Expertos, legos y matices en la preparación ante catástrofes

By Sonja Schmid: ES, June 9, 2016

Desde hace mucho tiempo los ingenieros, psicólogos y sociólogos se esfuerzan por entender las diferencias en la percepción de riesgos, especialmente -aunque no exclusivamente- cuando se trata de temas nucleares. ¿Por qué personas diferentes tienen miedo de cosas diferentes? ¿Por qué ignoran con tanta frecuencia los cálculos científicos sobre probabilidades y víctimas?

En la Segunda Ronda, Manpreet Sethi sugirió que los expertos tienden a estar a favor de la energía nuclear mientras que los no expertos, es decir, los legos, tienden a oponerse a la misma. Sostuvo que la desconfianza pública en relación con la energía nuclear se debe muchas veces a la falta de conocimientos, que es, a su vez, “consecuencia de una comunicación inadecuada” por parte de los expertos. Esta actitud representa un esfuerzo conocido y persistente para la evaluación de las percepciones de riesgo controvertidas. Sin embargo, desconoce décadas de investigación en ciencias sociales que ha examinado profundamente los conocimientos de expertos frente a los de los legos, el concepto de confianza y el “modelo del déficit” en la comunicación científica.

Con frecuencia no sirve de mucho diferenciar entre expertos y legos, a menos que se distinga cuidadosamente el carácter, cualidades particulares y nivel de conocimientos de las personas implicadas. Un ejemplo clásico es el de los ganaderos de ovinos en el noroeste de Inglaterra que fueron objeto de estudio de Brian Wynne, profesor de estudios sociales en la Universidad de Lancaster, tras lo sucedido en Chernóbil. Wynne se dio cuenta de que los ganaderos de ovinos, debido a sus profundos conocimientos sobre el pastoreo y su familiaridad con las consecuencias de incidentes anteriores en la problemática planta de reprocesamiento de Sellafield cercana, podían hacer predicciones más relevantes y exactas que los científicos que se centraban exclusivamente en la capacidad del suelo local de diluir la contaminación radiactiva.

Así pues, el problema de los conocimientos presenta sus trampas. Cada persona es experta en algunos temas y lega en muchos otros. Además, las distinciones rígidas entre legos y expertos ignoran la capacidad de las personas de aprender, y existen abundantes pruebas que demuestran que los legos pueden educarse con eficacia sobre temas que les preocupan y que van desde problemas médicos hasta la energía nuclear. Cuando los expertos nucleares catalogan a las objeciones de los legos de “desinformadas”, pueden perder perspectivas valiosas sobre posibles problemas relacionados con la energía nuclear, así como soluciones prometedoras.

Sin carta blanca. Tanto Sethi como Augustin Simo subrayan la importancia que la confianza pública tiene para la energía nuclear. Proponen que los científicos y la industria nuclear trabajen para recuperar la confianza, educando a legos con información insuficiente sobre los nuevos y avanzados elementos de seguridad, o presentando al público información clarificada y simplificada sobre las consecuencias de las catástrofes nucleares. Las propuestas de Sethi y Simo coinciden con lo que generaciones de comunicadores de riesgos cada vez más profesionalizados han intentado hacer, es decir (parafraseando el resumen del académico de Carnegie Mellon, Baruch Fischhoff, sobre por qué han fracasado tantos esfuerzos para la comunicación de riesgos), “dar al público los números, explicarle lo que significan los números, y tratarlo bien”.

Este enfoque presenta un doble problema. En primer lugar, la información sobre las emergencias nucleares y sus consecuencias es fundamentalmente incierta. “Los números” no pueden simplemente comprimirse en un mensaje coherente, deben considerarse muchísimos factores contextuales y contingentes. En segundo lugar, se entiende muy mal la confianza pública si se asume que, una vez generada la confianza, esta proporciona carta blanca para tomar decisiones en nombre del público. Por el contrario, la confianza supone una relación dinámica que implica un diálogo permanente y respetuoso con individuos y organizaciones.

La comunicación eficaz con personas y comunidades posiblemente afectadas es totalmente crucial en la preparación y respuesta ante emergencias nucleares. No obstante, es posible que sea necesario revisar profundamente los modelos establecidos para la comunicación de riesgos. ¿Qué sucedería si se considerara a un público crítico, o incluso desconfiado, como una ventaja, en lugar de un obstáculo? ¿Qué sucedería si la industria nuclear depositara una mayor confianza en la capacidad de las personas legas de aprender sobre sistemas complejos y de interpretar las incertidumbres de forma adecuada? ¿Qué sucedería si las dos partes de este polarizado debate intentaran respetar las inquietudes de la otra en lugar de descartarlas sin más por irracionales? Esto es al menos seguro: las capacidades en materia de preparación y respuesta ante emergencias nucleares resultarían beneficiadas, si las conversaciones al respecto incorporaran más matices.

 



Topics: Nuclear Energy

 

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