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By Sagar Dhara: ES, December 17, 2015
Durante la última década visité varias veces las Maldivas, una nación de 26 atolones en el océano Índico, para ayudar al ministro de Medio Ambiente y Energía a hacer el seguimiento de la contaminación del aire. Sin embargo, me di cuenta de que sus habitantes están menos interesados en debatir sobre la contaminación del aire que en hablar sobre su destino luego de que el mar se traga a sus islas maravillosas y obliga a unas 400.000 personas a vivir en permanentes exilios climáticos. En 2009, para destacar las amenazas climáticas que enfrentan las Maldivas, el presidente de ese país celebró una reunión de gabinete en el fondo del mar. No obstante, parecería que son pocos los que realmente están prestando atención a los problemas del país.
Las personas pobres de los países en desarrollo, que en muy poco han contribuido al cambio climático, serán la mayoría de los refugiados climáticos a nivel global. Sus emisiones históricas promedio per cápita son solo una octava parte de las de las personas en países desarrollados. Sin embargo, estas personas, con sus bajos niveles de desarrollo y muchas veces ubicaciones geográficas desfavorables, serán las que estarán más expuestas a los impactos más duros del calentamiento global: el aumento del nivel del mar, las sequías, condiciones climáticas extremas y variaciones de las lluvias.
Entretanto, los países desarrollados se han beneficiado de 200 años de utilización de combustibles fósiles con alta densidad de energía. Los nuevos ricos en países menos desarrollados también han comenzado a obtener beneficios en los últimos años, a medida que se ha incrementado su consumo energético. Así que las emisiones históricas de los países desarrollados son altas (como señalamos, ocho veces más altas sobre una base per cápita) y las emisiones actuales de los ricos del mundo, sin importar de qué país provienen, son igual de altas.
Sin duda se ha reducido la brecha de emisiones entre países desarrollados y en desarrollo. Las emisiones per cápita promedio del mundo desarrollado ascienden ahora a un poco más del doble del nivel correspondiente a los países en desarrollo. Sin embargo, la brecha de emisiones entre ricos y pobres, sin importar su país, ha aumentado. A su vez, los países y personas ricos pueden contar con su riqueza para protegerse de los muchos efectos del calentamiento global.
Como ha sucedido tantas veces en el transcurso de la historia, los ricos buscan conservar sus privilegios.De hecho, es difícil pensar en ejemplos de la historia en los que los ricos hayan renunciado a privilegios para ayudar a los pobres. Por el contrario, la historia nos proporciona numerosos ejemplos sobre los ricos luchando duramente para mantener sus privilegios. Por ejemplo, cuando los grandes plantadores de algodón del sur de Estados Unidos dirigieron los movimientos en favor de la secesión para preservar la esclavitud.
Ahora se encuentran en París los países desarrollados y en desarrollo, reivindicando el dióxido de carbono que el mundo puede seguir emitiendo, sin permitir que la temperatura global ascienda en más de 2 grados Celsius en comparación con la era pre-industrial, un nivel que los científicos consideran una línea roja. Los países desarrollados, que desean mantener sus altas emisiones per cápita, están reclamando derechos de ocupación ilegal sobre lo que quede de la asignación del carbono.
En la Primera Ronda propuse que Estados Unidos y Canadá redujeran su consumo de energía en un 90 por ciento, para salvar al planeta y a naciones como las Maldivas de ahogarse. Mis colegas de mesa redonda Jennie C. Stephens y Elizabeth J. Wilson sostuvieron que mi propuesta era loable pero inviable. Para los norteamericanos, las Maldivas son un país lejano y desconocido, pero esto no explica la actitud de mis colegas. Los indios ricos, que viven al lado de las Maldivas, piensan de forma similar. La explicación real es que los ricos no están dispuestos a renunciar a sus privilegios.
Mis colegas han señalado correctamente que el mundo debe dar un viraje hacia las fuentes de energía renovable. Han aplaudido también un conjunto de cambios sociales, culturales y políticos que lo acompañen (aunque aún deben explicar con precisión en qué consisten estos cambios). Sin embargo, aunque las energías renovables puedan retrasar un poco el calentamiento global, la tecnología no puede por sí sola abordar adecuadamente el problema del cambio climático. Tampoco puede hacer que las sociedades sean sostenibles y equitativas, no mientras la economía global esté basada en el crecimiento y el consumo inequitativo de los recursos naturales.
¿Cuánta energía y cuántos recursos naturales pueden extraer los seres humanos de la naturaleza sin destruirla? ¿Cómo pueden distribuirse estos recursos equitativamente entre todas las personas? Abordar estas cuestiones de manera realista puede ayudar a los seres humanos a entender que forman parte de la naturaleza, y que no son algo ajeno a ella, y puede incluso ayudar a la humanidad a lograr la verdadera sostenibilidad y equidad.
Topics: Climate Change
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