Las armas autónomas y la ardua búsqueda de seguridad civil

By Monika Chansoria: ES, January 19, 2016

Los otros autores de esta mesa redonda expresan inquietudes razonables sobre las armas autónomas, pero dan demasiada poca importancia a las masacres de civiles causadas por terroristas, masacres que quizás algún día puedan reducirse gracias a los sistemas de armas autónomas sujetos a una regulación eficaz.

Las armas autónomas letales requieren una regulación internacional eficaz; en este punto están de acuerdo todos los autores de esta mesa redonda. Una de las participantes, Heather Roff, aboga por la prohibición total de las armas autónomas, además de su regulación. Sin embargo, es muy poco probable que se apruebe una prohibición global. Esto significa que el único camino viable hacia adelante consiste en la regulación internacional, administrada a través de un régimen eficaz. Lo ideal sería que un sistema regulatorio limitara los daños colaterales que pueden suponer las armas autónomas y, a la vez, regulara el desarrollo y la proliferación de las armas. Ahora bien, el objetivo final de un sistema regulatorio sería mejorar las posibilidades de las armas autónomas de contribuir a la seguridad civil, en lugar de menoscabarla.

¿Las armas autónomas pueden suponer peligros para los civiles? Sin dudas. Como sostuvo Roff en la Primera Ronda, a pesar de que los desarrollos tecnológicos futuros puedan permitir a las armas autónomas identificar objetivos aceptables, estos avances “no garantizarán que no se ataque a los civiles”. Sin embargo, a pesar de que esta observación es correcta, pasa por alto los peligros que implican para los civiles los actores no estatales, que prosperan al ser imposibles de distinguir de las poblaciones civiles locales. Tomemos a India como ejemplo. Según el Instituto de Gestión de Conflictos de Nueva Delhi, casi 21.000 civiles y personal de seguridad de la India han muerto a consecuencia de actos de violencia terroristas desde 1988. Así que, a pesar de que no puede sostenerse que las armas autónomas necesariamente fomentarían la seguridad civil, en lugar de menoscabarla -siguen siendo una tecnología en desarrollo- puede afirmarse con convicción que la seguridad civil, en ausencia de armas autónomas, se ve profundamente comprometida por actores no estatales. De hecho, resulta difícil en estas circunstancias “entender claramente” lo que significa el término “seguridad civil”, como pretende Roff. Entre insurrecciones, guerras civiles u otros tipos de violencia asimétrica, esta tarea será difícil.

Entretanto, Paulo Santos sostiene que “las armas autónomas ya se han aceptado en la guerra” porque la sociedad moderna ha aceptado “la guerra como un videojuego”. Sin embargo, en un lugar como India, la sociedad no ha aceptado de ninguna forma la guerra, sino que esta, de formas no convencionales, asimétricas e irregulares,se ha impuesto a sus habitantes por parte de actores no estatales y trasnacionales. Estados o entidades estatales cómplices proporcionan a estos grupos los recursos necesarios para llevar a cabo actos de terrorismo. Este tipo de guerra, aun cuando pone en riesgo a la población civil, crea inestabilidad en la región, que puede de por sí engendrar más terrorismo o insurrecciones armadas.

Las naciones abiertas, democráticas, en las que la libertad se considera un valor y en las que sus líderes intentan conducirse como personas responsables a nivel internacional, no atacan a civiles inocentes. Son las redes no estatales las que emplean violencia masiva contra los civiles, para lograr sus objetivos. Este desequilibrio coloca automáticamente a las naciones democráticas en desventaja y acarrea un grave riesgo para los civiles. Si los sistemas de armas autónomas sujetos a una regulación eficaz pueden evitar los derramamientos de sangre civil minimizando a la vez los daños colaterales, vale la pena considerarlos seriamente como tecnología legítima a utilizar durante los conflictos y guerras.

 


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