleares y el Régimen de Control de la Tecnología de Misiles, fueron respuestas a las deficiencias intrínsecas del tratado, o bien, extensiones de alcance y fortaleza del régimen. Estas mejoras dan buena razón para creer que el régimen de no proliferación se mostrará fuerte ante cualquier reto que enfrente en el futuro.
Aunque la Guerra Fría terminó desde hace mucho tiempo, ahora no es el momento de rendirse ante la proliferación, sino de oponerse más enérgicamente. Muchas medidas han sido propuestas para respaldar al régimen, entre ellas se incluye persuadir a los signatarios a ratificar e implementar el Protocolo Adicional, aumentando así la influencia del Organismo Internacional de Energía Atómica cuando tenga que implementar las medidas de verificación, como inspecciones especiales, y sistematizar el rol del Consejo de Seguridad de la ONU para lidiar con el incumplimiento.
Sin embargo, pasos formales como estos no pueden rescatar a un régimen desprestigiado, por lo tanto, preservar la credibilidad del régimen es de suma importancia, lo cual requiere una actitud sin excepciones de todos los involucrados. Lamentablemente, los Estados con armamento nuclear — aún cuando no han cumplido con el compromiso de desarme de buena fe bajo el tratado — se ven dispuestos a abandonar o esquivar otros aspectos del régimen de no proliferación. Ellos han permitido la proliferación de manera selectiva, como lo demuestra el reciente acuerdo de cooperación nuclear entre Estados Unidos y la India, y por las relaciones entre Rusia e Irán, y China con Corea del Norte. Dicha tolerancia transmite el mensaje de que el tratado no es un compromiso incondicional, sino solamente un instrumento de influencia política. El dar este mensaje fortalece las aspiraciones nucleares de algunos; alienta a los signatarios a evadir respuestas; y refuerza la percepción de que los países pueden incluso salir impunes al quebrantar las normas internacionales.
Horizontal y vertical. Si es cierto lo que dijoel ex Secretario de Estado George Shultz, en cuanto a que la proliferación engendra más proliferación, entonces Irán y Corea del Norte parecen ser los países con más probabilidad de empezar ese ciclo hoy en día. Corea del Norte ha realizado pruebas nucleares en dos ocasiones, aunque sus esfuerzos han sido plagados de problemas técnicos. Los pronósticos varían sobre cuánto tiempo le tomará a Irán fabricar un arma nuclear si tomase la decisión política de hacerlo, cual sea el caso, la posibilidad de que exista un Irán con armas nucleares, causaría mucha ansiedad en el Medio Oriente. Estos dos países podrían desatar un efecto dominó de proliferación que casi podría duplicar el número de Estados con armamento nuclear y relegar el TNP al basurero de la historia. Algunos argumentan que Turquía y otros países tales como Arabia Saudita se verían obligados a explorar sus opciones nucleares si Irán adquiere armamento nuclear, lo mismo ocurriría en Japón y Corea del Sur si Corea del Norte demostrara tener una verdadera capacidad nuclear.
Aunque estos países tienen lo necesario para desarrollar armamento nuclear con bastante rapidez, no creo que alguno de ellos decida tomar ese camino. Todo sería impedido por factores tales como la dependencia de exportaciones; la ideología estatal; la orientación de Occidente; o la cultura anti militarista. Por lo tanto, no puedo imaginar la proliferación horizontal. Pero sí preveo la posibilidad de la proliferación vertical. Si Irán obtuviera armamento nuclear, Estados Unidos podría verse forzado a comprometerse a largo plazo a extender la disuasión nuclear a sus aliados del Medio Oriente; Corea del Norte podría forzar a Estados Unidos a hacer lo mismo en Asia Oriental. Esto podría incitar a Rusia a defender a Irán, o que hiciera lo mismo China con Corea del Norte. En este escenario, el progreso alcanzado hasta ahora para reducir el arsenal nuclear podría ser detenido, o incluso, invertido.
No es una opción. A pesar de dichas amenazas, hay espacio suficiente para que exista el optimismo. El ímpetu que se estableció en el año 2009 con el discurso en Praga del Presidente Obama sobre el armamento nuclear ofrece una oportunidad a los esfuerzos internacionales de no proliferación para que se fortalezcan. La confianza en el régimen del tratado podría ser robustecida por medio de diplomacia firme y constante, acción concertada en contra de los violadores y dedicación inequívoca para la no proliferación universal.
No puede haber paz verdadera en un mundo que tiene armamento nuclear listo para lanzar. Es la responsabilidad de todo ciudadano preocupado, de cualquier tipo de tendencia política, de declarar que la opción nuclear no es de ninguna manera una opción; aquellos a los que les preocupa la no proliferación y el desarme, deben responsabilizar a sus representantes.
¿Sobrevivirá el TNP? Esto depende de lo que la gente escoja. El tratado sigue vivo y en pie, y probablemente seguirá así — a menos que aquellos que les importe su supervivencia, permitan que perezca.
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