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El tratado de prohibición: una medida provisional pero profunda desde el punto de vista político

By Joelien Pretorius: ES, January 30, 2017

Es momento del siguiente pilar fundamental en el proceso hacia la desnuclearización universal: un tratado que prohíba las armas nucleares.

El primer pilar fundamental importante en la iniciativa por crear y mantener un mundo sin armas nucleares fue el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP) que entró en vigor en 1970. Un tercer pilar fundamental sería una convención sobre armas nucleares que estableciera los plazos, tecnicismos y mecanismos de verificación que la eliminación de armas nucleares supone.

Esto nos da una idea sobre lo que un tratado de prohibición -el segundo de los tres pilares fundamentales importantes- debería incluir, y por qué sería necesario. Ahora bien, ¿por qué ahora es el momento?

Una respuesta es que el lento ritmo del desarme ha hecho perder la paciencia a muchos Estados sin armas nucleares. Sin embargo, con el giro nacionalista que actualmente ha tomado la política global, tal como se reflejó en el voto del Reino Unido para salir de la Unión Europea y en la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, la iniciativa del tratado de prohibición ha cobrado actualidad. Hoy día, el tabú nuclear que ha evolucionado desde que se utilizaron bombas atómicas contra Japón en 1945 parece estar amenazado.

El tabú nuclear evita que se usen las armas nucleares; a su vez, no utilizarlas refuerza el tabú. De hecho, una norma como el tabú evoluciona con el tiempo, a medida que se adoptan o no determinadas medidas, sobre la base de las ideas sobre lo que es adecuado, correcto, moral y sensato. Cada vez que existe la posibilidad de usar armas nucleares en un conflicto pero, debido a que se considera que su utilización es una respuesta inadecuada frente a una situación determinada y contradictoria con los valores de una sociedad (ya sea nacional como internacional), el tabú cobra fuerza. En el contexto nacionalista actual, las declaraciones efectuadas al descuido podrían volver a encender en la imaginación el concepto de que las armas nucleares pueden servir.

El tratado de prohibición debería elevar al tabú nuclear al nivel de absoluto; la utilización de armas nucleares debe ser impensable. La prohibición debe cerrar el vacío dejado por la Corte Internacional de Justicia en 1996 cuando dictaminó sobre la legalidad del uso de armas nucleares. La Corte determinó que «no podía concluir de forma definitiva si la amenaza o uso de armas nucleares sería legítima o ilegítima en una circunstancia extrema de defensa propia, en la que estuviera en riesgo la misma supervivencia de un Estado». La prohibición debe dejar claro que no puede existir ninguna situación imaginable que justifique el uso de armas nucleares o incluso la amenaza de uso. De esa forma, la prohibición es un instrumento para llegar a un punto final en el que la no utilización de armas nucleares se convierta en lo que en Derecho se denomina jus cogens, es decir, una norma imperativa que simplemente se asume y que nadie, nunca, podrá derogar.

Sin embargo, para tener en cuenta casos específicos de conductas humanas (como el uso de armas nucleares) a través de la óptica del jus cogens es necesario un trabajo político. Para ser imperativo, el tabú nuclear debe ser aceptado y reconocido como tal por toda la comunidad internacional. Por consiguiente, el tratado de prohibición es un instrumento para perturbar la comodidad de aquellos que todavía creen que la lógica de la disuasión (o la destrucción mutua asegurada) ofrece una justificación centrada en la seguridad para las armas nucleares. En lugar de la lógica de la disuasión, la prohibición establece el concepto de que la seguridad se encuentra en la lógica de la abstinencia mutua asegurada de la opción nuclear.

Criaturas odiosas. La celebración de una conferencia para negociar un tratado de prohibición es inminente debido al trabajo político combinado que actores estatales y no estatales ya han llevado a cabo; este trabajo político se conoce como la iniciativa humanitaria. La iniciativa humanitaria ha cambiado el enfoque de la prohibición nuclear, que ha dejado de estar en los actores para centrarse en la tecnología. A pesar de su enorme éxito en la contención de las armas nucleares, el TNP se centra en los actores: los que tienen y los que no tienen armas nucleares. En virtud del tratado, todos los Estados están obligados a negociar de buena fe el desarme general y completo, pero no se estipula ninguna fecha límite para estas negociaciones. Este vacío jurídico se ha utilizado con poca sinceridad como un medio para permitir que las armas nucleares permanezcan en las manos «correctas» y para mantenerlas alejadas de las manos «equivocadas». Por otra parte, un tratado de prohibición consideraría inhumanas a todas las armas nucleares. Incluso cuando se considerara que están en «buenas» manos, seguirían siendo ilegítimas.

En el nivel normativo, un tratado de prohibición puede funcionar para estigmatizar las armas nucleares para todos y, por consiguiente, estigmatizar a las naciones que las conservan, aun cuando estas no hubieran adherido al tratado de prohibición. Para la opinión pública, los Estados poseedores de armas nucleares deben llegar a verse (y sus defensores deben llegar a sentirse) como Gollum, la odiosa criatura del libro El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien, que dice: «Lo queremos, lo necesitamos. Debemos conseguir el tesoro». Sin dudas la prohibición será un importante instrumento legal pero, más que eso, será un instrumento político en torno al cual los activistas -ya sea los Estados, como las personas individuales o la sociedad civil- pueden continuar con su labor política para crear un sentido común de que la posesión de armas nucleares es inmoral e irracional.

Crear realidad. Así pues ¿qué debería incluirse realmente en un tratado de prohibición? La experiencia de mi propio país, Sudáfrica, que tuvo en el pasado armas nucleares pero renunció a ellas, puede darnos una pista. Sudáfrica ganó autoridad moral cuando en 1990 llevó a cabo la desnuclearización, y sucedería lo mismo con cualquier otro Estado con armas nucleares que renunciara a ellas. Abandonar las armas nucleares es un logro que la comunidad internacional debe celebrar, y el tratado de prohibición debe incluir lenguaje positivo que incite a la desnuclearización.

Además, el tratado de prohibición podría declarar en su preámbulo que los Estados miembros «están deseosos de ver a los Estados poseedores liderar la iniciativa de conseguir y mantener un mundo sin armas nucleares, iniciando las negociaciones para una convención sobre armas nucleares». Una declaración ulterior podría reconocer «un rol especial para los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la organización que tiene la responsabilidad principal de asegurar la paz y seguridad internacionales, predicando con el ejemplo al liderar la desnuclearización».

El tratado no debería estar repleto de demasiados detalles. Tampoco deberían crearse nuevas instituciones en este momento; esa sería una prerrogativa de la convención. Gran parte de la labor de verificación relacionada con la prohibición podría subsumirse en estructuras ya existentes, como el Organismo Internacional de Energía Atómica.

Como medida provisional en el camino hacia una convención sobre armas nucleares, la prohibición debería ser en sí misma un paso sencillo pero importante. Podría acelerar el desarme. Sin embargo, no sería un instrumento directo para obligar a las naciones con armas nucleares a desarmarse. En su lugar, sería un elemento de un proyecto a largo plazo para construir una realidad en la que no hubiera lugar para las armas nucleares y en la que las naciones con armas nucleares lograran ver la realidad desde esa perspectiva.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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