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El problema va más allá de la tecnología

By Sagar Dhara: ES, November 11, 2015

Los seres humanos tienen la capacidad excepcional de desarrollar tecnología que lleva a la conversión de energía. Cuando los cazadores-recolectores adoptaron la agricultura, aumentaron gradualmente su consumo de energía, que llegó a multiplicarse por 1000, a través de desarrollos tecnológicos, como la domesticación de animales de tiro y el uso del fuego para limpiar la tierra, hacer ladrillos y derretir metales. La emergencia de las sociedades industriales implicó otro aumento en 50 veces.

Los seres humanos habitualmente ponen su propio derecho sobre la naturaleza por encima del de las demás especies; el crecimiento energético se ha basado en este hábito. También ha dependido de la propiedad privada de la naturaleza, que permite a los inversores, ya sea personas físicas, empresas o el Estado, hacer pequeñas inversiones energéticas que permiten obtener enormes cantidades de energía excedente. El excedente de energía anima el desarrollo humano y los cambios en el estilo de vida. A su vez, el deseo de desarrollo conduce al ulterior crecimiento energético.

Los combustibles fósiles, con su alta densidad energética, han jugado un papel fundamental en la historia del crecimiento humano. En 2012, el año más reciente para el que se dispone de cifras de la Agencia Internacional de la Energía, los combustibles fósiles suministraron el 82 % de la energía primaria del mundo, y son responsables, junto con los cambios en el aprovechamiento de la tierra, de emisiones anuales de unas 40 gigatoneladas de dióxido de carbono. La mitad de estas emisiones no vuelven a ser capturadas por la tierra. Esta es la principal causa del calentamiento global.

¿Cuál es la solución? Está compuesta por dos partes, una tecnológica y la otra política y filosófica. Las dos partes de la solución deben implementarse, si quieren evitarse estragos más graves ocasionados por el calentamiento global.

Hay problemas en todas partes. En primer lugar, el aspecto tecnológico. Los seres humanos deben reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, ¿alguno de los principales enfoques tecnológicos para reducir las emisiones funcionará de verdad?

Una posible solución es derivar energía de la biomasa, que ya suministra el 10 % de la energía utilizada por los seres humanos. La biomasa es un recurso extendido y puede convertirse fácilmente para suministrar servicios de energía. Lamentablemente, la biomasa ya está sobreexplotada; los seres humanos utilizan el 16 % de la energía producida por las plantas cada año. Si se continúa explotando, solo se exacerbarán las feas cicatrices ambientales del planeta que la extracción de biomasa, a través de la deforestación y otros cambios en el uso de la tierra, ya ha causado.

La hidroelectricidad proporciona el 2,4 % de la energía primaria del mundo, pero ya se ha aprovechado el 40 % de su potencial utilizable. Ha aumentado la resistencia a las represas, porque destruyen los bosques aguas arriba y la tierra para la agricultura; las zonas que están aguas abajo pueden inundarse cuando el exceso de agua sale de los embalses. Es poco probable que la hidroelectricidad se extienda mucho, excepto en algunas regiones montañosas.

Entretanto, la energía nuclear satisface aproximadamente el 5 % de los requisitos energéticos de los seres humanos. No obstante, el mundo está dejando atrás la energía termonuclear. Es sucia; la extracción de uranio conlleva graves consecuencias para la salud, y unas 300.000 toneladas métricas de combustible usado altamente radioactivo se almacenan en reactores en todo el mundo. No es segura; ya han ocurrido tres accidentes importantes en reactores de energía. Puede ser objeto de abusos; el uranio enriquecido puede utilizarse para hacer bombas. Por último, es cara, mucho más que los combustibles fósiles.

A continuación, la energía solar concentrada y los fotovoltaicos, junto con el viento, suministran aproximadamente el 1 % de la energía global. Estas fuentes están creciendo de un 15 a un 40 % por año, pero tienen varias desventajas: son intermitentes, solo pueden colocarse en lugares favorables, no pueden utilizarse directamente para locomoción y tienen impactos ambientales de los que no se habla con frecuencia. Las instalaciones eólicas y las plantas fotovoltaicas requieren muchísima más tierra que las plantas de combustibles de origen fósil. Cálculos realistas sugieren que la energía eólica utilizable puede satisfacer solo el 5 % de la demanda de energía global de la actualidad, y durante la producción, tanto de los equipos eólicos como solares, se emiten cantidades importantes de dióxido de carbono. A su vez, estas fuentes de energía son todavía más caras que los combustibles fósiles.

