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Minimizar el peligro, aumentar el dolor de cabeza

By Charles Piani (ES), August 20, 2013

Controlar el acceso a materiales fisibles se encuentra entre las medidas más importantes que pueden ser aplicadas para prevenir la proliferación de armas nucleares, además se reconoce ampliamente que el uranio altamente enriquecido (HEU, por sus siglas en inglés) es una amenaza de proliferación, aunque sea para el uso militar o civil. Esto explica por qué la comunidad internacional prefiere apoyar el uso de uranio poco enriquecido (LEU, por siglas en inglés) en vez del uranio altamente enriquecido.

En el mundo en desarrollo, el uranio altamente enriquecido se usa de dos maneras que son relevantes para las iniciativas de reducción: como combustible para reactores de investigación que aún no ha sido convertido o que no puede convertirse en LEU y como blancos que contienen uranio fisionable para la producción de radioisótopos médicos. (Podríamos discutir otros dos usos en el futuro: el combustible para reactores navales y para reactores rápidos).

Las organizaciones que promueven la conversión a uranio poco enriquecido, tales como la Administración Nacional de Seguridad Nuclear de EE.UU. (NNSA, por sus siglas en inglés) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), a veces utilizan la política del palo y la zanahoria para alentar a las naciones a efectuar la conversión. Como parte de las amenazas estas organizaciones podrían blandir la idea de que los países en desarrollo perderían todo su uranio enriquecido si no cambian a LEU. Como parte de los incentivos, podrían ofrecer apoyo a los países en desarrollo para llevar a cabo investigaciones e iniciativas de desarrollo o darles la oportunidad de exportar radioisótopos. Muchos países en desarrollo, como respuesta a la presión política o a las restricciones comerciales y en un esfuerzo por cooperar con actores internacionales, están intentando reducir lo más posible su uso de HEU. Sin embargo, una complicación para los reactores de investigación del mundo en desarrollo es que los supervisores de las instalaciones a menudo hacen frente a presiones para reducir los costos de las partes interesadas — y la conversión a LEU, ya sea para combustible o blancos, conlleva implicaciones financieras significativas.

¿El costo es muy alto? Varios reactores de investigación que usan uranio altamente enriquecido para combustible no necesitan cambiar a LEU urgentemente — tienen a su alcance suficientes reservas de combustible para muchos ciclos operacionales. Pero los reactores que sí requieren provisiones nuevas de combustible tienen ante sí una pregunta doble: ¿es factible que un reactor cambie a LEU? y ¿se podría hacer esta conversión de manera eficaz y económica? Si la administración decidiera convertir el combustible, tendría que encontrar apoyo financiero adecuado para asegurar que la transición hacia LEU sea fácil y que garantice la sustentabilidad operacional de la instalación. 

La conversión a blancos de LEU para la producción de radioisótopos médicos presenta una serie diferente de problemas. La producción de radioisótopos es una industria internacional importante; el molibdeno 99, y en particular, su producto de desintegración, el tecnecio 99 (un isótopo médico metaestable) desempeñan una función en aproximadamente 30 millones de aplicaciones para pacientes por año. Históricamente, la industria se ha concentrado en la irradiación de blancos de HEU (a menudo, es uranio 235 enriquecido a más de un 90 %). La conversión hacia blancos de LEU requiere que el contenido de uranio del blanco se multiplique por dos o más. Esto representa un reto técnico. Además, para que la producción de radioisótopos permanezca constante, se requieren más blancos y se producen mayores volúmenes de deshechos.

Otro obstáculo se presenta cuando las instalaciones cambian a LEU, ya sea en combustible o blancos experimentando la conversión. A menudo se requiere un tiempo de espera de varios años, durante los cuales se deben poner al corriente las licencias nucleares y permisos para desarrollar aplicaciones médicas. Todo esto implica costos significativos por adelantado, de los que se encargarían o los reactores, o sus productores de isótopos o las partes interesadas más importantes (como por ejemplo, el gobierno). Además, los reactores de investigación y las instalaciones de producción de isótopos deben preocuparse por las pérdidas de ventas durante cualquier cambio, lo que significa que con frecuencia la conversión debe realizarse aún cuando se está llevando a cabo el proceso de producción actual. Esto implica serias preocupaciones para la capacidad y los costos.

