Las contradicciones nucleares de Turquía

By Mustafa Kibaroglu: ES, October 5, 2015

Aparentemente, mi ensayo de la Segunda Ronda, en el que sostuve que las vastas reservas de plutonio de Japón perjudican el mensaje de los Hibakusha, ha servido de inspiración a mi colega Akira Kawasaki para hablar sobre "la doble moral inherente a las políticas nucleares de Japón". En esta oportunidad, en la Tercera Ronda, haré lo mismo que él y abordaré la doble moral nuclear de mi propio país, Turquía.

Turquía es un miembro de los regímenes de no proliferación y desarme que goza de una buena reputación, ha firmado instrumentos como el Tratado de No Proliferación Nuclear y el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, y participa en iniciativas como la del Comité Zangger y el Grupo de Proveedores Nucleares. Es más, desde hace mucho tiempo promueve la creación de una zona libre de armas nucleares en Medio Oriente. Los funcionarios turcos, considerando los graves y crecientes problemas de seguridad en Medio Oriente, afirman que el establecimiento de una zona libre de armas nucleares es una cuestión de responsabilidad colectiva urgente.

Ahora bien, Turquía es también miembro de la OTAN y, en el marco de la estrategia de seguridad de la alianza y sus principios de solidaridad y distribución de cargas, desde hace décadas Ankara permite el despliegue de armas nucleares de EE. UU. en territorio turco. Los funcionarios consideran que estas armas refuerzan el compromiso de Washington en pos de la seguridad transatlántica y contribuyen a la credibilidad de la disuasión ampliada.

Así que, por un lado, Turquía se compromete con un mundo sin armas nucleares pero, por el otro, Ankara permite armas nucleares estadounidenses dentro de su territorio y subraya que el desarme requerirá tiempo y paciencia y que, de hecho, el desarme total no será posible en el corto plazo. Esta enfoque contradictorio perjudica la reputación de Turquía en los regímenes de no proliferación y desarme, al menos a los ojos de sus vecinos del Medio Oriente, cuya cooperación es indispensable si se piensa en establecer una zona sin armas nucleares en la región. Para eliminar esta contradicción y ser coherentes con los principios que Turquía ha sostenido desde hace tiempo, Ankara debería comenzar el proceso de devolver las armas nucleares tácticas a Estados Unidos. Para ello, deberá llevar a cabo un prudente proceso de revisión y mantener estrechos contactos con Washington.

Los funcionarios turcos pueden sostener que, devolver las armas estadounidenses al lugar al que pertenecen, perjudicaría la seguridad turca. Pero, aunque las relaciones entre la OTAN y Rusia empeoran en medio de los acontecimientos en Ucrania, imaginar una "calurosa" confrontación entre ambos, y mucho menos un conflicto nuclear, es, como sostuvo el estratega Herman Kahn, "pensar en lo impensable". Aun cuando tuviera lugar un escenario de este tipo, las armas nucleares tácticas no desempeñarían casi ningún papel.

Además, la OTAN podría ofrecer a Turquía disuasión ampliada a través de otros medios que no sean colocar armas nucleares en suelo turco. Por ejemplo, los submarinos dotados de armas nucleares de EE. UU. podrían desplegarse temporalmente en el Mediterráneo oriental y acudir a los puertos de Turquía. Este tipo de medidas darían un mensaje poderoso a los países hostiles. Por esta razón, en 20 de los 28 países de la OTAN no se despliegan armas nucleares, pero todos los 28 están cubiertos por el paraguas nuclear de la alianza.

Paradójicamente, si las armas nucleares se retiraran de Turquía, algunos expertos occidentales podrían mirar con sospecha los planes de energía nuclear de Turquía, preguntándose si Ankara pretende desarrollar sus propias armas nucleares. Ahora bien, Turquía no tendría ningún incentivo en función de la seguridad para seguir este camino. Por lo demás, embarcarse en una aventura de armas nucleares complicaría las ya difíciles relaciones de Turquía con la Unión Europea, perjudicando las ambiciones turcas de convertirse en un Estado miembro de la UE.

Otras naciones europeas que alojan armas nucleares estadounidenses ya han comenzado a debatir acerca de si deben o no conservarlas. Alemania, Italia, Holanda y Bélgica, todos estos países han expresado su voluntad de tratar al menos el tema de retirar las armas nucleares de EE. UU. del continente europeo. Algunas otras naciones, preocupadas por su seguridad frente a Rusia, se han resistido a la idea (como ha sucedido en Turquía). Sin embargo, en este contexto Turquía no estaría fuera de lugar si participara en discusiones serias sobre si deben o no sacarse las armas de su territorio.

Entretanto, la opinión pública turca no tiene una inclinación favorable a la OTAN y Estados Unidos en estos días. A medida que la OTAN ha dejado de ser una organización de defensa colectiva con una postura "dura" para pasar a ser una organización de seguridad colectiva con una postura "blanda", se ha diluido su imagen poderosa. Cada vez es más fuerte la opinión de que la OTAN sirve en primer lugar para defender los intereses de EE. UU. y mantener la hegemonía de ese país. Actualmente, se ha generalizado en Turquía un sentimiento anti-estadounidense, y es muy probable que retirar las armas nucleares de EE. UU. del suelo turco sea una medida popular.

Alojar las armas nucleares de EE. UU. contribuye muy poco a mejorar la seguridad de Turquía. Sin embargo, perjudica sus credenciales sobre la no proliferación y el desarme y molesta al público turco. Ha llegado el momento de que Washington se lleve a casa sus armas.

 


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