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La paradoja de París

El objetivo de las conversaciones sobre el clima en París es lograr un acuerdo con consenso global. Sin embargo, todos los que allí están reunidos -los miles de negociadores, políticos, ambientalistas, participantes de la sociedad civil y representantes de organizaciones no gubernamentales y el sector privado- saben que el resultado de la conferencia será decepcionante y absolutamente insuficiente. Para algunos, cualquier acuerdo será vano. Un acuerdo, prácticamente sin importar qué tan ambicioso y agresivo sea, no evitará que el aumento del nivel del mar amenace a estados isleños, como las Maldivas (la nación amenazada por los problemas climáticos a la que nuestro colega Sagar Dhara se refirió con anterioridad en la Tercera Ronda). Ningún acuerdo al que pueda llegarse en la conferencia protegerá adecuadamente a las millones de personas en todo el mundo que se enfrentan a alteraciones climáticas, que abarcan desde inundaciones y sequías en aumento hasta temporales cada vez peores.

No muy lejos del lugar de la conferencia en Le Bourget se encuentra el histórico Panthéon, un edificio monumental en el centro de París. Fuera del edificio, el 3 de diciembre se montó una obra llamada “Reloj de hielo” (“Ice Watch”) que se derretirá a medida que la conferencia se aproxime a su conclusión, el 11 de diciembre. La obra comprende 12 enormes bloques de hielo traídos de icebergs que flotaban en un fiordo de Groenlandia. Los bloques están dispuestos en círculo, como la esfera de un reloj, y representan el tiempo limitado que queda para tomar medidas eficaces contra el cambio climático. “Reloj de Hielo”, del artista plástico Olafur Eliasson (en colaboración con el geólogo Minik Rosing), demuestra de manera simple y tangible la precaria situación a la que el mundo se enfrenta.

“Reloj de Hielo” también busca llamar la atención sobre un conjunto de verdades aparentemente irreconciliables sobre el cambio climático y la respuesta de la humanidad a las mismas. Las actitudes sobre el cambio climático en la actualidad presentan una paradoja. Por un lado, existe una sensación de inutilidad, una profunda desesperanza sobre el cambio climático en sí mismo y los esfuerzos inadecuados del mundo para hacerle frente. Por otro lado, compensando aunque sea un poco la sensación de inutilidad, hay optimismo nacido de la necesidad. El optimismo surge de la poderosa voluntad de la humanidad por sobrevivir y de la ingenuidad, creatividad y esperanza que acompaña al instinto de supervivencia. Sin dudas resulta difícil cambiar los sistemas humanos como, por ejemplo, los sistemas energéticos predominantes. A su vez, cuando los seres humanos se enfrentan a problemas difíciles, sus “soluciones” siempre son incompletas. Sin embargo, también es cierto que, cuando se producen los cambios, muchas veces ocurren de forma inesperada y no lineal.

Esta mesa redonda ha investigado si la humanidad es capaz de desarrollar y utilizar tecnologías adecuadas para abordar el problema climático. No obstante, la pregunta fundamental es otra. ¿Los seres humanos pueden reorganizar, reorientar y redistribuir los recursos con rapidez, y pueden transformar sus instituciones y sociedades a fin de estabilizar el clima en el planeta y minimizar el sufrimiento y las alteraciones futuros? Esta cuestión es más amplia que la pregunta tecnológica más acotada, y más difícil de responder. También es una pregunta que sin dudas merece tener una respuesta.

 



Topics: Climate Change

 

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