Las cumbres terminan; no así los problemas relacionados con la no proliferación

By Michael H. Fuchs: ES, May 19, 2016

A fines de marzo, cuando los representantes en la Cumbre sobre Seguridad Nuclear estaban reunidos en Washington, Donald Trump revelaba al New York Times sus actitudes desdeñosas e irresponsables sobre la proliferación nuclear. La semana pasada Trump se convirtió en el presunto candidato a la presidencia de los republicanos. Así que, quizás ahora más que nunca, es importante convencer a la opinión pública y a los gobiernos de lo indispensable que resultan las acciones concretas en materia de no proliferación.

Mis colegas de mesa redonda Hubert Foy y Nilsu Goren no están de acuerdo conmigo en que las Cumbres sobre Seguridad Nuclear deberían continuar con los jefes de Estado, pero todos estamos de acuerdo en que las cumbres, como eventos que obligaron a tomar medidas, llamaron la atención sobre importantes cuestiones relacionadas con la no proliferación. Tanto si las cumbres continúan como si no,  seguirá siendo un desafío permanente lograr que la atención se centre en la no proliferación y el desarme.

Cuando asuma una nueva administración de EE. UU.  el año próximo, sin importar la identidad del presidente, tendrá que enfrentarse a varios temas de política nuclear con consecuencias que tendrán una fuerte repercusión durante mucho tiempo. Estos comprenden:

  • Determinar si existe una forma viable de negociar más reducciones en los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia. Las relaciones entre Moscú y Washington están en su punto más crítico desde el fin de la Guerra Fría, de modo que las posibilidades de que existan negociaciones serias de seguimiento del acuerdo Nuevo Start son pocas. Ahora bien, si existe un ámbito en el que Rusia y Estados Unidos deberían intentar avanzar, a pesar de sus tensas relaciones, es justamente este.
  • Establecer un plan para modernizar las fuerzas nucleares de Estados Unidos. Como han analizado mis colegas Larry Korb y Adam Mount, hoy día Washington se enfrenta a decisiones que determinarán la composición de las fuerzas nucleares estadounidenses durante décadas. Si Estados Unidos se compromete de verdad a reducir los arsenales manteniendo a su vez una fuerza disuasiva creíble, en los próximos años deberán tomarse decisiones difíciles, como si debe o no reducirse el tamaño de la fuerza de misiles balísticos intercontinentales (lo que, de hecho, parecería ser acertado).
  • Mantener el histórico acuerdo con Irán. El Plan de Acción Integral Conjunto demuestra que, con diplomacia, es posible lograr que un país deje de adquirir armas nucleares. El éxito y la credibilidad continua en el acuerdo serán fundamentales para mantener el régimen de no proliferación y fomentar que los países cumplan con sus obligaciones en materia de no proliferación. Aun así, abundan las críticas del acuerdo, como lo demuestran los periódicos casi todos los días, de modo que es fundamental asegurarse de que el acuerdo tenga éxito y de que todas las partes lo acaten.
  • Por último, enfrentarse a Corea del Norte. A medida que se expanden las capacidades nucleares de Pyongyang, especialmente en relación con la miniaturización y los misiles, los encargados de la adopción de políticas de Estados Unidos que se esfuerzan por asegurar la estabilidad regional se enfrentan a importantes problemas. El mundo está tratando a Corea del Norte con más rigor; China respaldó en marzo una dura resolución del Consejo de Seguridad de la ONU dirigida a Pyongyang. Aun así, el Norte parece todavía decidido a avanzar por el camino nuclear.

Ninguno de estos desafíos es nuevo. Sin embargo, para enfrentarlos es necesario prestarles atención y comprometerse de manera continua, a alto nivel, de forma muy similar al compromiso asumido y la atención prestada durante las Cumbres sobre Seguridad Nuclear.

La Casa Blanca anunció que el presidente Obama visitará Hiroshima durante un próximo viaje a Japón. Quizás el presidente aproveche esta oportunidad para perfilar una forma práctica de abordar los problemas nucleares que tenemos por delante, una especie de discurso de Praga 2.0 que presente un mapa de ruta más detallado para lograr su visión nuclear.  Las decisiones que falta adoptar son difíciles, y para abordarlas será necesario pensar con audacia pero también de forma pragmática.

 


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