¿Qué sucedería si capturáramos y almacenáramos dióxido de carbono para que no pudiera liberarse nunca a la atmósfera? Por diversas razones ha decaído el entusiasmo por la captura y almacenamiento del carbono (CCS, por sus siglas en inglés). Para empezar, solamente están operativos 14 proyectos CCS, y ocho más están en construcción. Conjuntamente, su capacidad representa solamente una décima parte del 1 % de las emisiones actuales de dióxido de carbono. Además, muchos de estos proyectos se combinan con proyectos mejorados para la recuperación del petróleo, lo que neutraliza las reducciones en las emisiones que se logran a través de la captura y el almacenamiento.

Entretanto, la eficiencia energética muchas veces se ve como un camino fácil para disminuir las emisiones. Sin embargo, lo que podemos lograr a través de la eficiencia tiene un límite. Es más, aquí entra en escena la paradoja de Javons, es decir, si la disponibilidad de energía aumenta debido a una mayor eficiencia, la energía será más barata y aumentará el consumo.

Un enfoque diferente. Hasta ahora, los países que han tenido más éxito en dejar atrás los combustibles fósiles son Alemania y Cuba. Alemania garantiza tarifas fijas a los productores de energías renovables. Cuba se ha centrado en la eficiencia y también en la agricultura orgánica, que conserva la energía a través de sus menores requisitos de agua, el uso reducido de equipos agrícolas, y su rechazo a los fertilizantes y pesticidas. El modelo alemán se puede reproducir en países desarrollados, pero no en lo que están en vías de desarrollo. Un gran porcentaje de los dueños de generadores de energía renovable en Alemania son personas físicas, cooperativas o comunidades, y en las naciones en vías de desarrollo estas entidades no tienen el capital para invertir en energías renovables. La experiencia cubana aún es más difícil de reproducir, dado que la agricultura orgánica no genera tantos beneficios económicos como los cultivos comerciales.

Para que la civilización pueda continuar siendo sustentable, los seres humanos deben cambiar los combustibles de origen fósil por la energía solar, a pesar de los problemas técnicos. Además, es necesario invertir en biótica y otras innovaciones que consuman poca energía. Pero al final, el consumo de energía global debe reducirse en el orden de aproximadamente un 60 %. Esto requerirá un número de cambios profundos en el terreno no tecnológico. Debe establecerse la equidad energética entre los países del mundo; las personas en los países más ricos no deben, como ocurre en la actualidad, utilizar cientos de veces más energía que las de los países más pobres. Debe renunciarse los derechos de propiedad sobre la naturaleza a favor del derecho a usar la naturaleza sin destruirla. La economía global debe dar prioridad a "la minimización de riesgos para todos" sobre "la maximización de ganancias para unos pocos". Debe establecerse una economía estatal estable; una economía sostenible que mantenga el equilibrio de la naturaleza.

Las implicaciones de estos cambios son radicales. Estados Unidos y Canadá deben reducir su consumo de energía en un 90 %; Europa, Australasia, y Japón deben hacerlo en un 75 %. Las ciudades deben retraerse drásticamente y los diferenciales energéticos entre zonas rurales y urbanas deben desaparecer. Debe darse prioridad al localismo y el gobierno debe descentralizarse. Deben implementarse normas uniformes de riesgos y emisiones para todo el mundo.

Las soluciones tecnológicas para el cambio climático serán difíciles de implementar, pero estos retos políticos y filosóficos todavía serán más complicados. No obstante, se pueden superar si son las mismas personas las que luchan por las demandas que muchos hicieron en las manifestaciones sobre el cambio climático el año pasado. "¡Mantengan el clima, cambien la economía!"

Si estas demandas dan lugar a cambios rápidos y concentrados, podemos seguir teniendo esperanza en que los seres humanos puedan formar sociedades sostenibles, equitativas y pacíficas. De lo contrario, el calentamiento global impondrá sus propios cambios, profundamente dolorosos.

 



Topics: Climate Change

 

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