Para los reactores de investigación en el mundo en desarrollo que hacen frente a estos problemas, las opciones financieras, por lo general, tienen sus límites. Podrían pedir ayuda de los actores interesados, como el gobierno. Podrían intentar arreglárselas con el financiamiento disponible de la producción comercial de isótopos. O, cuando estuviera disponible, podrían pedir asistencia a los países desarrollados, es decir, incentivos. (A veces, los mejores resultados se alcanzan al combinar estos tres métodos). La asistencia técnica y financiera significativa de los países desarrollados proviene, entre otras fuentes, del Departamento de Energía de EE.UU. y de la iniciativa del NNSA, conocida como el Programa de Enriquecimiento Reducido para Reactores de Investigación y de Ensayo (RERTR, por sus siglas en inglés), así como también del Programa ruso de Devolución de Combustible de Reactores de Investigación; ambos han recibido apoyo organizativo y financiero significativo del OIEA.

¿Estará muy bajo el límite? A menudo, cuando los países desarrollados y en desarrollo discuten la reducción de HEU, lo primero en la agenda es la conversión al uso de uranio poco enriquecido de los reactores. El segundo punto es el traslado oportuno y la eliminación de los materiales nucleares de las instalaciones que ya no utilizan estos mismos. Para asistir en la conversión del reactor, los países desarrollados, por lo regular, proporcionan evaluaciones computacionales y subsidiadas sobre la viabilidad de la operación de reactores utilizando LEU y sobre los aumentos previstos de los costos de la producción de isótopos después de la conversión. El traslado y la eliminación de materiales nucleares plantean problemas, incluyendo el almacenamiento seguro de materiales fisibles gastados hasta que puedan ser procesados de manera adecuada o repatriados. Se ha realizado un avance significativo en los últimos años en la devolución de material fisible gastado de reactores de investigación hacia Estados Unidos y Rusia, pero persisten problemas — por ejemplo, cómo repatriar los materiales residuales vinculados al combustible que no es originario de Estados Unidos o Rusia. Además, el Programa Gap Material, una parte de la Iniciativa para la Reducción de la Amenaza Global de EE.UU., la que pretende encargarse de materiales de alto riesgo no mencionados en otros programas parece acercarse a un punto muerto.

Dejando de lado esto, la pregunta planteada en esta Mesa Redonda — "¿Cómo podrían los países desarrollados incentivar de la mejor manera posible los programas de reducción de HEU en el mundo emergente y en desarrollo?" — pide a gritos una aclaración del término "reducción de HEU".

La gran motivación detrás de la reducción de HEU está relacionada al Tratado sobre no proliferación nuclear y al esfuerzo de casi 200 naciones signatarias para la prevención de la propagación de armas nucleares. Minimizar el uso de HEU en las aplicaciones civiles es una consecuencia natural del tratado. Pero a pesar de las discusiones regulares sobre este tema, no existe un consenso universal sobre lo que significa la reducción de HEU, a diferencia del término eliminación de HEU, sobre el que sí existe un consenso. Además, existe un escepticismo notable alrededor de la idea de que todos los niveles de utilización de HEU representan un problema verdadero de proliferación.

Por definición, el HEU contiene más de un 20 % de uranio 235 concentrados; el LEU tiene menos de un 20 % de uranio 235 concentrado. Aquí plantearé una pregunta que tal vez sea contenciosa pero que no obstante, amerita su consideración: ¿por qué no se podría aumentar el límite de LEU a algo más del 20 %, para así ayudar a que los reactores de investigación alrededor del mundo en desarrollo puedan superar los retos tecnológicos y financieros a los que se enfrentan durante el proceso de conversión?


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