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Sexo verde por el bien del clima

By Alisha Graves: ES, January 26, 2016

No hay una única solución para el cambio climático, ningún remedio mágico que pueda estabilizar y finalmente reducir la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Sin embargo, separar el sexo de la reproducción representa una oportunidad de evitar el desastre climático que ha sido subestimada.

Sin dudas será necesario abordar el problema climático desde una amplia variedad de enfoques. Deben implementarse políticas de conservación y es necesario hacer importantes inversiones para desarrollar y ampliar las tecnologías de energías renovables. Ahora bien, otra oportunidad, que muchas veces se pasa por alto, es garantizar que todas las mujeres tengan la información y los medios para separar el sexo de la reproducción. En todo el mundo, cada vez que se implementan buenos programas de planificación familiar, las parejas optan por tener menos hijos. Mejoran los beneficios para la salud de la familia, aumentan los recursos per cápita del hogar y disminuye la huella de carbono de cada pareja.

Quizás la ecuación más importante en el mundo fue la que hicieron John Holdren, que en la actualidad es asesor sobre ciencia y tecnología del presidente Obama, y el biólogo Paul Ehrlich: I=PAT. "I" significa impacto sobre el medio ambiente, "P" población, "A" abundancia, y "T" tecnología. La tecnología puede tanto mejorar como intensificar el impacto de los seres humanos sobre el planeta, pero la abundancia y la población tienen un efecto directamente multiplicador. Es decir, la abundancia lleva al aumento del consumo y de la contaminación. Una mayor población apareja más huellas de carbono en la biósfera. Sin embargo, hay un giro inesperado: dado que las emisiones per cápita en los países ricos son mucho mayores que en los países de bajos ingresos, prevenir un embarazo no deseado en un país con altas emisiones ayudará más al clima que prevenir un embarazo similar en un país con bajas emisiones.

Aunque muchas personas reconocen el impacto de la población sobre el medio ambiente, la mayoría omite mencionar que el crecimiento demográfico no es un fait accompli.En los países industrializados, la familia promedio a mediados del siglo XIX tenía seis hijos o más. Hoy en día las familias tienen en esos países un promedio de 2,4 hijos (casi en el nivel de reemplazo). Más recientemente, en algunos países en desarrollo, las tasas de natalidad han caído con extraordinaria rapidez, como en Irán, cuya tasa de fertilidad total cayó de más de cinco a menos de tres en solo siete años. La tasa de fertilidad en Tailandia, cuando se generalizó el acceso a la planificación familiar voluntaria y los abortos seguros, cayó de seis hijos a 3,5 en 12 años, aunque a Estados Unidos le había llevado 58 años hacer esa misma transición en el siglo XIX.

Los enfoques coercitivos en relación con la población, como la política china del único hijo y la esterilización forzosa en India, no deberían forman parte de la planificación familiar. Sin embargo, cuando a las mujeres se les niega la información y los medios para separar el sexo de la reproducción, son los embarazos los que resultan coercitivos. Así que, los servicios de planificación familiar, desde su diseño hasta su implementación, no tienen que decirle a las parejas lo que deben hacer, sino darles lo que desean. La buena noticia es que esto es lo que justamente hacen muchos programas de planificación familiar en todo el mundo. En especial defienden el derecho de las mujeres de determinar cuántos hijos tendrán y cuándo los tendrán.

Para el clima, son profundos los posibles beneficios de la planificación familiar. Un estudio cuidadoso de un programa de planificación familiar voluntaria en California demuestra que la planificación familiar es el único modo más rentable de disminuir las emisiones de dióxido de carbono. Gastar $24 en energía eólica evita una tonelada métrica de emisiones de dióxido de carbono, lo mismo que supone gastar $51 en energía solar. Sin embargo, gastar solo $7 en planificación familiar logra el mismo resultado.

Lecciones del Sahel. La planificación familiar como forma de mitigar el cambio climático es una idea bastante conocida, pero la planificación familiar para adaptarse al cambio climático puede parecer extraña. No lo es. Debido a que el cambio climático afecta adversamente algunos cultivos básicos, empeora la inseguridad alimentaria en algunos lugares del mundo. Sin embargo, de acuerdo a un estudio llevado a cabo en 2012 que representaba el cambio climático, la producción de alimentos y el crecimiento demográfico en Etiopía, si se lograra llegar a bajas tasas de fertilidad para el 2050 podrían compensarse totalmente los efectos negativos del cambio climático sobre la agricultura etíope (una menor población general significa que hay más calorías disponibles por persona). Tal vez sea más significativo que algunas mujeres rurales en Etiopía dicen que están optando por familias más pequeñas para afrontar mejor los efectos negativos del cambio climático. Las mujeres de Nigeria dicen que las familias más pequeñas significan menos competencia por la comida durante la temporada de escasez.

Las personas preocupadas por la suerte de la humanidad frente al cambio climático deberían prestar mucha atención a las palabras y acciones de estas mujeres. Nigeria y Etiopía son países del Sahel, la frontera meridional semiárida del desierto de Sahara. Durante las décadas de 1970 y 1980 esta región sufrió sequías y hambrunas masivas, colocando al Sahel como uno de los primeros lugares del planeta en ser devastado por el cambio climático provocado por los seres humanos. En la actualidad, el crecimiento demográfico sin precedentes y los ciclos de sequía intensificados están socavando la seguridad alimentaria y el desarrollo de la región. Aun así, por cada mujer en la región que utiliza métodos anticonceptivos, otras tres a cuatro quieren espaciar o limitar su número de hijos pero no usan anticonceptivos.

En los países más pobres, el efecto neto de un crecimiento demográfico más lento será probablemente un aumento de las emisiones de carbono; las condiciones económicas mejorarán y aumentará el consumo, y eso está bien. Satisfacer las necesidades anticonceptivas de las mujeres en los países menos desarrollados y con las tasas más altas de fertilidad es un precursor del desarrollo que podría ayudar a sacar a casi mil millones de personas de la pobreza desoladora. Entretanto, a nivel global, alcanzar la variante media de la proyección demográfica de las Naciones Unidas para fines de este siglo, a diferencia de la variante alta, mantendría fuera de la atmósfera a más de 7 mil millones de toneladas de carbono por año.

Demasiadas personas han optado por mantener la ignorancia en lo que respecta a la relación entre la población y el medio ambiente. Debido a programas demográficos coercitivos y trágicos adoptados en ocasiones en el pasado, aun quienes se dan cuenta del impacto de la población sobre el planeta temen ser objeto de críticas si expresan sus opiniones.Es necesario que los líderes nacionales pierdan el miedo y reconozcan claramente que hay más seres humanos de los que el planeta puede acoger. Las personas influyentes implicadas en el desarrollo, los recursos naturales y, por supuesto, el clima, deben reconocer que no puede lograrse el progreso hasta que no se estabilice la población. Igual de importante es garantizar la inversión internacional, en un nivel acorde con las necesidades del mundo, en la planificación familiar voluntaria y en la educación de calidad para las niñas adolescentes.

A raíz de la conferencia sobre el clima en París, es probable que muchas personas se estén retorciendo las manos, sintiéndose impotentes ante el cambio climático global. Sin embargo, las parejas con un alto consumo sí pueden hacer una contribución muy importante al clima: tomar en cuenta sus legados de carbono al planificar sus familias.

 



Topics: Climate Change

 

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